Javier Milei lo logró de nuevo. Con un discurso directo, práctico y audaz; ocupó el centro de la escena y se las ingenió para dejar a gran parte de la política tradicional de la Argentina en la más incómoda de las posiciones.
Tal como hiciera durante la campaña electoral que lo llevó a convertirse en presidente de la Nación, rompió todos los moldes. Esos mismos moldes que, mal que les pese a los políticos tradicionales, terminaron generando un verdadero abismo entre gran parte de la ciudadanía y sus representantes.
Desde principios de esta semana, el mismo gobierno se encargó de filtrar algún atisbo del contenido del discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Fueron las mismas usinas informativas oficiales las que dejaron trascender que, en su alocución, el Presidente plantearía lo que calificaron como un elemento "sorpresa".
Y así comenzaron las especulaciones: que la dolarización estaba acordada con el Fondo Monetario Internacional, que se anunciaría la libre circulación de diferentes monedas o, incluso, que solo se trataba de un elemento de distracción frente a la crisis económica que sufre la mayoría de los argentinos.
Hubo todo tipo de conjeturas que, de una manera u otra, contribuyeron a focalizar la atención de la ciudadanía y de los medios en el discurso de Milei.
El presidente utilizó 23 minutos para describir la nefasta e innegable herencia recibida. Luego, dedicó otros 20 minutos para valorar las acciones tomadas por su gobierno en estos primeros 82 días de gestión. Y finalmente, destinó 18 minutos para jugar sus piezas más potentes, con la habilidad de un avezado político.
Primero, anunció una serie de medidas que, sin lugar a dudas, cuentan con el respaldo de la mayoría de los ciudadanos de este país: eliminación de jubilaciones de privilegio, obligación de elecciones periódicas y con un tope de reelecciones dentro de los sindicatos, prohibición a presentarse como candidatos nacionales para quienes estén condenados por corrupción en segunda instancia, drástica reducción en el número de asesores de senadores y diputados, y eliminación del financiamiento de los partidos políticos a través de fondos públicos, entre otros puntos.
Con precisión de relojería, palabra tras palabra, anuncio tras anuncio, fue llevando sus argumentaciones hacia la estocada decisiva, hasta colocar a gobernadores, diputados, senadores y gran parte del arco político en una situación incómoda: los "invitó" a aprobar la controvertida "Ley Bases" -modificada en el Congreso-, a cambio de medidas de alivio fiscal para las provincias que atraviesan una verdadera situación de asfixia: sin subsidios nacionales al transporte, sin Fondo de Incentivo Docente, sin dinero para comedores escolares, sin recursos para la extensión horaria de las escuelas primarias, sin obra pública.
Si legisladores y gobernadores sostienen su postura previa sobre ciertos aspectos rechazados de esta ley, volverán a ser responsabilizados por las penurias de la gente. Si cambian de posición en cuestiones esenciales, terminarán fortaleciendo el argumento del presidente, que los sigue acusando de no entender la realidad o de aferrarse a los beneficios de "la casta".
Un pacto social, pero con condiciones
Finalmente, llegó la sorpresa de la que tanto se había hablado en la semana. El presidente Milei invitó a gobernadores, expresidentes y líderes de partidos políticos, a encontrarse el 25 de mayo próximo en la ciudad de Córdoba, para firmar un pacto social con 10 principios del nuevo orden argentino.
- 1. La inviolabilidad de la propiedad privada.
- 2. El equilibrio fiscal innegociable.
- 3. La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.
- 4. Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.
- 5. La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.
- 6. Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.
- 7. Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.
- 8. Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.
- 9. Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.
- 10. La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global.
Sin embargo, otra vez puso condiciones: estos lineamientos estarán sujetos a la aprobación previa de la presentada “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” y a un nuevo pacto fiscal.
¿Quién podría estar en contra de un acuerdo social en este país devastado?, ¿quién podría negar que la Argentina requiere desesperadamente de consensos básicos?, ¿cómo oponerse a la posibilidad de gestar un país diferente al de tantos fracasos?
Evidentemente, nadie.
Sin embargo, no todo parece ser tan lineal: un pacto implica, necesariamente, el acuerdo entre dos o más parte. No hay pacto posible sin acuerdo. Y un acuerdo plantea la necesidad del otro.
Javier Milei, en cambio, dice claramente que solo habrá pacto posible si se aprueba la Ley Bases redactada por el gobierno y si el resto de los actores de la política está dispuesto a avalar cada uno de estos diez puntos, tal como están.
Solo a modo de preguntas hipotéticas: ¿qué significa "reforma laboral moderna" o "reforma previsional que dé sustentabilidad al sistema"?
Más allá de los lineamientos generales, avanzar con las reformas que el país necesita implicará, indefectiblemente, de negociaciones y consensos.
Y es en este punto donde aparece una enorme incertidumbre sobre la capacidad de negociación y diálogo del presidente Milei quien, por las dudas, adelantó que no tiene demasiadas esperanzas en el resto de los políticos. Y que, si bien desea la paz, "si lo que buscan es el conflicto, conflicto tendrán".
Una vez más, Milei juega a todo o nada. Quizá no sea la mejor manera de iniciar un proceso que desemboque en un pacto social duradero que, de verdad, establezca las bases para una Argentina de acuerdos básicos y sin confrontación permanente.
Aun así, si Milei lo logra, realmente pasará a la historia. Y todos los argentinos de bien, estarán agradecidos.
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