Como cada año en el que se disputa la Copa Mundial de Fútbol, los cordones, las columnas y numerosos tapiales del barrio natal de Lionel Messi, La Bajada, en el lejano sureste rosarino, ya lucen pintados con los colores de la bandera y de la camiseta argentinas y adornados con el típico número 10 de la selección nacional.
La Bajada es un viejo barrio de ferroviarios, que debe su nombre a la desaparecida estación de trenes homónima, que estaba enclavada en la esquina de la avenida Uriburu y Ayacucho, del Ferrocarril de la Compañía General de la Provincia de Buenos Aires.
La movida de las pintadas se extiende por avenida Uriburu, la vereda este de Juan Manuel de Rosas, Ibáñez, los pasajes La Bajada, Lavalleja, Australia e Ingeniero Huergo, 1° de Mayo, Estado de Israel, Leiva y Ayacucho, en el Cuadrado Mágico de Lío, que abarca unas siete manzanas, pero a la que se quieren sumar muchos vecinos allende La Bajada.
La calle 1° de Mayo corre exactamente al revés que la carrera de Messi: nace en el Monumento a la Bandera y recorre unas 30 cuadras -o años- hasta terminar en el barrio La Bajada, justamente en la última cuadra está la casa de los padres de Lionel, en el pasaje Lavalleja, en un encantador paisaje de callecitas que doblan, enganchan y se hacen peatonales entre pasadizos secretos.
Por las calles del barrio La Bajada, la Pulga jugaba al fútbol con sus hermanos y amigos, mientras los vecinos recuerdan que no los dejaba dormir la siesta porque estaba siempre pegándole al portón de sus casas con la pelota.
Esas calles hoy están vestidas de celeste y blanco, con inscripciones del número 10 y dibujos del crack, que pueden verse en alguno de los más de 30 murales que decoran las paredes de su barrio natal.