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La bitácora |

Perdonar es entender que el otro también tiene derecho a ser un pelotudo

Hay que seguir el viaje, aceptar que uno es un pelotudo y que el otro también lo puede ser. Perdonar. Esa es la clave. Y "Pechu" te lo explica en su tercera columna para Aire Digital.

Experiencia: acontecimiento que se vive y del cuál se aprende algo. En otras palabras: nombre corriente que uno le da a sus errores para no sentirse un pelotudo. Crecer es eso: llenarse de experiencias, ponerle un nombre bonito a nuestros errores. Errores con dos ojos, con piernas... errores que pasan por nuestra cama o nuestro corazón (o ambas).

Vamos cambiando con cada paso que damos, mutamos. Y en todo ese camino, nos vamos cargando de un sinfín de cosas; llenamos la mochila de lastre emocional, de cosas que nos marcan y no nos sirven para nada. Así, eso que empezó como un encuentro casual con otro que nos movió el piso, es ahora una experiencia de mierda que nos condiciona para seguir adelante.

Después de una edad indeterminada, hablar de la historia de cada uno es contar un poco las marcas que le fueron dejando esas experiencias, y la mochila parece ser cada vez más pesada y más grande.

Si miramos detenidamente, hasta nosotros mismos somos el lastre de otro: somos la que no llamó más, la que lo acosaba por WhatsApp; somos la que se levantó al amigo, somos la que lo dejó por uno más joven, el que te bloqueó de las redes; o somos la que dijo "tenemos que hablar".

Cada vez que fuimos lastre, tuvimos nuestros motivos, y lo mismo les pasó a todos los demás. Tenemos que sentirnos pelotudos, darnos cuenta de que lo somos. Y de que también pueden serlo todos los demás. Asumirse pelotudo es aceptar que uno comete errores, y perdonarse es una forma de aprender y avanzar. Del mismo modo, perdonar el lastre es dejarlo ir. Duele y condiciona, porque todavía está ahí.

Lo malo de los errores es que no los sabemos disfrutar, pero ninguna buena anécdota se construye sin errores.

La vida misma, en normalidad o en pandemia, llena de errores nuevos y viejos nos espera para vaciar la mochila y volverla a cargar. Hay que seguir el viaje.

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