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Salud cuidado de la piel | verano | Santa Fe

Cuidado de la piel en verano: cómo protegerse del sol, el calor y prevenir el cáncer de piel

El sol pega más fuerte: cómo usar protector solar, cuidar el pelo, evitar mitos y cuándo controlar los lunares antes y después del verano.

El verano todavía no empezó oficialmente, pero en Santa Fe el sol ya se hace sentir. Quema más, molesta más y deja la sensación de que algo cambió. Y no es solo una percepción. En este contexto, cobra especial importancia el uso correcto del protector solar y una buena hidratación, dos pilares básicos para cuidar la piel frente a las altas temperaturas. A eso se suma otro aspecto muchas veces relegado: el cuidado del pelo y del cuero cabelludo, también expuestos al daño solar.

Los mitos en torno al factor de protección, los riesgos de consumir suplementos de colágeno sin control médico y la necesidad de realizar controles de lunares antes y después del verano forman parte de una misma preocupación: cómo proteger la piel de manera integral en una época en la que el calor y la radiación no dan tregua. El cuidado no se limita a evitar quemaduras, sino a comprender que la piel es un órgano sometido a múltiples agresiones y que la prevención sigue siendo la herramienta más eficaz.

Según explica la dermatóloga Gabriela Díaz, la radiación solar es hoy más intensa que años atrás, en gran parte por el deterioro progresivo de la capa de ozono, el “protector solar natural” del planeta.

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En verano, el uso correcto del protector solar y una buena hidratación, son dos pilares básicos para cuidar la piel frente a las altas temperaturas

En verano, el uso correcto del protector solar y una buena hidratación, son dos pilares básicos para cuidar la piel frente a las altas temperaturas

En diálogo con AIRE, la especialista remarcó que el cuidado de la piel en verano no pasa solo por evitar quemaduras. Hay dos frentes claros a los que prestar atención: el daño solar directo y los efectos del calor.

“El sol puede producir quemaduras, pero el calor deshidrata la piel”, explicó. Con altas temperaturas, el cuerpo pierde líquidos a través del sudor y, si no se compensan, la piel sufre. Esto es especialmente riesgoso en niños pequeños y adultos mayores, que muchas veces no registran la sed y pierden más líquido del que incorporan.

Más información, más riesgos… y pacientes más jóvenes

La especialista señaló que, paradójicamente, hoy hay más información que hace 20 o 30 años, pero también se ven consecuencias más tempranas. “Antes el cáncer de piel era más frecuente en personas mayores de 60 o 70 años. Hoy atendemos pacientes de 20 o 25”, advirtió. La causa principal sigue siendo la exposición solar sin protección adecuada y la idea errónea de que “a mí no me va a pasar”.

Protectores físicos y químicos: qué son y cuándo usarlos

La dermatóloga diferenció dos grandes tipos de protección. Por un lado, los protectores físicos: sombra, sombreros, remeras y evitar el sol en los horarios críticos. Una regla sencilla es mirar la propia sombra. “Si el sol está justo arriba y no hay sombra, no es buen momento para exponerse”, explicó. La sombra puede reducir hasta un 70% la radiación.

En cuanto a las cremas, existen protectores solares físicos y químicos.

Los físicos contienen óxido de zinc o dióxido de titanio, no se absorben en la piel y reflejan los rayos solares. Son más seguros, pero dejan la piel blanca, por lo que suelen reservarse para la playa o exposiciones prolongadas.

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 El protector solar debe colocarse media hora antes de la exposición y renovarse cada dos horas si se sigue al sol.

El protector solar debe colocarse media hora antes de la exposición y renovarse cada dos horas si se sigue al sol.

Los químicos, en cambio, absorben la radiación y la transforman en calor. Son más livianos, agradables y prácticos para el uso diario.

El error más común: no reaplicar

Uno de los puntos clave es la reaplicación. El protector solar debe colocarse media hora antes de la exposición y renovarse cada dos horas si se sigue al sol. “Si te lo pusiste a las seis y media de la mañana y salís a las tres de la tarde, ya no sirve más”, aclaró Díaz. La reaplicación es, según la especialista, lo más difícil de sostener en la rutina diaria.

Factor de protección: menos marketing, más realidad

Sobre el eterno debate del factor solar, la dermatóloga fue clara. Estudios demostraron que un FPS 30 protege alrededor del 95% de los rayos UV, mientras que un FPS 50 llega al 98%. “No hay tanta diferencia como parece. Más de 30 está muy bien, sobre todo si se reaplica”, afirmó.

También desmintió la idea de que los “bloqueadores” sean algo distinto: “Es marketing. Todos son protectores solares”. Para el uso diario en Santa Fe, un FPS 30 es suficiente en la mayoría de los casos. Los protectores con color suman una protección extra y, además, funcionan como maquillaje ligero.

En cuanto a marcas, Díaz destacó que no es necesario recurrir a productos importados y costosos. “Hay protectores nacionales muy buenos y accesibles. Lo importante es usarlos bien”.

El pelo también sufre el verano

El sol no solo afecta la piel. El cuero cabelludo puede presentar las mismas lesiones solares que cualquier otra zona del cuerpo, incluso cáncer de piel. “En personas con poco pelo o calvas, la exposición es constante, como en el dorso de las manos”, explicó.

No existen protectores solares específicos ideales para el cuero cabelludo, por lo que el gorro sigue siendo la mejor opción. En mujeres, la raya del pelo es una zona muy frecuente de quemaduras y manchas solares.

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 El cuero cabelludo puede presentar las mismas lesiones solares que cualquier otra zona del cuerpo, incluso cáncer de piel.

El cuero cabelludo puede presentar las mismas lesiones solares que cualquier otra zona del cuerpo, incluso cáncer de piel.

Por otro lado, la fibra capilar se debilita con el sol, el cloro, la sal, las tinturas y el calor de planchitas o secadores. Esto puede generar afinamiento del pelo y, meses después, una caída masiva conocida como efluvio telógeno. “El daño ocurre en verano, pero la caída aparece dos o tres meses después”, detalló la especialista. Hidrataciones, mascarillas y enjuagar el pelo tras salir de la pileta ayudan a prevenirlo.

Piel clara, más riesgo

Las personas de piel muy clara, pelirrojas o con poca melanina tienen mayor riesgo de quemaduras y daño crónico. La melanina oscura protege más. Por eso, los fototipos más bajos necesitan cuidados extra y controles más frecuentes.

Colágeno: mejor comer bien que comprar promesas

Consultada sobre los suplementos de colágeno que se promocionan en redes sociales, Díaz fue tajante. “No los recomiendo”. Explicó que el colágeno de la piel lo producen células propias a partir de proteínas de la alimentación. Muchos suplementos contienen en realidad vitaminas y minerales que mejoran uñas y pelo, pero no porque aporten colágeno en sí.

“Mejorar la alimentación es mucho más efectivo y seguro”, sostuvo. Y, si alguien decide consumir suplementos, al menos que sean productos de farmacia, controlados por ANMAT. “Lo que llega a tu casa sin control puede no tener nada… o tener algo que no sabés qué efecto va a producir”.

Control de lunares: antes de que sea tarde

Finalmente, la dermatóloga insistió en la importancia del control de lunares, idealmente antes de la exposición solar intensa. El examen es de pies a cabeza: cuero cabelludo, palmas, plantas, uñas y zonas que el paciente no suele ver.

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 Detectar lesiones a tiempo puede evitar un melanoma, un cáncer de piel tan grave como cualquier otro.

Detectar lesiones a tiempo puede evitar un melanoma, un cáncer de piel tan grave como cualquier otro.

La señal de alerta es el “patito feo”: el lunar distinto, el que cambia de tamaño, forma, color, pica o sangra. Detectar lesiones a tiempo puede evitar un melanoma, un cáncer de piel tan grave como cualquier otro. “La idea no es encontrar el melanoma, sino el lunar antes de que se transforme”, concluyó.

El mensaje es claro y se repite: protector solar, reaplicación, controles médicos y sentido común. Porque el sol, hoy, pega más fuerte que nunca.