Hoy se cumplen nueve años del fallecimiento del neozelandés de 1,96 metro y 120 kilos que, a partir de su deslumbrante aparición en el Mundial de Sudáfrica 1995, hizo que este deporte alcanzara una inédita dimensión universal. Figura emblemática de los All Blacks, se convirtió en la primera estrella global del rugby y, además, fue clave para el histórico paso del amateurismo al profesionalismo en esta disciplina.