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Judiciales Rosario | Ministerio Público de la Acusación | Esteban Alvarado

La imputación contra Rodrigo Ortigala, el juicio contra Patricio Serjal y las internas en el MPA

Son casos separados, pero es donde se hacen visibles una y otra vez las diferentes miradas y los conflictos dentro del Ministerio Público de la Acusación.

La biografía de Rodrigo Ortigala atraviesa la historia del crimen organizado de Rosario. Hay una diferencia que lo distingue a él y a su hermana Mariana, que es la viveza de vivir de la mafia y disfrutar de sus beneficios económicos hasta hace poco tiempo en libertad, siempre con la extrema paranoia de que en cualquier momento una bala 9 mm puede terminar con todo. La razón que generaba tanta inquietud era un comoditie de ese mundo: la lealtad.

Ellos la habían roto. Los hermanos habían pertenecido al entorno cercano de Esteban Alvarado y tras un problema personal pasaron a tributar para Ariel Guille Cantero. “Es el único que me puede proteger”, dijo Mariana Ortigala antes de ser detenida.

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En ese trajín de permanentes traiciones se convirtieron, como otra manera para sobrevivir, en testigos, en delatores de su exjefe Esteban Alvarado, mientras continuaban con su negocio de las extorsiones y con una fina tarea de pasar información a Los Monos para que recaudaran con las exigencias que hacían a los comerciantes —a los tiros— para que pagaran por protección.

La detención de Rodrigo Ortigala y su accionar en Rosario

Esta semana el fiscal Federico Rébola atribuyó a Rodrigo Ortigala y a su cuñado Alejandro Belinatto haber participado, junto a personas aún no identificadas, en una serie de maniobras extorsivas contra al menos tres comerciantes de la ciudad en 2021.

Ortigala fue detenido el 22 de setiembre pasado, unos días después que empezara el juicio contra el exfiscal regional Patricio Serjal, donde el nombre de Ortigala también aparece de forma frecuente en boca de testigos, fiscales y defensores.

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Leonardo Peiti, el empresario del juego clandestino, también aparece en toda esta trama delictiva.

Leonardo Peiti, el empresario del juego clandestino, también aparece en toda esta trama delictiva.

Este hombre, que tiene gran parte de su cuerpo tatuado, fue quien extorsionó a Leonardo Peiti, el capitalista de juego clandestino, en 2019, cuando balearon su edificio de calle Servando Bayo, donde quedó la pintada en una pared: “Leo pagá”. Es un punto clave en la cronología de la causa de juego clandestino.

Las internas en el Ministerio Púbico de la Acusación

Hay un denso mar de fondo detrás en torno al caso Ortigala que encendió una serie de disputas internas en el Ministerio Público de la Acusación, que también se exhibieron públicamente en el juicio contra Serjal, como declaró la exfiscal regional María Eugenia Iribarren.

Lo extraño de este juicio es que por momentos Serjal, que es el acusado, junto con Ugolini, de cobrar coimas de Peiti, queda en un plano secundario y lo que queda en primer plano son las diferencias y corrientes internas dentro del MPA, que se retrotraen al momento en que Edery fue suspendido y se abrió una causa en su contra por tener una relación inapropiada y por proteger supuestamente a testigos, entre ellas, Mariana Ortigala, que fue detenida en 2023 por extorsiones y comprar propiedades con fondos oscuros del narcotráfico.

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Edery y Luis Schiappapietra investigaron la causa de juego clandestino que terminó con el senador del PJ Armando Traferri imputado como jefe de una asociación ilícita.

En la imputación contra Rodrigo Ortigala, Rébola planteó que la investigación contra este hombre arrancó en 2021.

El 9 de agosto de ese año Ignacio Fauda, un empleado del MPA, envía un correo electrónico en el que se menciona que al analizar una pericia telefónica se halló una conversación de un número agendado como Rodi, que pertenecía a Ortigala.

Dos años después, en diciembre de 2023, el auditor del MPA Leandro Mai reenvía un mail con el informe de la Unidad de Criminalidad Organizada, fechado el 25 de agosto de 2021, donde constan “elementos vinculantes entre causas donde se investigan extorsiones a comerciantes de Rosario”.

De alguna manera, en la imputación contra Rodrigo Ortigala los fiscales en ese momento en Criminalidad Organizada habían informado sobre las actividades criminales de este hombre. Esto confirma, de alguna manera, lo que argumentó Edery, que niega haber protegido a los hermanos mafiosos.

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El juicio contra el exfiscal Patricio Serjal pone todos estos temas otra vez en debate.

El juicio contra el exfiscal Patricio Serjal pone todos estos temas otra vez en debate.

El juicio contra Serjal volverá a poner este tema en el debate, ya que van a declarar por pedido de la defensa del exfuncionario las fiscales de Santa Fe Bárbara Ilera y María Laura Urquiza, que investigan a Edery.

Antes de que comenzara el juicio, los abogados Ignacio Carbone y Renzo Biga habían planteado (pero no prosperó) que no tenían pruebas elementales para iniciar el debate, entre las que mencionaron las pericias telefónicas del teléfono de Edery y de Ortigala.

“El pedido de esta defensa no radica simplemente en haber sido Edery el fiscal en la causa contra Serjal, sino que, particularmente en el marco de la investigación llevada a cabo contra nuestro asistido es donde se habrían llevado a cabo todas –o gran parte– de las conductas ilícitas imputadas al fiscal Edery. El derrotero de esta defensa en procura de acceder a la evidencia se ha vuelto un “laberinto” procesal que nos lleva a una “encerrona jurídica”, privando a un justiciable el legítimo derecho de defenderse, bajo el argumento evasivo que esté otro fiscal en mejores condiciones para recibir nuestro planteo”, afirmaron los abogados de Serjal.

El negocio del robo y venta de autos importados de Esteban Alvarado en Buenos Aires y Rosario

Rodrigo Ortigala era del círculo cercano de Esteban Alvarado, actualmente preso en el penal de Marcos Paz, bajo el régimen de alto perfil, que impone un aislamiento casi total del recluso, que es monitoreado con cámaras 24 horas.

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A mediados de los 2000, en plena expansión económica del país, se dedicaban a un negocio criminal con el que se hicieron millonarios y le sirvió a Alvarado para financiar su emprendimiento de adquirir cocaína en Paraguay, a partir de las rutas que operaba su madre con el contrabando de cigarrillos con avionetas.

La precuela del negocio narco fue el robo de autos de alta gama en la zona norte de Buenos Aires. Según contó en su momento Ortigala a AIRE, tenían “dateros” –empleados infieles en las concesionarias— que les indicaban cuándo y quién compraba coches importados.

Los robaban antes de que llegaran a los 5.000 kilómetros. Tenían un lugar donde los “enfriaban”, es decir, los guardaban, y cuando reunían una docena, la cantidad que entraba en un camión mosquito, los trasladaban a Rosario.

Este hombre contó que la demanda de autos era tan grande que llegaron a traer a esta ciudad tres camiones por mes. En Rosario, los vehículos eran adulterados por Carlos Argüelles, el chapista que luego de que declarara en su contra, Alvarado mandó a matar en setiembre de 2021, luego de que revelara las atrocidades que el capo narco había cometido a lo largo de su carrera criminal, con crímenes que nunca se resolvieron porque los cuerpos jamás aparecieron, debido a que –según reveló el testigo— los disolvían en ácido o los sepultaban en hormigón.

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Esteban Alvarado, el líder de uno de los clanes narco más importante de Rosario, en el momento de su detención.

Esteban Alvarado, el líder de uno de los clanes narco más importante de Rosario, en el momento de su detención.

Después de que los autos eran trasladados a Rosario los ofrecían para la venta en los clasificados de los diarios locales. Tenían los papeles adulterados y también los números de motor y chasis.

Se vendían muy rápido por la alta demanda que había en ese momento, pero el ardid incluía otro capítulo, aún más redituable: porque tenían un acuerdo con el área de Automotores de la Policía. Alvarado y Ortigala les pasaban a los agentes los datos de los compradores y los policías secuestraban el auto vendido.

A un mismo vehículo importado llegaban a venderlo tres veces. Como Alvarado tenía una red de complicidades con la policía y la justicia en Rosario, nadie lo investigaba. El exjuez federal Marcelo Bailaque renunció el 1° de julio de este año, antes de ser destituido por el Consejo de la Magistratura de la Nación, luego de que LA NACION publicara el 11 de junio de 2024 que el jefe narco y el magistrado compartían el mismo contador, Gabriel Mizzau, y el titular del juzgado federal N° 4 tardó tres años, recién en 2016, en autorizar una serie de escuchar telefónicas que había pedido el jefe de la PSA en Rosario Emilio Lencina.

Esto se reveló en el juicio en 2022, en el que Alvarado fue condenado a prisión perpetua, a partir de una investigación de los fiscales Luis Schiappapietra y Matías Edery. Pero el primero que identificó las actividades criminales de Alvarado fue el fiscal de San Isidro Patricio Ferrari a partir de una investigación con el robo de autos en la zona norte de Buenos Aires.

En esa causa se cristalizaba el poder creciente de este narco y sobre todo sus influencias y complicidades. La biografía de Ortigala deja traslucir las complicaciones y complicidades de un universo mafioso, donde nada es como parece.