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Policiales

Corrupción policial, narcos y violencia: una comisaría del oeste de Rosario donde reina la oscuridad

Un subcomisario fue detenido por tener dos autos robados en la provincia de Buenos Aires. A uno de los rodados le había colocado la patente de un patrullero. Lo habían trasladado a la seccional º12, que fue baleada en febrero y se investiga la connivencia con los narcos de Ludueña

La corrupción genera desconfianza. Irradia un alto nivel de descreimiento que es difícil revertir. Y si se trata de la policía, el riesgo es aún mayor, porque esa desconfianza provoca aún más temor ante el delito. No sólo la inseguridad derrama miedo, porque a esta se suma el temor a quien la combate. Esa idea, estudiada desde hace tiempo en las ciencias sociales, calza perfecto en una historia que parece inverosímil por ser tan rústica y elemental. Pero es real.

La trama empieza en 2021, cuando Iván A., un subcomisario de 42 años, es designado a cargo del depósito judicial de la Unidad Regional II, donde van a parar a un galpón, que está en un predio cercano a la Alcaidía, los vehículos que se secuestran en causas penales.

En noviembre pasado, la División Judiciales de la URII recibió una denuncia que canalizó a través del fiscal Gonzalo Fernández Buzzi sobre un faltante de autos en ese depósito. Ninguno de los responsables de ese lugar había avisado sobre el supuesto robo de vehículos dentro de esa dependencia policial. En la investigación judicial empezaron a aparecer cosas extrañas. Detectaron que allí se produjo un incendio que destruyó varios autos.

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Los disparos contra comisarías, centros de detención y sedes de la Justicia ya no sorprenden a nadie en Rosario.

Los disparos contra comisarías, centros de detención y sedes de la Justicia ya no sorprenden a nadie en Rosario.

El subcomisario de 42 años fue corrido del depósito judicial. En febrero fue designado en la seccional Nº7 y luego en la Nº12. En esta última comisaría se produjeron hechos también extraños. El 19 de febrero balearon esa dependencia, donde hay fuertes sospechas de corrupción y vínculos con los narcos de barrio Ludueña. En los últimos dos meses, esa zona fue la más castigada por la violencia.

El lunes pasado, el fiscal Fernández Buzzy ordenó un allanamiento en la casa de Iván A. Los efectivos de la División Judiciales se toparon con algo llamativo: dos autos que estaban en la vivienda del subcomisario habían sido robados en la provincia de Buenos Aires.

Según explicaron fuentes judiciales a AIRE, una camioneta VW Amarok, que figura como sustraída en Buenos Aires, tenía una chapa patente de un patrullero. Ese móvil policial, según los registros consultados por el fiscal, figura como inutilizado.

El otro auto que estaba en la cochera, un VW Vento, también figura como sustraído, aunque no tiene pedido de secuestro. Ambos vehículos habrían sido robados en 2019. Pero aún no se sabe cómo aparecieron en manos del subcomisario, que se movía en una camioneta y un auto de alto valor en el mercado que habían sido sustraídos en otra provincia.

Iván A. no tenía documentación de ninguno de los dos rodados. Argumentó a los policías de la División Judiciales que el VW Vento se lo había comprado en abril pasado “a unos gitanos de la zona sur de Rosario”, pero que no contaba ni siquiera con un boleto de compra venta.

El subcomisario de 42 años se desempeñaba este último tiempo, luego de que surgieran sospechas oscuras en el manejo del depósito judicial, en la seccional Nº12 que está considera como un nido de corrupción en la zona oeste de Rosario.

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A un subcomisario de la seccional 12° de Rosario lo encontraron manejando un vehículo robado en la provincia de Buenos Aires. Dijo que se lo había comprado a los gitanos.

A un subcomisario de la seccional 12° de Rosario lo encontraron manejando un vehículo robado en la provincia de Buenos Aires. Dijo que se lo había comprado a los gitanos.

El 19 de mayo esa seccional fue allanada por efectivos de la Agencia de Control Policial, por orden del fiscal Pablo Socca. En la inspección judicial se incautó documentación relacionada con el libro de guardia. Lo que se buscaba corroborar si en esa seccional había estado demorado en las últimas horas un joven mencionado como líder de una bandita que se disputa el territorio a los tiros con otros narcos del barrio. La sospecha es que se pagó su liberación.

La comisaría había sido blanco de balaceras en la madrugada del sábado 19 de febrero pasado, cuando dos personas en moto pasaron y realizaron disparos que impactaron contra el frente de la seccional y uno de los patrulleros que estaba estacionado, en cuyo interior había al menos cinco personas.

Horas antes de la visita de los investigadores a la comisaría hace una semana fue relevado el jefe de la seccional, Gonzalo Mohamad, a quien la jefa de Policía de la Unidad Regional II (URII), Margarita Romero, le asignó otro destino.

El martes de la semana pasada los vecinos de la zona realizaron una protesta con quema de cubiertas en la seccional. Eran amigos y parientes de Mauro Fleita, un joven ejecutado en Felipe Moré al 600 bis. La gente del barrio se queja de la connivencia y protección policial de esa dependencia con las bandas narco de la zona, una de ellas dominada por el clan Riquelme.

La comisaría 12° está considera un nido de corrupción en el oeste de la ciudad de Rosario.

En abril pasado fue ejecutado uno de los jóvenes que estuvo detenido por el ataque del 19 de febrero a la comisaría 12. Cristian Fernández, conocido como Larva, fue acribillado en Gorriti y Campbell, a unas diez cuadras de donde vivía. Cuatro sicarios que pasaron en dos motos le dispararon con armas de grueso calibre.

En noviembre pasado ocurrió otro hecho extraño en torno a la comisaría 12. Dos albañiles del barrio fueron acribillados cuando se encontraban realizando trabajos en una casa donde funcionaba un búnker. Gerardo Miqueo, de 50 años, había llegado a su casa luego del trabajo y estaba haciendo una changa para un vecino. Y Miguel Farías, de 30, estaba parado en la puerta del pasillo. Ambos fueron alcanzados por algunos de los veinte disparos que habían sido disparados con una ametralladora. Los dos murieron en el acto.

Los vecinos contaron a AIRE que unos minutos después del crimen pasaron dos policías y se llevaron una bolsa negra que había dentro del búnker. “Se llevaron la plata”, apuntó un hombre que vive en la cuadra. Luego, la gente del barrio quemó el búnker hartos de la corrupción policial y de los narcos.