Una de las semanas más turbulentas en lo que va del año finaliza con dos señales. Por el lado del oficialismo, quedó formalizada la alianza entre el ministro de Economía, Sergio Massa, y la vicepresidenta Cristina Kirchner: las decisiones políticas más relevantes, incluyendo las electorales, solo pasan por ellos dos. El presidente Alberto Fernández, tras declinar su candidatura a la reelección, quedó reducido a convidado de piedra.
La segunda señal vino por el lado de Juntos por el Cambio: inquietos ante el estancamiento en las encuestas y el crecimiento electoral del libertario Javier Milei, los candidatos presidenciales Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, junto al expresidente Mauricio Macri, sellaron una tregua y escenificaron una foto de unidad con la promesa de incorporar, la semana próxima, a José Luis Espert al espacio opositor.
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El martes próximo se reunirá la mesa chica de la coalición opositora con los equipos económicos de los candidatos presidenciales. El objetivo será realizar un diagnóstico de situación. Hay alarma entre los economistas: si bien Massa logró contener a duras penas la corrida cambiaria, la semana pasada, la crisis no pasó.
Esta semana será clave: Massa viajará a los Estados Unidos para mantener una nueva pulseada con los técnicos del FMI; necesita imperiosamente un desembolso de al menos 10.000 millones de dólares para sortear la crisis.
De la suerte de esas negociaciones dependerá su futuro: otra corrida cambiaria provocaría una nueva estampida inflacionaria y, con ella, el fin de sus aspiraciones a competir como candidato presidencial del Frente de Todos en las próximas elecciones.
El ministro de Economía de la Nación monitoreó cada episodio de la agitada semana cambiaria con Cristina Kirchner. También estuvo en línea con Alberto Fernández, pero la sintonía fina de los sucesos la manejó con la vicepresidenta.
La correlación de fuerzas dentro el oficialismo quedó reconfigurada: ya no es el Frente de Todos, sino “el Frente de Todos menos uno”, ironizan en el kirchnerismo.
La propia vicepresidenta se encargó de exhibir esta situación en el acto que protagonizó el jueves pasado en La Plata. Allí reiteró que no será candidata a presidenta en estas elecciones y le hizo un guiño a Massa. Lo respaldó en la renegociación del acuerdo con el FMI, en su reciente acuerdo con China para pagar importaciones de ese país con yuanes para no usar dólares de las reservas del Banco Central y elogió el sobrecumplimiento de la meta fiscal de 2022.
Si bien no lo lanzó como precandidato presidencial, en el kirchnerismo aseguran que Cristina Kirchner espera que el ministro de Economía pueda recuperarse del cimbronazo de la corrida cambiaria con medidas nuevas y con un acuerdo con el FMI para posicionarse como posible candidato presidencial.
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El dato político saliente del acto en La Plata fue la embestida de Cristina contra Milei. “¿Qué me venís a joder con que te tenemos miedo? ¡Caradura!”, bramó Cristina contra los libertarios luego de criticar la dolarización que propone el candidato de La Libertad Avanza.
La vicepresidenta no da puntada sin hilo: subió a Milei al centro del ring para subirle el precio como candidato; así, busca provocar una polarización con los libertarios, a los que considera adversarios más fáciles de vencer que Juntos por el Cambio, cuyos candidatos cuentan con una mayor estructura territorial.
Es casi un hecho que Cristina Kirchner no será candidata, pero guarda para sí un enorme poder de fuego.
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