En medio de otra semana difícil en el Congreso, el Gobierno de Javier Milei se puso en alerta y comenzó a activar presión sobre los gobernadores.
Los canales de diálogo entre la Casa Rosada y los bloques dialoguistas quedaron sumidos en un clima de desconfianza.
Javier Milei enfrentará otra semana difícil en el Congreso. En Diputados, la oposición intentará insistir el miércoles próximo con la ley jubilatoria que el presidente veto la semana pasada, y si bien los pronósticos son reservados en cuanto al desenlace de la sesión (los opositores necesitarán reunir los tercios de los votos presentes en el recinto), la ofensiva puso en alerta a la Casa Rosada, que ya comenzó a activar presión sobre los gobernadores.
En paralelo, la oposición en el Senado buscará rechazar el decreto por el que el Gobierno aumento en 100 mil millones de pesos los gastos reservados de la SIDE.
De lograrlo, será más bien un éxito simbólico para la oposición, pues aún rechazado el decreto, los fondos en cuestión ya fueron ejecutados. De todas maneras, no dejará de ser un golpe político a Milei, quien se convertirá en el primer presidente de la democracia reciente al que se le habrá rechazado un DNU.
Los canales de diálogo entre la Casa Rosada y los bloques dialoguistas quedaron sumidos en un clima de desconfianza que Milei, con sus diatribas a los legisladores, no ayuda a revertir.
Tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado no son pocos los dialoguistas que, por un sentido de responsabilidad o bien por conveniencia electoral, les han sugerido a sus interlocutores en el Gobierno que el veto a la ley jubilatoria fuese parcial, no total.
Aconsejaban que, al menos, se salvaguardara la recomposición del 8,1 por ciento por la inflación no reconocida de enero pasado (fue uno de los puntos que el oficialismo había aceptado en las negociaciones con el Senado), pero Milei optó por sobreactuar su embestida contra la casta. Hasta ahora esta estrategia le supo ser provechosa en términos de imagen pública.
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La incógnita es por cuánto tiempo esta estrategia será sostenible en el tiempo. Máxime cuando su sostén político amenaza con resquebrajarse. Incluso el Pro, su aliado condicional, no disimula su incomodidad: no solo es un invitado de piedra en las decisiones que toma el Ejecutivo, sino que Milei no demostró prurito alguno en desvirtuar, vía decreto y sin aviso previo, la ley de acceso a la información pública, una bandera del gobierno de Mauricio Macri.
Para peor, en las filas libertarias el clima interno no es el mejor, sobre todo tras el despido del bloque del senador Francisco Paoltroni, lo que crispa aún más la relación con la vicepresidenta Victoria Villarruel.
Paoltroni fue excluido del bloque por su rechazo a la designación del juez Alfredo Lijo a la Corte Suprema, proceso que quedó empantanado en el Senado por la renuncia de Milei a acceder al pliego de condiciones del kirchnerismo, que incluye la ampliación de la Corte Suprema.
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Milei actúa convencido que sus posiciones gozan el respaldo amplio de la sociedad por las mejoras, aunque incipientes, que evidencian algunos sectores de la economía, como también la sostenida caída de la inflación.
Esto, y su pelea cada vez menos verosímil) con la casta política, lo mantienen competitivo y robusto en imagen pública, aunque sectores de la oposición, antes complacientes, comenzaron a perderle temor y creen que sus torpezas, como el veto total a la ley jubilatoria y su posible réplica en la ley de financiamiento universitario, no le serán gratuitos.
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