Ya casi sobre el final del segundo debate presidencial y mezclado con otros temas como vivienda y desarrollo humano, la agenda ambiental atravesó con rapidez la discusión pre electoral de los cinco candidatos a conducir el país. Para dos de los tres que a priori aparecen con más chances (Javier Milei, el más votado de las PASO, y Patricia Bullrich) el tema no existe, ya que los dos no hicieron ninguna mención a esa agenda de debate, que llegó a ese lugar después de que los propios ciudadanos así lo decidieran en una votación abierta.
Los otros tres candidatos le otorgaron una importancia dispar: Myriam Bregman, de la izquierda, fue la que más tiempo se tomó y se declaró en contra del consenso extractivista (basado en la explotación al infinito de los recursos naturales), mientras que los peronistas Sergio Massa y Juan Schiaretti mencionaron sin mucho detalle la necesidad de avanzar en una transición energética.
La falta de atención a la agenda ambiental por parte de los representantes de la alta política argentina y su deliberada omisión en el caso de Milei y Bullrich dan la pauta del estado de discusión sobre el tema en Argentina, que atrasa décadas incluso respecto a países vecinos como Chile o Colombia. Esta omisión ocurre además en un tiempo al que ya se conoce como el de la “ebullición global” por los efectos del cambio climático global (un concepto que no apareció nunca), que provoca entre otras cosas que 2023 será el año más cálido desde que existen registros.
Por otra parte, un sector mayoritario de la política parece no relacionar economía con clima, a pesar de que la Argentina basa la mayoría de sus ingresos en un sector -el agropecuario- que depende de la lluvia como hace tres siglos: según el Banco Mundial, eventos como las sequías afectan a toda la economía, agravan las crisis macroeconómicas y pueden tener impactos significativos en el PIB. “Con las estructuras económicas y fiscales que tiene actualmente el país, las sequías continuadas podrían reducir el PIB hasta un 4% anual de promedio en 2050”, dice el trabajo “Informe sobre clima y desarrollo de Argentina”, publicado hace pocos meses.
Libertarios y cambiemitas, mudos
No hubo sorpresas por parte de Milei y Bullrich, ya que al igual que lo hicieron durante sus respectivas campañas decidieron no mencionar siquiera los temas ambientales como parte de sus agendas posibles de gobierno. Bullrich no publicó ninguna propuesta en materia de política ambiental en su página web, y solo se manifestó públicamente con relación a la explotación y exportación del litio, con una postura en contra de una eventual nacionalización del mineral.
En la plataforma de Milei, quien se manifestó como un negacionista del cambio climático (en declaraciones públicas dijo que considera que es “un invento cultural del socialismo”), aparecen algunas ideas generales sobre la agenda ambiental como la promoción de nuevas fuentes de energías renovables y limpias (solar, eólica, hidrógeno verde) y el fomento de centros de reciclaje de residuos y el cuidado del patrimonio marítimo.
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Durante el debate del domingo a la noche, el libertario mencionó que el desarrollo humano está relacionado con la educación, la longevidad y los ingresos, y que eso a su vez está atado a la libertad económica. Cuando ya sobre el final, Myriam Bregman le dijo que negaba el cambio climático, Milei aseguró que no lo niega, pero que "no existe responsabilidad humana”, a pesar de que la ciencia ya ha demostrado que el calentamiento del planeta se origina en la quema de combustibles fósiles, sobre todo.
El oficialismo y la “casa común”
Sergio Massa, del peronismo, se tomó algunos minutos para hablar del tema y tras retomar el concepto de “casa común” del Papa Francisco dijo que hay que cambiar el código penal para que empiecen a existir los delitos ambientales y puedan recibir penas de entre 3 y 5 años y mencionó el desafío de apostar a las energías renovables y desarrollar el hidrógeno verde.
En su plataforma de campaña, Massa propone “desarrollar una política ambiental de adaptación y mitigación al cambio climático; impulsar la transformación de la industria petroquímica y acompañar el desarrollo de la minería sostenible”, así como frenar la deforestación ilegal de bosques nativos y aumentar progresivamente el financiamiento previsto para la Ley de Bosques.
También exigir a los países centrales cumplir con el compromiso de financiar en 100 mil millones de dólares a los países en desarrollo y el canje de deuda por naturaleza.
La izquierda, a favor de una ley de humedales
Myriam Bregman fue la candidata que más tiempo dedicó a hablar de la agenda socioambiental, desde una mirada contraria a la explotación infinita de los recursos naturales, a la que asoció con el modo de desarrollo que propone el capitalismo. “Todos los candidatos proponen más extractivismo, en eso están todos de acuerdo”, dijo, para agregar que “las multinacionales se llevan la plata y las penas son nuestras”.
También criticó que Massa estuviera de acuerdo con la explotación de petróleo en el mar argentino, dijo que hay que estatizar a las empresas que operan en el sector energético y que la juventud global “está movilizada para defender el planeta”.
“Desde la izquierda pedimos ley de humedales ya, un mar sin petroleras, decimos no a la megaminería contaminante y basta de agrotóxicos sobre los pueblos fumigados", afirmó.
Schiaretti, pragmático
Para el gobernador cordobés el desarrollo humano significa una movilidad social ascendente, y en esa lógica ató los temas ambientales a los económicos. Fue el único de los cinco candidatos en recordar que existe un acuerdo internacional (el acuerdo de París) para enfrentar el cambio climático y que Argentina está alineada -al menos en los papeles- con la agenda 2030 que propone Naciones Unidas, según la cual no hay desarrollo de la economía posible sin atender a la sustentabilidad.
De forma muy pragmática, dijo además que reducir el corte de biocombustibles generaba impactos negativos a nivel ambiental y pidió que se revea eso para ir a un 20% de biodiesel y un 27% de bioetanol. También explicó que es necesario avanzar en la creación de mercados de carbono y en la economía circular.