La seguidilla comenzó el martes pasado, cuando el kirchnerismo aprovechó los desacuerdos entre el oficialismo y el PRO en torno al candidato para presidir la Comisión Bicameral de Inteligencia y, con un golpe de manga, apoyó al radical Martín Lousteau, una de las voces opositoras más críticas- para que encabece ese cuerpo.
Esta es una comisión estratégica porque no solo controla los organismos de seguridad e inteligencia; también audita sus gastos reservados. Por impericia, el oficialismo perdió no solo la presidencia sino también el control de este cuerpo, ya que el kirchnerismo ocupó los principales cargos.
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La reacción de Mauricio Macri, indignado ante la impericia del oficialismo, no tardó en llegar. El líder del PRO aspiraba a que uno de los suyos –el senador Martín Goerling- presidiera esa comisión; de hecho, así se había pactado con Victoria Villarruel, presidenta del Senado, en diciembre pasado.
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Sin embargo, el asesor presidencial Santiago Caputo desconoció estos acuerdos y promocionó al peronista Edgardo Kueider. Fue la gota que rebalsó el vaso de Macri, quien mantiene un sordo enfrentamiento con el asesor estrella de Milei por su renuencia a incorporar al PRO en las filas del gobierno.
En el círculo que rodea a Macri es que el Gobierno, y en particular Caputo, pretenden ganar tiempo para doblegar y terminar de cooptar al PRO, sin ofrecer un acuerdo más amplio, sin darle espacios en el Gobierno, ni discutir políticas. Y, llegado el momento, tampoco acordar lugares en las listas para las elecciones del año próximo. En el oficialismo no lo niegan. Es una de las pocas coincidencias entre los dos espacios en conflicto.
Los fondos de la SIDE: otro revés para Javier Milei
En medio de este clima plagado de desconfianzas mutuas, Macri aprovechó la sesión convocada en la Cámara de Diputados para rechazar el decreto presidencial que aumentó en $100 mil millones los gastos reservados de la SIDE para marcarle la cancha al Gobierno y, sobre todo, al ascendente Caputo.
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A último momento bajó línea a los suyos para que den quórum –que hasta entonces no estaba seguro- y rechacen el DNU. Así sucedió y el Gobierno sufrió su segunda derrota consecutiva, aunque esta vez más dolorosa porque el puñal lo levantaron sus aliados incondicionales.
Macri quiso mostrar su capacidad de fuego, pero lo logró a medias. Solo cinco diputados de su bloque bajaron a dar quorum; el resto lo hizo luego. Una decena de legisladores se ausentó. Esta dispersión demostró que Macri, aunque presida el PRO, no logra verticalidad en su tropa.
La movilidad jubilatoria: tercera derrota para el Gobierno
Quedó demostrado con lo que ocurrió el jueves pasado en el Senado cuando, con una mayoría aplastante, la oposición logró sancionar una nueva ley de movilidad jubilatoria. Fue la tercera derrota en menos de 72 horas que debió afrontar el Gobierno y nuevamente el Pro quedó en la mira: cinco de los seis senadores de ese bloque votaron a favor.
Macri desautorizó a los senadores de su partido e inmediatamente sacó un comunicado para apoyar el presidente Milei si decide vetar la norma. Quienes acompañan al líder de Pro juran y perjuran que Macri no bajó línea –como hizo el día anterior con los diputados- para que apoyaran la ley de jubilaciones. En el oficialismo le desconfían.
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“O (Macri) no maneja a su tropa o la tropa no entiende el daño que está haciendo”, advirtió el propio Milei.
Pese a las fricciones y a las desconfianzas, en la Casa Rosada señalaban que no hay intención de “romper” la relación con Macri. Si bien la tensión escaló, el Presidente no quiere que la sangre llegue al río con su principal aliado.
En el fondo, el Presidente aún quiere llegar a un acuerdo con Pro para armar un gran frente de centro-derecha el año próximo, que le garantice mayor solidez en las Cámaras en la segunda mitad de su mandato. Es una opinión contraria a la que tienen sus dos principales laderos, Karina Milei y Santiago Caputo, su “triángulo de hierro”.