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Jorgelina Hiba | Sequía | Marruecos | Ambiente

La feroz sequía de Marruecos actualiza el debate sobre la crisis mundial del agua

Ese país del norte de África atraviesa un déficit hídrico que lleva seis años. En Europa, muchos países tuvieron un verano boreal crítico.

El sur de Europa y el norte de África atraviesan desde hace años una situación hídrica delicada que afecta a la salud, a la economía y al ecosistema. Uno de los países más castigados es Marruecos, que padece desde hace seis años una de las peores sequías de su historia, con lluvias hasta un 67% por debajo de los promedios históricos.

Esto pone a esa nación en una situación crítica para el abastecimiento de agua dulce a su población, afecta la agricultura y tensiona incluso al sector turístico, una de sus principales actividades económicas.

Amplias zonas de Europa, por su parte, arrastran episodios de sequías desde 2018. En el norte de Italia, Francia y España, el verano boreal generó problemas de abastecimiento de agua para el uso humano, la agricultura y la producción de energía, según un informe del Centro Común de Investigación de la Unión Europea.

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Muchos de esos países tienen dificultades en relación al agua, incluso durante el invierno, debido a las pocas lluvias y nevadas, a niveles elevados de consumo y a gestiones deficientes del recurso.

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La sequía afecta la agricultura y tensiona incluso al sector turístico, una de sus principales actividades económicas.

La sequía afecta la agricultura y tensiona incluso al sector turístico, una de sus principales actividades económicas.

Un informe reciente del IPCC, el panel de expertos en cambio climático de Naciones Unidas, advertía recientemente que aumenta el riesgo para el suministro de agua en todo el mundo debido a su "vampírico y excesivo consumo".

De acuerdo a datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) solo el 0,5% por ciento del agua presente en la Tierra es agua dulce, utilizable y disponible, y el cambio climático está afectando peligrosamente ese suministro.

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En los últimos veinte años, el almacenamiento de agua terrestre, incluyendo la humedad del suelo, la nieve y el hielo, ha disminuido a un ritmo de 1 centímetro por año, con consecuencias importantes para la seguridad del agua.

Marruecos, en situación crítica

El país norafricano está al límite. Según información brindada por el gobierno, las precipitaciones registradas durante el último trimestre llegaron a apenas 21 milímetros en total, un 67% por debajo de la media anual considerada como normal.

Esto afecta de forma severa al ingreso de agua en los embalses, que durante el mismo período fueron de 519 millones de metros cúbicos, frente a los 1.500 millones de metros cúbicos del año pasado, una merma del 66%.

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Las precipitaciones registradas durante el último trimestre llegaron a apenas 21 milímetros en total.

Las precipitaciones registradas durante el último trimestre llegaron a apenas 21 milímetros en total.

La falta de agua está acompañada por temperaturas medias también muy por encima de las normales, que en los tres últimos meses superaron en 1,3 grados la media anual, lo que a su vez generó un impacto negativo en la evaporación de la –ya de por sí– poca agua almacenada en los embalses.

La situación que atraviesa Marruecos no es nueva, ya que arrastra una sequía nunca vista desde hace al menos seis años, lo que generó una reducción alarmante de sus recursos hídricos: la región de Loukkos –noroeste del país–, que representa el mayor depósito de agua de Marruecos, pasó de un nivel medio anual de entradas de agua a los embalses de 282 millones de metros cúbicos a solo 23 millones de metros cúbicos en el último trimestre.

Europa, entre el sobreconsumo de agua y la escasez

Según un informe de la WWF publicado a mediados del año pasado, la sequía hidrológica que padecen países como España no es un fenómeno natural, sino “el resultado de una mala gestión del agua durante años”.

“Ninguna intensa lluvia va a resolver la sequía prolongada que atraviesa España y buena parte de Europa, acentuada por el cambio climático. El estrés hídrico afecta al 20% del territorio comunitario como resultado de una mala gestión del agua”, lo que dispara los costes económicos y la pérdida de miles de hectáreas cultivos, según esa organización socioambiental de alcance global.

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 El estrés hídrico afecta al 20% del territorio comunitario como resultado de una mala gestión del agua.

El estrés hídrico afecta al 20% del territorio comunitario como resultado de una mala gestión del agua.

Para los expertos de la WWF, lo que se necesita es “un giro radical hacia una gestión del agua adaptada a la crisis climática y de biodiversidad”.

Según el informe, durante las dos últimas décadas (2000/2021) la sequía ha afectado, en promedio, a 62 mil kilómetros cuadrados de tierras de cultivo en Europa, una superficie equivalente al doble de Bélgica.

Esto genera un grave perjuicio económico y se estima que las sequías en Europa causan hasta 9 billones de euros de daños económicos al año. “En un escenario donde las temperaturas aumenten 1.5 grados por el cambio climático, los costes se dispararían hasta los 25 billones de euros anuales”.

La parte del cambio climático

Para los científicos que estudian el clima no hay dudas: el agua y el cambio climático están estrechamente relacionados. “El cambio climático afecta al agua de formas complejas. Desde patrones de precipitación impredecibles hasta la reducción de las capas de hielo, pasando por el aumento del nivel del mar, inundaciones y sequías: la mayor parte de los impactos del cambio climático se reducen al agua” explica el reporte “El agua, en el centro de la crisis climática” publicado por la ONU.

El cambio climático acelera la escasez de agua, así como los eventos peligrosos (inundaciones y sequías) relacionados con este recurso, ya que el aumento de las temperaturas a nivel global altera los patrones de precipitación y todo el ciclo del agua.

Desde Naciones Unidas estiman que cerca de dos mil millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a agua potable segura en la actualidad (Informe ODS 2022) y que la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua en algún momento del año, números que se volverán más graves aún por la aceleración del cambio climático y el crecimiento de la población.