Cinco años es mucho tiempo para todos. Ya lo dijeron los familiares de las víctimas argentinas. Todos rosarinos que fueron tras un viaje soñado para celebrar tantos años de amistad. Un sueño que se convirtió en pesadilla en segundos y donde los protagonistas muchas veces se sintieron invisibilizados por una Justicia de película, que recién ahora sienten que de manera palpable entra en escena.
Comenzó este lunes el juicio contra Sayfullo Saipov, el terrorista uzbeko acusado de ser el autor del ataque ocurrido en Manhattan el 31 de octubre de 2017, en el que fueron asesinadas ocho personas. De los fallecidos, seis eran turistas: Ann-Laure Decadt, una mujer belga de 31 años, y Hernán Mendoza, Diego Angelini, Alejandro Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferruchi, cinco rosarinos que estaban en un viaje para celebrar los 30 años de egresados del Instituto Politécnico. Las otras víctimas eran dos estadounidenses: Darren Drake, de 32 años, de New Milford, Nueva Jersey, y Nicholas Cleves, de 23, oriundo de Nueva York. Además de ellos, 12 personas resultaron heridas en el ataque.
La primera audiencia se realizó en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, fue presidida por el juez Vernon Broderick ante una sala que además contó con la presencia de sobrevivientes y familiares de las víctimas, que por primera vez pudieron, tras más de cinco años, estar frente al acusado de ser el responsable del atentado más letal en los Estados Unidos después del perpetrado contra las Torres Gemelas en septiembre de 2001.
Para los Estados Unidos, este juicio también tiene una relevancia particular por los hechos que se juzgan: es el ataque más mortífero realizado en Nueva York desde el 11 de septiembre de 2001 en el World Trade Center. Además, porque es el primero donde se pide pena de muerte durante la administración del actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
Sayfullo Saipov es el acusado. Un inmigrante uzbeko que habría actuado como lobo solitario manejando una camioneta alquilada con la que atropelló a las víctimas en un camino de locura y destrucción el día de Halloween, jornada aparentemente elegida con el objetivo de aumentar la letalidad de sus actos, ya que en Estados Unidos es una festividad que convoca a mucha gente en la calle.
Saipov hoy sigue detenido y enfrenta ocho cargos por homicidio, 18 por intento de asesinato y otro más por terrorismo (relacionado al grupo extremista ISIS). Se le encontró en su teléfono celular 90 videos y 3.800 imágenes, muchas de las cuales eran propaganda relacionada con esos grupos, videos que incluían escenas gráficas de combatientes de ISIS matando prisioneros, decapitaciones e instrucciones sobre cómo hacer un artefacto explosivo casero improvisado. Por todo esto, hoy se enfrenta a la posibilidad de ser condenado a muerte.
En la primera audiencia del juicio estuvieron todos: acusado, víctimas, familiares de los asesinados, de distintas nacionalidades (se necesitó de tres intérpretes para traducir lo que se relataba).
La fiscalía compartió ante el jurado y los presentes los argumentos iniciales y habló de la “destrucción y el horror de ese día”, recordando cómo Saipov supuestamente derribó a sus víctimas para convertirse en miembro de ISIS. Los fiscales revelaron que el uzbeko le habría dicho al FBI que “se sentía bien con lo que hizo”, sobre cómo planeó el ataque durante un año, queriendo matar a tantas personas como fuera posible y que, incluso, el acusado habría querido mostrar una bandera del ISIS, cosa que decidió no hacer para no llamar la atención.
Después de atropellar a ciclistas y peatones en una zona muy turística de Manhattan, Saipov se estrelló contra un autobús escolar y abandonó el camión mientras amenazaba a los testigos con una pistola de perdigones y otra de paintball, antes de ser reducido por la policía de Nueva York, que le disparó para lograr detenerlo.