La prestigiosa casa de subastas Sotheby’s revolucionó el mundo del arte con la venta de A. I. God, creada por el primer robot humanoide capaz de pintar de forma autónoma, en una cifra superior al millón de dólares.
Esta pieza no solo se destaca por su elevado precio, sino porque invita a reflexionar sobre el papel de la tecnología en la creación artística y el legado de la inteligencia artificial.
La obra, que representa un primer plano del rostro de Alan Turing, fue inicialmente valorada en 180 mil dólares, cifra que la venta final superó con creces.
La robot Ai-Da fue desarrollada por Aidan Meller, quien lo concibe como una “artista ideal” para explorar la evolución de la tecnología y su impacto en la humanidad. A través de sus obras, Ai-Da propone cuestionamientos sobre la “naturaleza divina” de la inteligencia artificial y la informática, inspirándose en figuras icónicas como Turing y Ada Lovelace, la primera programadora de la historia.
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La obra subastada,A. I. God, es un políptico que incluye cinco paneles y un retrato de Turing, un pionero en el campo de la computación y en descifrar códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. El retrato de Turing se caracteriza por “tonos apagados y planos faciales rotos”, lo que, según Meller, evoca los desafíos y dilemas que Turing anticipó respecto a la inteligencia artificial.
La trayectoria de Ai-Da ha capturado la atención de la escena artística y tecnológica, participando en eventos de renombre como la Bienal de Venecia en 2022 y la Cumbre Global AI for Good en Ginebra. Su exposición en Ginebra también incluyó un retrato de Ada Lovelace, pionera en programación, quien además inspiró el nombre de Ai-Da.
La subasta de A. I. God marca un cambio en la percepción del arte digital y robótico, planteando interrogantes sobre la creatividad humana y el futuro del arte.
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