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Policiales femicidio | género | marido

Con su silencio, Gisela Fiamaca acusó a su femicida

El marido de la joven asesinada el domingo en su casa de Santa Rosa de Lima quedó en prisión preventiva. La jueza Luna dio por acreditado el contexto de violencia de género y el agravante de femicidio.

La jueza Susana Luna impuso la prisión preventiva a Gustavo Ponce de León, investigado por el femicidio de su esposa Gisela Fiamaca. La audiencia se desarrolló en la sala 2 del subsuelo de tribunales, y la fiscal de homicidios Cristina Ferraro expuso la evidencia que vincula a Ponce de León con la agresión que le costó la vida a la joven de 26 años.

Ponce de León cuenta con la defensa particular del abogado Ignacio Alfonso Garrone, quien cuestionó la imputación de la Fiscalía y solicitó medidas alternativas a la prisión preventiva que no fueron avaladas por la magistrada.

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A la madrugada y entre cuatro paredes

Gisela perdió la vida por una herida punzante en el costado del tórax, que le lesionó el corazón. El ataque ocurrió en la casa de calle Tucumán al 4600, donde vivía junto a su marido Gustavo y la hijita de ambos, el domingo a las tres y media de la mañana.

Gisela pidió ayuda. A los gritos, llamó a su vecina, quien les alquilaba la casa y vivía en la parte posterior. Cuando la mujer entró en la pieza, que tenía la puerta cerrada, Gisela estaba sentada en la cama, Gustavo estaba al lado de ella presionando su costado; la hija de Gustavo, de ocho años de edad, y la pequeña que habían tenido juntos, estaban en la camita de al lado.

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Los investigadores secuestraron de la casa donde habría sido atacada la víctima una serie de pruebas relevantes para el caso.

Los investigadores secuestraron de la casa donde habría sido atacada la víctima una serie de pruebas relevantes para el caso.

Gisela le dio el teléfono a la vecina y le pidió que llame a la ambulancia. Ni ella ni Gustavo dijeron una palabra sobre lo que había pasado. Como la ambulancia no llegaba, Gustavo fue a pedirle ayuda a un tío de Gisela, con quien había estado cenando: “Vamos al hospital. Gisela está descompuesta”.

Cuando llegaron al nosocomio dijo lo mismo: está descompuesta. Los médicos advirtieron la herida en el costado y la sometieron de urgencia a una cirugía, pero no fue suficiente y Gisela falleció algunas horas después.

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Violencia de género

Las sospechas sobre la autoría del ataque a Gisela recayeron enseguida sobre su marido: no había otra persona con ellos en la casa, y ya era sabido por la familia que Gustavo era violento con Gisela. La familia de Gisela rechazaba el vínculo, lo que generaba peleas y distanciamientos.

Los testimonios brindados por una de las hermanas y la mamá de Gisela remarcaron el silencio que siempre mantuvo la joven ante las agresiones de su marido, a pesar de que era habitual verla con el rostro lastimado. Ese silencio que, tal como sostuvo la fiscal y valoró la jueza, es una de las mayores manifestaciones que pueden expresar las mujeres sometidas a la violencia machista. “¿Por qué pedirle ayuda a gritos a su vecina y no a su marido, que estaba al lado de ella?”, se preguntó Luna al momento de resolver.

Gisela siempre se mantuvo en silencio, hasta el último momento de su vida. Ese silencio era un claro síntoma de vulnerabilidad y de sometimiento. Su cuerpo habló a partir de los golpes por lo que su boca no pudo poner en palabras. Gustavo siempre estuvo presente. Esa asistencia que le brindaba para demostrar su poder: estoy acá, al lado tuyo. No digas nada. Y Gisela no dijo nada.

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