menu
search
Política Frente de Todos | Alberto Fernández | Unión por la Patria

Alejandro Grimson, exasesor presidencial de Alberto Fernández, dijo que "el Frente de Todos nunca tuvo un proyecto"

Alejandro Grimson habló con AIRE sobre su gestión como asesor presidencial de Alberto Fernández, un gobierno que soñó una restauración populista que fracasó rotundamente. Qué quiso hacer, qué se hizo y por qué un proyecto progresista terminó entregándole el gobierno a la derecha.

Alejandro Grimson es todo lo que se dice de él, doctor en antropología, investigador del Conicet, docente en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y autor de libros premiados y esenciales como "Mitomanías Argentinas", "La Nación en sus límites" y "Qué es el peronismo".

Pero también fue un funcionario importante de un gobierno que soñó una restauración populista y fracasó rotundamente. La cita con AIRE fue en un café librería de La Paternal, donde se explayó sobre qué quiso hacer, qué se hizo y porqué un proyecto progresista terminó entregándole el gobierno a la derecha.

—Durante los casi tres años que fuiste asesor del Presidente, repasando las iniciativas que dirigiste y coordinaste, se puede decir que eras el encargado de darle forma y contenido a la propuesta del consenso democrático que superase la grieta y que resultó todo lo contrario ¿Fue así o el eje era otro?

—Yo lo que pensaba en ésos años (y lo sigo pensando, pero ahora reconfigurado en base a esta frustración) es que el problema histórico de la Argentina no era el peronismo, como se creía y se cree. Si lo estudiás seriemente, el problema es el antiperonismo, en el sentido de que el problema no es que haya derechos, sino que hay racismo, hay clasismo, que la desigualdad se legitima contra las mujeres, contra las diversidades, etc.

En un libro que saqué en 2019 donde escribían varios pensadores jóvenes, emergentes, en el que digo que el Frente de Todos tenía que plantearse un giro copernicano para que en lugar de que todo girase alrededor del peronismo, girase alrededor del neoliberalismo; es decir que todos estuviéramos juntos con nuestras diversidades contra el neoliberalismo, lo cual implicaba seguir ampliando el Frente pero con ese objetivo.

alejandro grimson1.jpg
Grimson es doctor en antropología, investigador del Conicet, docente en la UNSAM y autor de libros como

Grimson es doctor en antropología, investigador del Conicet, docente en la UNSAM y autor de libros como "Mitomanías Argentinas", "La Nación en sus límites" y "Qué es el peronismo".

LEER MÁS ► Ganó la antipolítica: el antiperonismo se anota el segundo triunfo más contundente en 40 años

—Correr la grieta, cambiar el clivaje, no suprimirlo…

—Es que plantearse eso es imposible desde el principio de la historia, es lo que quiere la derecha pero al revés. Ellos quieren un 70% de antiperonistas o antikirchneristas, el tema era alcanzar un consenso del 70% contra el neoliberalismo, al revés de lo que proponía (Horacio Rodríguez) Larreta por ejemplo.

Ese proyecto se encontró con varios déficits que caracterizaron al Frente de Todos y a su gobierno. El primero es que no tuvo un proyecto económico, lo que es una flaqueza general de todos los proyectos de centro-izquierda en el mundo. El progresismo, que se supone expresa a las fuerzas populares, carece de proyecto económico consistente, sin excepción, no hablo de papelitos o una lista de medidas más o menos coherentes. Es una cuestión de la época. Superarla es la tarea principal de la época.

—Notable que alguien que piensa y trabaja procesos culturales, la dimensión humana y encarnada de los procesos históricos, mencione la preminencia de la economía en este fracaso…

—Me dediqué a estudiar macroeconomía. La macro es consecuencia de una cultura. La economía es una dimensión específica de la cultura. Tengo una mirada inversa a la de los economistas, para los cuales todo es economía y la cultura es gasto y es superfluo. Por eso tratan de dirigir la economía como si no existiera la cultura y por eso vamos de catástrofe en catástrofe en este país.

LEER MÁS ► Ley Ómnibus: el paquete de medidas que presentará Milei en el Congreso

Ninguna de las escuelas y orientaciones económicas que pasaron por el Ministerio de Economía en los últimos 20 años, lograron salir del laberinto. Hubo importantes aciertos (pienso en Lavagna o Kiciloff por ejemplo). Pero para entender el problema que produjo la derrota electoral, que es profundo y se llama inflación, hay que remontarse al segundo lustro de la primera década, donde ya empezaron a sonar las alarmas.

—Lo acepto, pero no podemos negar que si hablamos del peronismo –de un frente variado, complejo– la clave también es el conductor. El que sintetiza y elige para tomar las decisiones ¿no hubo un problemón allí?

—Claro, la diversidad existe sólo si está hegemonizada en el sentido gramsciano por un proyecto claro, robusto y contundente. Si no estás sumando gente a una bolsa de gatos. Diversidad sin proyecto no existe, ¿qué es lo que vas a conducir? No había proyecto económico ni político, mucho menos.

—Si en diciembre de 2019 te decían que dos líderes peronistas iban a cortar al macrismo como programa y les iba a costar cuatro años definir un proyecto y modelo de gestión, no te lo creías.

—Siempre quedó la pregunta acerca de cómo fue el diálogo entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández para la candidatura. Pero yo creo que es como el cuento de la carta robada. Está a la vista de todos. Acordaron que sería el gobierno de Alberto y que la presencia de Cristina implica un marco, unos andariveles dentro de los cuales el gobierno se iría a desenvolver.

Cuando Cristina le pide públicamente que respete la palabra empeñada, para mí no aludía a algo que él dijo en una conversación privada, sino a la promesa electoral por la que votaron al Frente de Todos. Pero después vino el triunfo y el armado de la arquitectura del gobierno.

Eso fue pensado muy mal, desde el primer día. Secretarios que estaban contra su ministro, subsecretarios que no respetaban la jerarquía evidente. Fue un fenomenal bloqueo de gestión, pero hubo ministros buenos, regulares o malos. Lo que fracasó es la economía y la capacidad de liderazgo político con 150% de inflación es relativa, se puleveriza.

Acá si uno pudiera volver a diciembre de 2019, debería acordar poner carteles como los de Maradona cuando era DT de la selección y jugaba contra Bolivia. Esos carteles decían “la altura no existe”, nosotros tendríamos que poner otros diciendo “la inflación existe” y es lo que nos va a liquidar y mal gestionada a producir esta pesadilla, que cuando se cumplen 40 años de democracia le entreguemos el gobierno a la derecha extrema, con una vicepresidenta que reivindica la dictadura. Y a eso lo hicimos nosotros, por creer que podíamos ser geniales con ésta inflación que se suponía que no existe o no importa, nos acostumbramos a gestionar con inflación y eso es pésimo.

Cristina Kirchner reto a Alberto Fernandez Asamblea Legislativa _ph Juan Vargas NA.jpg

"El gobierno estuvo mal pensado desde el 10 de diciembre de 2019", señaló Grimson en relación a la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.

—Pero vos tuviste una oficina a metros de la del Presidente, ¿a esto lo hablabas con él cuándo te diste cuenta de que con este problema no ibas a poder hacer tu laburo?

—Nunca pensé que hacía “mi laburo”, yo vine a aportar a un proyecto colectivo. Hasta la pandemia no me dí cuenta de nada, porque estaba instalada la idea de que había que esperar el acuerdo con el FMI para que el gobierno arranque. Otro error conceptual: el acuerdo llegó dos años después, ¿qué íbamos a esperar? ¿Qué era esto de creer que iba a salir en tres o seis meses? Era eso y después veíamos como seguir o cómo empezar.

El primer mes se mandó la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, implicó una redistribución del 1% del PBI entre los más vulnerables, se repusieron impuestos que (Mauricio) Macri había quitado, pero después de eso fue algo así como vamos viendo.

Después la pandemia, que fue como una guerra. No uso la metáfora bélica sobre el Covid, sino para la política interna. Al inicio la población se unió, la oposición se alineó, la prensa acompañó. Duró muy poco, pero sucedió. El COVID fue el organizador de la actividad política, de todos los Ministerios, de Producción a Defensa. La gestión no te la organizaba la inflación sino el COVID. Y muy pronto, mientras todos aprendíamos sobre el tema.

—Ginés González García, que era un experto, un cuadro descomunal, cometió un error que sepultó su prestigio y a veces hasta su recuerdo...

—¡Claro! Ginés tuvo el error que todos recuerdan pero desde que él asume que el COVID era un problema que había que resolver trabajaba 24 horas sin descanso, y con muchísimo conocimiento y un gran equipo. Lo ví porque yo estuve ahí. Yo llegaba a cualquier hora, era una de las 30 personas que estábamos disponibles 24hs en la calle.

Ginés me llamaba “vení Alejandrito que hay reunión de gabinete”. No era una vez a la semana, era varias veces por día. Se resolvía y se seguía. A cualquier hora! La gente vivía en el Ministerio de Salud, yo estaba ahí y se laburó como nunca. Después, cuando todo había pasado, Ginés empezó a hacer reflexiones acerca de si en la primera etapa se le dio mucha importancia a lo organizativo y menos otros temas como los de la salud mental en el confinamiento.

En ese contexto conocí a un ser humano excepcional, a Carla Vizzotti, trabajamos muchas políticas juntos. Con Carla fuimos al Barrio Mugica cuando no había agua, así comenzó el Plan Detectar. Con Carla diseñamos políticas para los barrios. Teníamos la misma obsesión: instrumentos para que la gente estuviera lo mejor posible, para cuidar al máximo a cada persona.

Era mi aporte también como antropólogo, que busca entender el punto de vista del otro. Si yo estaba en el gobierno, “el otro es la población y hay que ver cómo estaban procesando esto”. Me puse frenéticamente a estudiar lo que había pasado en Europa con el Covid. A veces, casi sin dormir. Allí todo había empezado unos meses antes que en Argentina. Al estudiar lo que pasaba allí veías los problemas que tendríamos en poco tiempo. La saturación del personal de salud. El hecho de que se iban a enfermar médicos y enfermeros. También podías ver las marchas aticuarentena.

Entonces, a partir de esos análisis concluí que en Argentina teníamos un problema: nosotros cerramos el 20 de marzo por tiempo indeterminado, pero en julio o agosto el virus iba a explotar y la gente ya no podría cumplir la cuarentena. Propuse pasar a un sistema de cuarentena intermitente, para poder aplicarla riguorsamente en el invierno crudo. Se desestimó por completo mi opinión de que la gente no aguantaría más. Y el argumento era la fotografía de que el presidente tenía más de 80% de popularidad. No sabían mirar la película y no estaban dispuestos a escuchar. Se tomaron decisiones claves con encuestas, eso fue un golpe duro para mí. Era una lógica completamente ajena.

—Pero te corrieron con esto de que los intelectuales no entienden de pragmatismo político o "realpolitik" mata paper?

—Debo decir que nadie sacó a relucir argumentos anti intelectuales, pero si lo hubiesen hecho habría sido muy interesante. Porque el piantavotos al final fue el que tomó decisiones en base a encuestas y mantuvo una cuarentena firme e ininterrumpida que erosionó las bases del apoyo al gobierno.

El piantavotos no fue el intelectual, sino una realpolitik que no entiende cómo funciona la legitimidad política. Ese fue el caldo de cultivo para que creciera ésta derecha irresponsable y cruel que hoy tenemos. No era inevitable que ellos se quedaran con el sentido común y las calles, si nuestro espacio hubiera gestionado mejor esto no terminaba así.

—El periodismo político en general le adjudica la pérdida de potencia e imagen del Presidente a la famosa foto en el cumpleaños de Fabiola en Olivos. ¿Coincidís?

—Esa foto es de agosto 2020 y se publicó un año después. la imagen de Alberto empieza a bajar desde ese 80%. Para agosto seguro estaba claramente abajo del 60%. El pronóstico no era bueno. Los negacionistas de la realidad que son esos genios de la realpolitik, hicieron mucho daño negando la realidad. Esos debates existieron y muchas cosas se lograron a pesar de ésas polémicas. Argentina fue el primer país con villas miserias que protegió a su gente decretando la cuarentena, eso fue un acierto en medio de una gran complejidad.

fiesta en olivos.jpg
La foto en el cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos, en plena pandemia.

La foto en el cumpleaños de Fabiola Yáñez en Olivos, en plena pandemia.

Eso lo discutimos con el presidente muy temprano y Alberto escuchó, como muchas otras veces; armamos las cuarentenas comunitarias con el concurso de los curas villeros, de todas las organizaciones territoriales, se fortaleció la red de comedores, etc. Fui parte de eso, en los ministros que conocí había realmente una ética del cuidado llevada a la práctica. Mi disidencia no me hacía sentir afuera de un proyecto colectivo en ese momento.

La foto fue un salto cualitativo. El vínculo que se produjo en los primeros meses entre el Presidente y la población habían quedado definitivamente atrás. Era irreparable.

—Pasemos en limpio esto, ocupaste un lugar clave muy cerca del Presidente Fernández. ¿Qué aciertos te enorgullecen? ¿Qué cosas decís: lo impulsé, lo negocié y salió bien?

—Hubo un aporte que fueron los primeros discursos, el de asunción y muchos otros como el del 1 de marzo. Yo escribía y Alberto corregía y reelaboraba. Ya en la pandemia señalaría la incorporación del componente social en las políticas públicas. Cómo empatizar a través de la palabra presidencial con la gente para pedir otros esfuerzos o cómo mantener una escucha abierta, también es algo en lo que trabajé y salió bien.

Las reuniones que Ginés o Carla mantuvieron con sociólogos, antropólogos y otros especialistas son las que organicé yo, lo que implicaba mantener adentro del gobierno otras miradas respecto del sentir y el pensar de la gente, el problema de la salud mental en plena pandemia y que era una preocupación mía de años.

—La política no tiene tiempo para las ideas solía decir Horacio González, pero esto a ustedes no les pasó.

—Mirá, durante el macrismo compartimos con Horacio una reunión en la que había dirigentes que tuvieron un papel notable en el FDT. Horacio ahí percibió algo que era cierto ya en 2016, yo me había encontrado muchas veces con él porque dábamos conferencias en unidades básicas para la militancia en pleno macrismo pero lo hacíamos de diferente modo.

Él se dio cuenta de que yo –perteneciendo a otra generación– estaba haciendo un esfuerzo para tornarme accesible y rutinario para dirigentes de la política profesional, que dejaran de escucharnos como conferencistas y dialogaran con nosotros de manera cotidiana. Horacio le dijo a una persona muy cercana a mí: “Yo entiendo lo que está tratando de hacer Alejandro, pero yo no lo puedo hacer”. Eso contesta tu pregunta.

Son etapas, quizás a la edad que tenía Horacio en ese momento, diez más de los que yo tengo ahora, yo tampoco hubiese podido. Pero Horacio dirigió la Biblioteca Nacional, que es la institución cultural más importante de la Argentina, con decenas de trabajadores a cargo, con roce cotidiano. Fue una persona única y lamento que no lo hubieran llamado y consultado más. Dialogar con él siempre fue fundamental.

—Volviendo a tu experiencia en la gestión y al momento en que tomaste conciencia de que ya habías aportado todo lo que podías y había que irse. ¿Cuándo fue y por qué?

—Yo estaba convencido, varios meses antes de renunciar efectivamente, que no podía aportar más. Me pidieron que me quedara pero no podía, no tenía sentido. En 2021, después de la derrota en las PASO, en dos reuniones de altos funcionarios, una persona muy importante mencionó mi nombre para decir que la única persona que avisó que la gente estaba muy mal había sido Alejandro. Después de la derrota hubo un momento de replanteo y cierta apertura para entender algunas cosas pero rápidamente volvimos a la negación de la realidad.

Mi decisión estaba tomada antes de la renuncia de Guzmán, lo que pasa es que cuando él renuncia decido no hacerlo porque las razones y el modo de mi salida no tenía nada que ver con lo de Guzmán, ni en términos políticos ni ideológicos. Él desató una corrida cambiaria y bancaria, si vos sos un militante no renunciás en medio de eso.

Yo elegí otro momento, dos días antes de la final del mundial y no se enteró nadie. No quise producir daños. Por eso te pedí que me esperaras hasta después del balotaje. Pero ahora mismo es el mismo Presidente el que se está autoinflingiendo un daño enorme, yo pienso que no tendría que estar hablando.

—Necesito hacerte esta pregunta. Sé que puede ser un episodio odioso de recordar y sin ánimo de banalizar la imagen del Presidente. Cuando teniendo un antropólogo como vos al lado, elaboró una teoría veloz de las descendencias y dijo que “los brasileños salieron de la selva”. ¿Por qué crees que dijo eso? Lo hablaron imagino, no antes sino después.

—El presidente siempre aceptó propuestas escritas para discursos leídos. Nunca aceptó propuestas mías para una entrevista, o para discursos que improvisaba. Al día siguiente de ése error garrafal, fue la peor discusión que tuvimos. Yo pensé en renunciar porque le dediqué mi vida intelectual a la lucha contra los mitos europeizantes y fue una frustración brutal esa “tesis”. Traté de mirar varias veces ese discurso para entender qué había querido hacer y lo entendí.

Era la primera vez desde su asunción que un presidente de otro país entraba a la Casa Rosada, y España no es cualquier país, un país que es muy difícil de criticar para la prensa antiperonista. Y Alberto es muy amigo de Sánchez, había conseguido (un logro sin dudas) que viniera a la Argentina. Lo que quiso hacer él es decirle a los españoles -sin borrador ni red- que “nuestro vínculo es indestructible” pero en vez de adjudicarlo a que los argentinos somos europeos y el resto de los suramericanos afrodescendientes o indígenas, se debía hacer de otro modo.

Nuestro vínculo es indestructible porque somos el país que más españoles recibió, porque les regalamos comida cuando se morían de hambre y ellos recibieron argentinos durante la dictadura. Ese discurso tuvo impacto internacional, mis amigos me llamaban desde distintos lugares sin poder creerlo. Ahora, también debo señalar por qué me quedé. Porque Alberto, al menos en ese momento, aceptaba que yo fuera a la oficina y le dijera: ¿cómo se te ocurre decir esto? Y pasarse hora y media con un asesor debatiendo, esa vez en un tono elevado.

Pero a mí no me preocupaba. Yo sabía que él podía subir el tono cuanta más confianza tuviera en el interlocutor. Cualquiera que lo conoció en la gestión sabe que pasamos mucho tiempo debatiendo cosas relevantes, pero muchas veces esas reuniones no tenían las consecuencias esperadas o apropiadas.

—¿Cómo te pega esa sensación de entregarle el gobierno, nada menos que ustedes o que un gobierno nacional y popular identificado con los valores del peronismo y la democracia, a una de las derechas más duras y negacionistas de los últimos tiempos? ¿Hay culpa individual o colectiva? ¿Qué te pasa con eso?

—Por partes, primero hay un tema con la última elección. Yo siempre pensé que perder era una posibilidad concreta, por menos diferencia, pero derrota. Muchos de mis compañeros con responsabilidades en UP no lo pensaron así, me consta. Por eso hoy -a punto de la asunción de Milei- el impacto anímico no es igual para quienes esperábamos este desenlace y los que se prepararon para otra cosa creyendo que por un punto o punto y medio pero se ganaba.

Los que participamos en el gobierno tendremos la cuota de responsabilidad que nos asigne el proceso histórico, ahí la carga es colectiva e individual. Pero yo tengo un mensaje para todos los compañeros y compañeras que sienten esta frustración enorme y es que tiene que haber una renovación de verdad. Los que participamos podremos ayudar de alguna manera, marginalmente, con energía militante, pero no podemos protagonizar lo que viene, esos tienen que ser los que no participaron de este proceso, de esta oportunidad perdida.

—Sería absurdo pero posible que los que no supieron conducir al éxito sino al fracaso este proceso sean los que digan “la reconstrucción es por acá”. ¿Vos creés que va a pasar eso o le tenés fe a tu consejo?

—Yo espero un rol de humildad, pero creo que como exasesor que ha visto cosas e interactuado con gente del espacio, va a ser una porción minoritaria la que haga eso. La tónica de los que participaron y tuvieron cargos altísimos en el gobierno es la soberbia y la arrogancia de que los que fallaron fueron todos los demás, nunca ella o él. Y ese es el motivo por la cual la gente nos siente tan distantes.

El que protagonizó, paso al costado y a dejar que los y las compañeros y compañeras que ganaron provincias, intendencias, bancas legislativas, pasen al frente y si necesitan prender un fuego, nosotros tenemos que ir a juntar leña al bosque.

—Estamos cerca, te pregunto entonces por qué la gente votó como votó, desde el punto de vista de un analista de los procesos sociales y culturales. ¿Por qué no triunfó la propuesta de una Argentina unida e inclusiva y pasamos de “la patria es el otro” a “la culpa es del otro” y tramados por el odio?

—Bueno, lo que vos y yo llamamos odio, la misoginia, la homofobia, el antiperonismo militante, es una cosa. Pero la gente que ve el desparpajo y la ineficacia de la clase política que vino a mejorarles la vida, también odia, odia eso y es entendible. Piensa “solamente alguien que me odia debe querer representarme y a la vez vivir tan al margen de mi realidad”.

Es así, mientras la mayoría de los dirigentes de UP dice "no puedo entender cómo la gente vota a Milei", la gente los mira y hace una pregunta en espejo: "¿Cómo votaría a UP después de lo que produjo?".

Yo voté a UP convencido y militante, pero lo loco no es que ellos hayan votado otra cosa, desde el punto de vista de la gente -no digo del libertario fanático-, es que nosotros hayamos votado a UP.

Hay que cambiar el punto de vista, la antropología te sirve para eso, aunque sepamos que todos vamos a sufrir el plan de ajuste más gigantesco que la Argentina recuerde, esto va a ser peor que Menem, De la Rúa y Macri y, salvo por la dictadura, va a ser el de mayor represión desde la vuelta de la democracia.

Pero la gente no votó eso, a mi me lo dicen, entraron al cuarto oscuro a votar un cambio y había dos boletas, hicieron eso y hay que bancárselo. No supimos explicar que los mismos que ya los habíamos defraudado ahora los íbamos a tener en cuenta.

—Visto así UP hizo una gran elección…

Es milagroso que más de un 40% haya decidido sostener su voto a pesar de todo lo que pasó y a pesar de los dirigentes que tuvimos. La gente está pendiente de otro "Nunca Más" te diría, nunca más a la inflación y los peronistas deberíamos entenderlo. Nunca más a la deuda externa, pero nunca más a las Leliqs, a la inflación, a gobernar sin presupuesto gracias a esa misma inflación.

El tema es que si la única persona que interpreta eso es Milei, estamos fritos. Necesitamos una mejor interpretación de este desastre peronista, sin eso no vamos a poder recuperar un proyecto con inclusión y democrático que garantice la vigencia de los derechos humanos. Ese es el desafío de las generaciones militantes que hoy tienen roles secundarios o están afuera y tienen que protagonizar lo que viene.