Sergio Massa, Patricia Bullrich y Javier Milei buscan ser el próximo presidente de Argentina.
Decidido a jugar al máximo con tal de asegurarse un lugar en el balotaje que cree inexorable, Sergio Massa hace gala de la expansión del gasto público con una batería de medidas fiscales y beneficios impositivos para amortiguar el impacto de la inflación, que sigue en alza.
El último hito de la campaña fue la media sanción que logró del proyecto que elimina la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, iniciativa que beneficiará a unos 700.000 trabajadores, pero que le costará al Estado (y a las provincias) la friolera de un billón de pesos.
“Quemó más de un punto del PBI en una semana, si eso no es jugar a fondo no sé qué es jugar a fondo”, lo retrató por estas horas un íntimo colaborador. Le valió, en ese sentido, durísimas críticas opositoras, que pronostican hacia fin de año la posibilidad de un estallido inflacionario mayor al actual.
En efecto, la oposición de Juntos por el Cambio criticó duramente la medida: rechazó el proyecto por considerarlo “electoralista” e irresponsable” pues, advirtieron, profundizará el rojo fiscal y que, al no ser compensado con una reducción del gasto, terminará siendo financiado con más emisión.
Por lo tanto, advirtieron, esta iniciativa alentará la inflación, “que terminará siendo pagada por los sectores más pobres de la población”, alertaron.
A Massa no le incomodaron las críticas. Al contrario, en la sesión logró enlazar a buena parte de la oposición en torno a su proyecto, incluso a la tropa de Javier Milei. Es curiosa la contradicción del economista libertario, que abjura del keynesianismo, pero apoya graciosamente la eliminación del impuesto a las ganancias a costa de profundizar el déficit fiscal.
El proyecto de Massa nada dice cómo compensará la caída en la recaudación que provocará esta medida. Ergo, se financiará con más emisión. Una herejía para el libertario que, aun así, apoya al ministro que amenaza con dejarle una bomba en la economía en caso de ganar las elecciones de octubre.
Esa será otra historia. Por de pronto, tanto Massa como Milei comparten un objetivo común: dejar a Juntos por el Cambio en soledad. Es la postal que quieren reeditar en las elecciones generales de octubre. Por ello buscan polarizar la campaña entre ellos.
El escenario que proyectan en el peronismo sigue siendo el mismo que en los últimos días. Creen que ingresarán al balotaje junto a Milei y que tienen posibilidades de que Massa se convierta en presidente, porque en la división de votos varios sectores de la oposición, como el radicalismo, el peronismo cordobés, los partidos provinciales y la izquierda, podrían acompañarlo.
En este contexto reapareció en el escenario público después de dos meses de silencio la vicepresidenta Cristina Kirchner. Lo hizo este sábado en la presentación de la reedición del libro “Después del derrumbe, Conversaciones de Torcuato Di Tella y Néstor Kirchner”.
Cristina Kirchner aún no se refirió a la derrota en las PASO y al desafío que tiene Unión por la Patria (UxP) en las cuatro semanas que quedan hasta las elecciones generales.
Entretanto, Patricia Bullrich insiste desesperadamente en evitar ser excluida del balotaje. Tiene la certeza de que su adversario en el ring electoral es el kirchnerismo, pese a que Milei corre con ventaja en la carrera presidencial, según la mayoría de los sondeos. Por eso, Bullrich refuerza su apuesta a polarizar con Massa para movilizar a los votantes del núcleo duro de la oposición.
Sin embargo, consciente de que se mueve en un escenario de tercios y que necesita recuperar terreno, comenzó a dedicarle mayor tiempo a diferenciarse de Milei y marcar sus falencias o contradicciones. No entra en una disputa cuerpo a cuerpo y hasta evita nombrarlo en sus discursos, pero deja en claro que la opción del libertario es un salto al vacío.
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