Desde hace más de un mes, los familiares de Sergio Martínez, un preso actualmente detenido en la cárcel de Coronda por una causa que investiga un homicidio ocurrido en 2022 en barrio Santa Rosa de Lima, se hacen escuchar en frente a tribunales.
Haga frío o calor, el reclamo está presente y buscar sostener la inocencia de Martínez, a quien desde Fiscalía lo acusan de haber participado del crimen de Nahuel Casco, de 17 años, muerto el 23 de julio del año pasado.
Aquel día, según estableció la investigación, el adolescente se encontraba en Estrada al 2000, cuando cerca de las 18 una moto, con dos hombres a bordo, pasó por el lugar y abrió fuego. Por el hecho hay dos detenidos, uno de ellos es Sergio Martínez.
En una entrevista con AIRE, Fabio Martínez, padre de Sergio, expresó: “Estoy viniendo todos los días de 6 a 10 de la mañana por la injusticia que están cometiendo con mi hijo. Ese día (cuando ocurrió la muerte de Casco) estábamos mirando el partido de Colón, ni enterados que había pasado ese homicidio. Acá hay algo raro”, aseguró.
“Le pido perdón a la gente de acá, pero si no lo hago yo, quien lo va a hacer por mi hijo”, expresó entre lágrimas.
Cómo murió Nahuel Casco
El 23 de julio de 2022, los disparos alcanzaron al joven de 17 años y provocaron su muerte en el lugar. Desde entonces, se inició una investigación que estuvo a cargo de los detectives de la sección homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), que a partir de las pistas recolectadas sindicaron a Sergio Martínez como uno de los hombres que presuntamente iba en la moto en la que iban los sicarios de Casco.
Un mes después, el fiscal Martín Torres (hoy juez penal de primera instancia) ordenó la detención de Martínez y de otro hombre identificado como A.M. de 29 años, para luego imputarles el asesinato de Casco.
Tal acusación se forjó principalmente del testimonio del hermano de Casco que, según el legajo judicial, fue testigo directo del hecho y si bien en su momento dijo no conocer al autor del crimen (al cual vio a tres metros), confesó que luego lo reconoció por una fotografía que le llegó y en la cual estaba Martínez.
Ese testimonio fue valorado tanto por el juez de primera instancia, Gustavo Urdiales, que ordenó la prisión preventiva de Martínez, y por la camarista Martha Feijoó que ratificó la medida cautelar.
“El peso convictivo de ese testimonio directo, sin interés alguno, al igual que lo que manifestaron los anteriores magistrados en sus respectivas resoluciones, no es superado por los nuevos testimonios que la actual defensa presenta", evaluó la jueza de segunda instancia.
Tal consideración fue a partir de que la defensa de Sergio Martínez, a cargo de los penalistas Claudio Torres Del Sel y Natalia Giordano, presentó una serie de testigos que buscaron desvincular a su cliente del crimen de Casco. De hecho, la hipótesis apunta a que el homicidio lo habría cometido un joven que es menor de edad y cuyo nombre surgió apenas ocurrió el fatal desenlace.
La controversia judicial, que se encamina al juicio, es lo que lleva a los familiares de Martínez, principalmente a su padre, Fabio, a expresarse a diario frente a la puerta principal de tribunales y sostener que su hijo es un inocente preso.
El reclamo que lleva un mes frente a tribunales
Fabio Martínez llega a la Plaza de Mayo desde muy temprano, cuelga las banderas y a puro redoblante arranca con una batucada que culmina cerca de las 10 cuando se va a trabajar de ambulanciero.
—¿Qué lo lleva a venir aquí todos los días?
—La injusticia que cometen con mi hijo. Está detenido desde hace un año por algo que no cometió y acá nadie te pasa cabida, ni una explicación. Presenté testigos y lo tienen detenido.
—¿Cómo definiría a su hijo?
—Sergio Martínez es un padre de familia, preso injustamente. Lo acusan de algo que no hizo cuando tenemos todas las pruebas y testigos. Por eso es mi reclamo y vengo todos los días a las 6 de la mañana y estoy acá firme. Para todos los que me preguntan (por los encargados de la investigación) tengo respuesta.
Desde que empezó esto es un calvario, no se lo deseo a nadie. Yo no molesto, solo vengo a pedir justicia por una injusticia. Mi hijo es víctima de todo esto. No saben el daño que están haciendo.
—¿Cuánto más seguirá con su reclamo?
—Hasta que no vea a mi hijo en la calle, porque no tiene nada que ver. Siento una impotencia increíble. No voy a bajar los brazos.
—¿Cada cuánto lo ve?
—Cada quince días tengo visitas con él. Le hicieron perder los quince de la hija y la mujer está esperando mellizos. Ya no cree en nada. Le pasó la vez anterior (en otra causa de homicidio en la que fue absuelto), no se entiende.
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