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Política Ley de blanqueo | FMI | Cristina Fernández de Kirchner

Ley de blanqueo para evasores: blanco sobre negro, el proyecto del que habla todo el mundo

Alberto propone una psicoterapia grupal y Cristina un proyecto para gravar evasores. La Patria Fugadora tiene medio PBI off shore y, como Macri, Tévez y Batistuta, no quieren pagar nada aunque la deuda y la inflación consuman al resto de los argentinos.

Nada como empezar la nota con una paradoja para plantear las posiciones en pugna y más allá de que la oposición realmente existente (Juntos por el Cambio + Avanza Libertad + FIT) se opondrá a todo lo que no sea gobernar, como si ellos fueran gobierno. La Casa Rosada dice que la oposición encubre evasores, que no sólo son sus aportantes y electores, sino que también fueron funcionarios entre 2015 y 2019. La oposición dice que el blanqueo es para blanquear la que tienen afuera ex socios y funcionarios del kirchnerismo y la propia familia de Cristina.

La paradoja es la siguiente: si los que la fugaron son funcionarios y amigos de la familia Kirchner, ¿por qué diseñaron e impulsan éste proyecto de ley? Si los integrantes del staff antikirchnerista no cometieron delitos y los dólares que extranjerizaron son producto de operaciones lícitas y en cuentas a la vista, ¿por qué se oponen tan ferozmente?

Simple y sencillamente porque –incluso asumiendo que Daniel Muñoz o Lázaro Báez hubiesen escondido dinero al fisco argentino– es exactamente al revés: el dispositivo opositor (que aglomera políticos, empresarios y dueños de medios) está repleto de fugadores y evasores seriales que acumulan entre U$S 290.000 millones y U$S 336.000 millones (o sea medio PBI calculado a valores actuales); que son producto de una compleja arquitectura delictual que complota a millonarios, empresas, bancos con sus correspondientes cuevas y mesas de dinero y ejecutivos de cuentas con dotes de mago para hacer desaparecer millones de dólares de la vista de la AFIP y materializarlos en países con secreto fiscal consagrado, básicamente los EEUU y Suiza para el caso argentino. Un ilusionista indudable es el mismísimo Alfonso Prat Gay, cuando como “family office” de la familia Fortabat y alto ejecutivo del JP Morgan, diseñó la ingeniería financiera que permitió fugar en cuatro tramos –dirigidos a EEUU, Inglaterra, Hong Kong y Suiza– la friolera de U$S 1.025 millones, los que Carmargo Correa le pagó a Amalita por la cementera Loma Negra.

El mismo Prat Gay que fue ministro de un gobierno durante el cual se fugaron U$S 86.000 millones, que le aseguró al Secretario del Tesoro en EEUU en 2016 y con una inflación del 42% que el “trabajo sucio” estaba hecho –liberación de la cuenta capital, devaluación y tarifazos mediante– y que hoy cobra en dólares para disertar sobre temas tales como “Pandemia y Macroeconomía”, apostando a la amnesia colectiva y el indulto político y judicial del que gozan los ex funcionarios del macrismo.

El hecho es que –les guste o no a los asiduos colaboradores del correo de lectores- Cristina Fernández sepultó la novela de las diferencias internas y las operaciones en su contra con una jugada que tuvo cuatro efectos concretos: puso a todes a hablar de delitos fiscales de lesa humanidad (y obligó a la oposición a hacer papelones defendiendo privilegios y delitos), recuperó para el FDT el centro de la escena política y económica, realineó a la enorme diversidad que no podía salir de un internismo insoportable contra el dramatismo de la inflación espiralizada y por sobre todas las cosas y gracias al artículo 25 del proyecto, fortalece los controles sobre la toma de deuda, al exigir al Ministerio de Economía que “antes de tomar nuevo endeudamiento en moneda extranjera, deberá solicitar opinión sobre el impacto de la operación en la balanza de pagos y su viabilidad de repago, a la Comisión Bicameral Permanente de Seguimiento y Control de la Gestión de Contratación y de Pago de la Deuda Exterior de la Nación y al Banco Central de la República Argentina”.

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El ex ejecutivo del JP Morgan, Hernán Arbizu, asegura que son U$S 400.000 millones y que el 70% está en EEUU, que ya hizo un blanqueo similar y exitoso.

El ex ejecutivo del JP Morgan, Hernán Arbizu, asegura que son U$S 400.000 millones y que el 70% está en EEUU, que ya hizo un blanqueo similar y exitoso.

Le tiraron con un cartel y devolvió con una reunión afable con el embajador de los EEUU para fortalecer el compromiso de luchar contra la evasión y el lavado de dinero y un proyecto de ley que pone en evidencia una realidad que al establishment detesta: que si no tenemos mejores escuelas, hospitales, seguridad, viviendas populares y recursos para poner plata por abajo y recrear el círculo virtuoso de la economía (algo que Kulfas, Guzmán y Moroni no comparten), no es por el costo de la “casta” política o el excesivo tamaño del Estado y su burocracia, sino por una de las notas más estables del ser nacional, del ser millonario (que como diría Cooke, no es nacional ni foráneo, peronista o radical, es millonario simplemente): el egoísmo capitalista naturalizado que les hace decir “con la mía hago lo que quiero y no hay parámetro ético ni moral que importe”, por lo que está perfectamente justificado cometer delitos para no pagar impuestos en medio de una crisis que condena a 17 millones de argentinos a la pobreza, con una media salarial de 51.000 pesos.

Sin dudas la baja interanual de los índices de pobreza e indigencia revelados por el INDEC –que benefició a dos millones y un millón de personas, respectivamente– es una gran noticia, pero habría que tomar en cuenta el siguiente dato. La lógica en la dinámica del binomio desempleo/pobreza, sería que fuesen directamente proporcionales en las subas y las bajas. Pero resulta que estamos ante un fenómeno que contradice esto. En 2019 había un nivel de desempleo del 10% y el FDT logró bajarlo al 7% en 2021, tres notables puntos porcentuales. Pero en ese mismo período la pobreza aumentó del 35,5% al 37,3% entre los dos últimos semestres de esos años comparados.

Pero si hacemos la misma comparación entre 2017 y 2021 las cifras son más elocuentes: con el mismo nivel de desempleo, pero la pobreza se incrementó del 25% al 37% y la indigencia del 4,8% al 8,2%, casi el doble. La respuesta es simple, los trabajadores cobran cada vez menos, a pesar de las evaluaciones del Ministerio de Trabajo, se están homologando paritarias por debajo de la dinámica inflacionaria (que en el primer trimestre de 2021 acumula casi un 25% y se anualiza en 60%) e incluso a la baja nominal. Sin shock de ingresos –una buena razón para decretar a favor de éstos “nuevos pobres”, no habrá medida que cambie el humor social.

Las metas macroeconómicas comprometidas con el FMI (la inflacionaria y la de reducción del déficit fiscal cuanto menos) son incumplibles y van a generar el primer Waiver al cabo de la primera revisión trimestral, tal como anticipamos en AIRE hace dos columnas. Cristina tiene un plan para no afectar la recuperación en vías de derrame y es el siguiente.

Los puntos centrales del proyecto para que el FMI ayude a identificar a los que fugaron dólares

Sin contar el apartado de fundamentos y antes de ingresar a las comisiones donde habrá de negociarse para buscar dictamen, el proyecto –que un grupo de senadores albertistas ya cuestiona pidiendo modificaciones– tiene un total de 44 artículos. Las claves pueden resumirse de la siguiente manera:

* No es un impuesto –otros países lo promueven como regular permanente o con plazos de hasta 10 años– sino un blanqueo o aporte por única vez.

* Los contribuyentes alcanzados son quienes tengan bienes en el exterior fugados sin declarar ante el fisco, por los que deberán aportar el 20% y en dólares.

* Si la declaración se produce pasados los 6 meses de entrada en vigencia de la Ley, la alícuota se incrementa al 35%. Pero si deciden no pagar y son detectados por los órganos de fiscalización estatal, tendrán que aportar (¿devolver es demasiado?) el 50% del total evadido.

* Se crea la figura del “colaborador/denunciante”, una especie de arrepentido que pudiese aportar datos consistentes sobre delitos financieros y fiscales. Si bien los bancos y financieras tan aceitado como bien pagos todos los eslabones de las cadenas de lavado y fuga, es un dato que ya está generando preocupación y estrategias legales para “cortar por el broker o ejecutivo de cuentas”, salvando la pilcha de la bancocracia.

* El Estado argentino invita al FMI –tarea que se le encomienda a Economía– la OCDE, el Banco Mundial y la ONU para intercambiar información de ida y vuelta. Hasta el momento la Argentina está obligada a proveerla pero no hay reciprocidad, particularmente con los EEUU donde se estiman está el 70% de los bienes (inmuebles, cuentas en moneda extranjera, fideicomisos, participaciones societarias) de los argentinos que “no confían en el país”, sin importar si gobiernan populistas o neoliberales.

Cristina Fernández - Estados Unidos
Cristina hace pie en documentos del FMI, la OCDE y la ONU para impulsar un proyecto que pone a la oposición a lanzarse sobre una granada inesperada.

Cristina hace pie en documentos del FMI, la OCDE y la ONU para impulsar un proyecto que pone a la oposición a lanzarse sobre una granada inesperada.

Dado que –como apuntamos– la cifra evadida y calculada por la AFIP, el BCRA y otros organismos de control oscila entre medio PBI y algo más (incluso llegando a los U$S 400.000 millones) y la alícuota varía según la oportunidad en que los evasores se acojan al blanqueo, la estimación sobre lo que podría recaudarse asciende a unos U$S 70.000 millones. Mucho más de lo necesario para cancelar la mayor deuda tomada por ningún gobierno desde la creación del FMI y con un cronograma de pagos incumplible. Lo que la convierte en una estafa planificada para condicionar la soberanía política y económica del país.

En nuestro país, uno de economía mediana pero no pobre sino con la riqueza mal distribuida, la incuestionable victoria cultural de las derechas no es tanto que los oprimidos se piensen con la cabeza de sus opresores, que sean incapaces ver en su riqueza excesiva (mucho nunca es suficiente) la causa principal de su pobreza; sino que sea inconveniente, prohibitivo señalarlos como autores de delitos fiscales o financieros (nunca delincuentes, nunca devuelven sino que aportan). Podríamos decir que además de Macri, Mindlin, Rocca, Eskenazi, Belocopitt, Rosenkratz, Magnetto, Rendo y Saguier, hay una lista gigantesca de grandes y medianos evasores que incluyen a periodistas millonarios, fiscales, jueces federales y personajes de la farándula queridos por todes, que alguna vez deberían figurar en el Nunca Más de la cultura popular argentina.

Pero habrá que pisar sobre firme, porque el proyecto es aún eso y no mucho más; aún flotan en el espacio la Reforma Integral del Sistema de Salud, la Ley de Comités Mixtos de Higiene y Seguridad y la Ley de Humedales. Aún no está resuelta la fuerza parlamentaria unificada y la muñeca política que deberán tornarlo viable en el Congreso (debería entrar por Diputados y no por el Senado, el momento de saber de qué lado de la mecha está Massa y cómo piensa aportarle su amigo Gerardo Morales). Y esta planea ser la primera de varias notas. La siguiente, bien podría llamarse “Nunca me oíste en tiempo” o “Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero”.

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