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Pobreza e indigencia: la velocidad de la inflación envejece las estadísticas

Si bien el gobierno nacional viene otorgando bonos para los sectores más vulnerables, esos refuerzas quedan neutralizados y resultan insuficientes por la velocidad del incremento de los precios de los alimentos.

El jueves 30 de marzo el Indec dará a conocer una información de alto contenido económico, social y político: los datos de indigencia y pobreza de la segunda mitad de 2022. Son dos indicadores claves que marcan las condiciones de vida de la población, el comportamiento de los formadores de precios y de la gestión gubernamental, que seguramente recalentarán las disputas políticas.

Con toda la importancia que tendrá el Informe oficial, la velocidad de la inflación, en especial de los alimentos –muy por encima de los ingresos de la población–, lleva a que, cuando se den a conocer en menos de dos semanas, cuando concluya el primer trimestre del año, estos dos datos claves ya serán cifras viejas. Y los comentarios y análisis seguramente dirán que esa medición ya no refleja la situación presente de millones de argentinos.

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Es que el tiempo “normal” de la elaboración de la estadística choca contra la realidad inflacionaria. Mientras que en el arranque de la segunda mitad de 2022 la suba interanual de los precios rondaba el 71%, en febrero 2023 (último dato oficial) fue del 102,5% y el primer trimestre podría concluir con un 105%.

La línea de indigencia crecía en julio del año pasado al 70,6% y en febrero 2023 lo hizo al 115,1%.

Por el ritmo inflacionario, la indexación casi mensual de tarifas, las distorsiones de precios entre una región y otra, el mismo día que difunde una información valiosa ya resulta atrasada para analizar la realidad social presente.

Inclusive las estadísticas mensuales, como las de inflación, que se difunden solo 14 días después de cerrado el mes anterior, parecen lejanas por la evolución diaria de los precios.

Con una inflación ascendente que ingresó en la espiral de los tres dígitos y remarcaciones diarias de los precios, se descuenta que tanto la indigencia como la pobreza ya superan los valores de un año atrás y de la segunda mitad del año pasado.

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En el caso de la indigencia y la pobreza, los precios de los alimentos siguen liderando, por lejos, la inflación. Con una suba promedio de los precios en febrero del 6,6%, los alimentos aumentaron el 9,8%, con un destacado 10,2% en Capital y Gran Buenos Aires y un 10,6% en la Región de Cuyo y en el Noroeste. En Tucumán, la línea de indigencia ascendió al 11,62% y en Mendoza al 14,7%.

En consecuencia, si bien el gobierno nacional viene otorgando bonos para los sectores más vulnerables, esos refuerzas de ingresos quedan neutralizados y resultan más que insuficientes por la velocidad del incremento de los precios de los alimentos. Lo mismo pasa con las paritarias y con los ingresos de la población.

También ilustran que los Precios Cuidados o Precios Justos no tienen relevancia en la medición del Indec y tampoco en el gasto de las familias.

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“Los precios relevados que se encuentran dentro de programas de acuerdo entre el Estado y el sector empresarial, para febrero, representan el 3,17% del total de precios en el Gran Buenos Aires (Capital Federal y el Conurbano)”, aclara el Indec.

Así, los Precios Justos o Cuidados tienen una incidencia mínima en el presupuesto de los hogares, con el agravante de que no llegan a los negocios de cercanía, donde mayoritariamente hacen sus compras las familias de menores recursos y más vulnerables.

Además, el Indec recuerda que “cada mes se observa una cantidad aproximada de 320.000 precios en los puntos de recolección. El relevamiento se efectúa todos los días hábiles del mes y abarca negocios tradicionales de distintos rubros (verdulerías, carnicerías, panaderías, etc.), supermercado e hipermercados, empresas prestadoras de servicios, colegios y hogares inquilinos seleccionados, en concordancia de los gastos según el tipo de negocio de la Encuesta de Hogares 2004/05 y posteriores ajustes y adecuaciones”.