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Drazen Petrovic, el que convertía cada partido de básquet en una asombrosa función de magia

Cuando el formidable escolta croata falleció trágicamente en 1993, con apenas 28 años, ya se había consagrado campeón europeo, mundial y conquistado tres medallas olímpicas.

La Bundesautobahn 9 (conocida como Autobahn 9), es una muy importante autopista alemana que conecta Berlín y Munich a través de Leipzig y Nuremberg y, el lunes 7 de junio de 1993, la calzada estaba completamente mojada debido a las lluvias que se abatían sobre la zona de Dakendorf, cerca de Ingolstadt, en el estado de Baviera.

Cerca de las 17.20 (hora local) y, en condiciones de baja visibilidad, el conductor de un camión de 18 ruedas de los Países Bajos quiso evitar colisionar con un vehículo particular en su propio carril.

Al frenar bruscamente, perdió el control del mismo, atravesó el divisorio entre ambas manos de la autopista y, finalmente, se detuvo sobre los tres carriles que iban en la dirección opuesta, bloqueando completamente los mismos.

Segundos después, un Volkswagen Golf rojo, donde viajaban tres basquetbolistas, se estrelló contra el camión en medio de la tormenta. La conductora era la jugadora y modelo alemana, de ascendencia húngara, Klara Szalantzy quien, al igual que la turca Hilal Edebal, sufrieron heridas –incluso, esta última pasaría ocho semanas en coma y, al despertar, no recordaría absolutamente nada del accidente–, pero sobrevivirían.

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Rápidamente, Drazen demostró su inmenso talento para el básquet: con solo 13 años, ya era la figura de los juveniles del Sibenka, el club de su ciudad natal y, a los 15, ya jugaba en la Primera. En total, con el Sibenka anotó 1202 puntos en 91 partidos jugados en la Primera División yugoslava, con un promedio de 13,2 tantos por encuentro.

Rápidamente, Drazen demostró su inmenso talento para el básquet: con solo 13 años, ya era la figura de los juveniles del Sibenka, el club de su ciudad natal y, a los 15, ya jugaba en la Primera. En total, con el Sibenka anotó 1202 puntos en 91 partidos jugados en la Primera División yugoslava, con un promedio de 13,2 tantos por encuentro.

Quien no tuvo la misma fortuna fue el tercer pasajero, que dormía mientras viajaba en el asiento del acompañante. Ante el inminente choque, Szalantzy había girado el volante hacia la izquierda, por lo que el sector derecho del auto recibió el golpe de lleno.

Como no utilizaba el cinturón de seguridad, el cuerpo del acompañante, que medía 1,97 metro y pesaba 91 kilos (y que era su novio), fue expulsado del auto –atravesando el parabrisas– y golpeó su cabeza contra el camión. Vanos fueron los esfuerzos por salvarle la vida, ya que el impacto fue absolutamente devastador.

Así, con apenas 28 años, el fenomenal e irrepetible escolta Drazen Petrovic –el Genio de Sibenik, o el Mozart del básquet, uno de los mejores jugadores de la historia– se había convertido en leyenda.

Talento innato para el básquet

Draen Petrovi (así se escribe su nombre en su idioma) nació en Sibenik, en el centro de Dalmacia (por entonces Yugoslavia, actual Croacia), el 22 de octubre de 1964. Pesó 4,750 kilos, midió 54 centímetros, y fue el segundo hijo del matrimonio conformado por el oficial de policía Jovan (Jole) Petrovic y la bibliotecaria Biserka Mikulandra.

Su padre provenía de una familia de etnia serbia de Zagora, cerca de Trebinje, en Bosnia y Herzegovina y, su madre, nació en Bilice, cerca de Sibenik, y pertenecía a una tradicional y conservadora familia croata, devotamente católica.

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Tras cumplir durante un año con el servicio militar obligatorio en el Ejército yugoslavo, Petrovic se sumó al KK Cibona (conocido como el Cibona Zagreb), por entonces uno de los más importantes del país. Tanto con el Sibenka como con el Cibona, los números de Petrovic en la Liga yugoslava son extraordinarios: 5113 puntos en 197 partidos jugados, con un promedio de 26 tantos por encuentro.

Tras cumplir durante un año con el servicio militar obligatorio en el Ejército yugoslavo, Petrovic se sumó al KK Cibona (conocido como el Cibona Zagreb), por entonces uno de los más importantes del país. Tanto con el Sibenka como con el Cibona, los números de Petrovic en la Liga yugoslava son extraordinarios: 5113 puntos en 197 partidos jugados, con un promedio de 26 tantos por encuentro.

El hijo mayor, Aleksandar (nacido el 16 de febrero de 1959), fue el primero en jugar al básquet, y se convirtió en uno de los mejores armadores de la ex Yugoslavia.

Rápidamente, Drazen demostró su inmenso talento para el básquet: con solo 13 años, ya era la figura de los juveniles del Sibenka, el club de su ciudad natal y, a los 15, ya jugaba en la Primera, con la que alcanzó dos veces la final de la Copa Radivoj Kora: en las temporadas 1981-1982 y 1982-1983.

En total, con el Sibenka anotó 1202 puntos en 91 partidos jugados en la Primera División yugoslava, con un promedio de 13,2 tantos por encuentro.

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Así recibieron a Drazen Petrovic en el aeropuerto de Zagreb tras consagrarse campeón de Europa en 1985 con el Cibona. En la Euroliga, el Genio de Sibenik anotó en total 1018 puntos en 30 partidos (33,9 por juego).

Así recibieron a Drazen Petrovic en el aeropuerto de Zagreb tras consagrarse campeón de Europa en 1985 con el Cibona. En la Euroliga, el Genio de Sibenik anotó en total 1018 puntos en 30 partidos (33,9 por juego).

Camino al estrellato europeo

Después de cumplir durante un año con el servicio militar obligatorio en el Ejército yugoslavo, Petrovic se sumó al KK Cibona –conocido como el Cibona Zagreb, por entonces uno de los más importantes del país– y, junto con su hermano mayor, conformaron una recordada dupla de base y escolta.

En su primera temporada en el Cibona, conquistó el campeonato de la Liga yugoslava, junto con la Copa Nacional, y con un rendimiento sobresaliente: en la temporada 1984-1985, Drazen anotó 878 puntos en 27 partidos (32,5 por juego).

Pero no se detendría. El 6 de diciembre de 1984, en la edición 1984-1985 de la Copa de Europa (actual Euroliga), le marcó 44 puntos al poderoso Real Madrid español –siete veces campeón continental–, 29 de ellos en el segundo tiempo.

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En 1988, el escolta se incorporó al Real Madrid, con el que firmó un contrato de alrededor de 4 millones de dólares. Con Petrovic como abanderado, en 1989 el Merengue ganó la Copa del Rey frente al Barcelona, y conquistó la Recopa de Europa en una final espectacular ante el Snaidero Caserta italiano. Esta sería su única temporada en España.

En 1988, el escolta se incorporó al Real Madrid, con el que firmó un contrato de alrededor de 4 millones de dólares. Con Petrovic como abanderado, en 1989 el Merengue ganó la Copa del Rey frente al Barcelona, y conquistó la Recopa de Europa en una final espectacular ante el Snaidero Caserta italiano. Esta sería su única temporada en España.

Y, en la final de 1985 ante el Merengue, aportó 36 puntos para la victoria por 87-78, que le dio al Cibona su primer título europeo. En esa temporada, Drazen promedió 30,9 puntos por partido, al sumar 463 tantos en 15 cotejos.

En la edición 1985-1986 de la Liga yugoslava, donde anotó 1241 tantos en 30 partidos (41,4 por juego), volvería dejar boquiabiertos a todos: el 5 de octubre de 1985, marcó ¡112 puntos! en la victoria por 158-77 del Cibona ante el Union Olimpija de Ljubljana, Eslovenia, 67 de ellos en el primer tiempo.

A la fecha, estos 112 puntos constituyen el récord de anotaciones en un partido en la historia de la Liga de Yugoslavia. Así, Drazen –al que le faltaban 17 días para cumplir 21 años– quebró la marca establecida en 1962 por Radivoj Kora quien, jugando para el OKK Beograd de Belgrado, le había convertido 74 tantos al Mladost Zagreb.

¿Más? También batió el increíble récord de 100 tantos del fenomenal Wilt Chamberlain.

Competitivo al extremo, y con una fortísima personalidad (“Era un ángel fuera de la cancha, y un demonio dentro de ella”, tal como lo definió su madre), Drazen siguió haciendo de las suyas: ganó otra Copa Nacional, le marcó 55 puntos al Union Olimpija de Ljubljana por la Copa yugoslava y, en la final de 1986 del mismo certamen, le convirtió 46 al Bosna de Sarajevo.

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En la temporada 1989-1990, la de su debut en la NBA con los Portland Trail Blazers, jugó muy poco, y promedió 7,4 puntos en 12 minutos por partido. Tras 18 meses, cansado de ingresar poco tiempo por encuentro, pidió su traspaso de esta franquicia.

En la temporada 1989-1990, la de su debut en la NBA con los Portland Trail Blazers, jugó muy poco, y promedió 7,4 puntos en 12 minutos por partido. Tras 18 meses, cansado de ingresar poco tiempo por encuentro, pidió su traspaso de esta franquicia.

Y la lista sigue: 44 puntos ante el Maccabi Tel Aviv israelí; 47 tantos y 25 asistencias frente al Simac Milano italiano, y 49 puntos y 20 asistencias contra el Real Madrid.

Ante el Limoges francés marcó 51 puntos, entre ellos, diez triples –siete seguidos– y diez asistencias, su récord personal en un partido de la Euroliga, título que conquistó por segunda vez con el Cibona al vencer en la final al Zalgiris Kaunas de Lituania, cuya base conformó la Selección soviética que conquistaría el oro olímpico en Seúl 1988, y conducido por el legendario Arvydas Sabonis, de 2,21 metros, uno de los mejores pivotes de la historia.

Asimismo, el Cibona Zagreb se alzaría con la Recopa de Europa al vencer al Scavolini Pesaro italiano y, en la temporada 1987-1988 de la Copa Kora, caería en la final ante el Real Madrid.

Durante sus cuatro temporadas con el Cibona, Petrovic anotó 3911 puntos en 106 partidos disputados en la Liga yugoslava (36,9 de promedio); por la Copa yugoslava, 559 tantos en 20 cotejos (con una media de 28 puntos) y, en tres certámenes continentales de clubes, anotó 1689 tantos en 50 partidos (con un promedio de 33,8 puntos por juego).

Tanto con el Sibenka como con el Cibona, los números de Petrovic en la Liga yugoslava son extraordinarios: 5113 puntos, en 197 partidos jugados, con un promedio de 26 tantos por encuentro. Por su parte, en la Euroliga, Drazen anotó 1018 puntos en 30 partidos (33,9 por juego).

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Petrovic (sentado, abajo, a la derecha) haría historia con su Selección en el Mundial de Argentina 1990. El domingo 19 de agosto de ese año y, en el Luna Park, Yugoslavia se alzó con el título al vencer en la final a la Unión Soviética por 92-75. El Genio de Sibenik pasó por Santa Fe, donde jugó los tres partidos de la ronda inicial en el estadio de la UTN.

Petrovic (sentado, abajo, a la derecha) haría historia con su Selección en el Mundial de Argentina 1990. El domingo 19 de agosto de ese año y, en el Luna Park, Yugoslavia se alzó con el título al vencer en la final a la Unión Soviética por 92-75. El Genio de Sibenik pasó por Santa Fe, donde jugó los tres partidos de la ronda inicial en el estadio de la UTN.

Ya era conocido como el Genio de Sibenik, o el Mozart del básquet, y había logrado la medalla de bronce con Yugoslavia en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984 (también se alzarían con la presea de plata en Seúl 1988), y fue distinguido como el Mejor Atleta y el Mejor Deportista Yugoslavo en 1985, y Mejor Deportista Croata en 1985 y 1986.

No solo esto: en la que fue su primera participación en un certamen ecuménico, obtuvo el bronce con la Selección yugoslava en el Mundial de Madrid 1986 donde, además, se quedó con el galardón del MVP del campeonato.

Su llegada al Real Madrid

Los Portland Trail Blazers de la NBA ya habían seleccionado a Petrovic en el draft de 1986, y decidieron que continuara una año más en Europa. Pero, en 1988, en lugar de ir a jugar a los Estados Unidos, el escolta se incorporó al Real Madrid, con el que firmó un contrato de alrededor de 4 millones de dólares.

En esa época, las leyes deportivas yugoslavas establecían que los jugadores profesionales no podían competir en al extranjero hasta que cumplieran 28 años y, Petrovic, tenía solo 23 cuando se sumó al Merengue.

En 2014, José Antonio Arízaga, el intermediario que jugó un papel clave en el traspaso de Drazen al elenco madrileño, reconocería –con inusual sinceridad y crudeza–, algunos detalles de la transacción.

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En los festejos por el título mundial de Argentina 1990, una persona ingresó a la cancha con una bandera croata. Al ver esto, el pivote serbio Vlade Divac forcejeó con el mismo, tratando de quitársela, mientras le decía que “había ganado Yugoslavia, no Croacia”, lo que molestó mucho a Petrovic y, lo que pareció un incidente menor, los volvería enemigos irreconciliables por la guerra que se desencadenó al año siguiente.

En los festejos por el título mundial de Argentina 1990, una persona ingresó a la cancha con una bandera croata. Al ver esto, el pivote serbio Vlade Divac forcejeó con el mismo, tratando de quitársela, mientras le decía que “había ganado Yugoslavia, no Croacia”, lo que molestó mucho a Petrovic y, lo que pareció un incidente menor, los volvería enemigos irreconciliables por la guerra que se desencadenó al año siguiente.

"Hablé con Mirko Novosel , su entrenador en el Cibona Zagreb, y me dijo dos cosas: «Una, todos los problemas en Yugoslavia se pueden solucionar con la cantidad correcta de dinero, y dos, si Drazen se va, todos los demás jugadores menores de 28 años se irán y será un caos». Hubo muchas personas a las que tuve que sobornar y muchos lugares donde tuve que pagar, para poder burlar esta ley".

Con Petrovic como abanderado, en 1989 el Real Madrid ganó la Copa del Rey frente al Barcelona, y conquistó la Recopa de Europa en una final espectacular ante el Snaidero Caserta italiano, liderado por el inolvidable Oscar Schmidt. El brasileño marcó 44 puntos, pero el croata anotó 62, con 12-14 dobles, 8-16 triples y 14-15 libres.

Pero en la final de la Liga ACB española, el Merengue perdió por 96-85 en el quinto y decisivo partido ante el Barça, que cerró 3-2 la serie decisiva. En la edición 1988-1989, Petrovic fue el máximo goleador de la Liga ya que, incluyendo los playoffs, anotó 1327 puntos en 47 partidos, con un promedio de 28,2 tantos por juego.

Esta sería la única temporada de Drazen en España. Los Blazers exigieron que se sumara al equipo para la de 1989-1990 y, a cambio de 1,5 millón de dólares, liberaron al croata del vínculo que lo unía con el Real Madrid. La NBA, el máximo desafío profesional que enfrentaría, lo esperaba.

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Croacia declaró su independencia en 1991 y, al año siguiente, el Mozart del básquet logró con la Selección de su país natal la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona tras caer en la final con el Dream Team de los Estados Unidos. En la foto, Drazen inicia un ataque ante la marca de Earvin Magic Johnson.

Croacia declaró su independencia en 1991 y, al año siguiente, el Mozart del básquet logró con la Selección de su país natal la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona tras caer en la final con el Dream Team de los Estados Unidos. En la foto, Drazen inicia un ataque ante la marca de Earvin Magic Johnson.

Su arribo a la NBA

En Portland, el croata no sería feliz. Los Blazers lo valoraban como tirador –sobre todo de triples– pero, a un jugador netamente ofensivo, quitarle la pelota era condenarlo al fracaso.

El esquema táctico del entrenador Rick Adelman así lo disponía, ya que lo ubicaba en una posición estática, muy diferente a lo que Drazen estaba acostumbrado, que era volar por toda la cancha, jugando y haciendo jugar.

Encima, los Blazers ya tenían una rotación completa de escoltas, con Clyde Drexler y Terry Porter, y con el veterano Danny Young en el banco. En consecuencia, jugó muy poco y durante la temporada 1989-1990, la de su debut en la NBA, promedió 7,4 puntos en 12 minutos por partido.

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El 23 de enero de 1991, se sumó a los New Jersey Nets y, en este equipo, encontró lo que buscaba. Los estadounidenses comenzaron a llamarlo Petro y, la temporada 1992-1993 de Drazen, fue una de las mejores que haya tenido un extranjero en la historia de la NBA. Los Nets sería el último equipo donde jugaría.

El 23 de enero de 1991, se sumó a los New Jersey Nets y, en este equipo, encontró lo que buscaba. Los estadounidenses comenzaron a llamarlo Petro y, la temporada 1992-1993 de Drazen, fue una de las mejores que haya tenido un extranjero en la historia de la NBA. Los Nets sería el último equipo donde jugaría.

Su título en el Mundial de Argentina y su pelea con Divac

Mientras renegaba en sus inicios en la NBA, Petrovic haría historia con su Selección en el Mundial de Argentina 1990, que se disputó entre el 8 y el 19 de agosto de ese año. Yugoslavia integró el Grupo A, junto con Puerto Rico, Venezuela y Angola y, los tres partidos de la ronda inicial, tuvieron lugar en el estadio de la Universidad Tecnológica Nacional de nuestra ciudad.

Sí, Santa Fe tuvo el privilegio de ver jugar a uno de los mejores equipos de la historia, y con Petrovic como figura descollante.

El miércoles 8 de agosto, Yugoslavia le ganó 92-84 a Venezuela; al día siguiente, hizo lo propio con Angola (92-79) y, el viernes 10, los europeos cayeron ante Puerto Rico por 82-75. Pero en las instancias siguientes, el conjunto balcánico fue imparable y, el domingo 19 de agosto, en el Luna Park, se alzó con el título al vencer en la final a la Unión Soviética por 92-75.

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Cerca de las 17.20 del lunes 7 de junio de 1993, Petrovic murió en Dakendorf, cerca de Ingolstadt, Alemania, cuando el VW Golf que conducía su novia impactó contra un camión que se cruzó de carril en la Autobahn 9. El croata dormía mientras viajaba en el asiento del acompañante y, como no utilizaba el cinturón de seguridad, su cuerpo fue expulsado del auto –atravesando el parabrisas–, golpeó su cabeza contra el camión, y falleció prácticamente en el acto. Tenía 28 años.

Cerca de las 17.20 del lunes 7 de junio de 1993, Petrovic murió en Dakendorf, cerca de Ingolstadt, Alemania, cuando el VW Golf que conducía su novia impactó contra un camión que se cruzó de carril en la Autobahn 9. El croata dormía mientras viajaba en el asiento del acompañante y, como no utilizaba el cinturón de seguridad, su cuerpo fue expulsado del auto –atravesando el parabrisas–, golpeó su cabeza contra el camión, y falleció prácticamente en el acto. Tenía 28 años.

En los festejos, una persona ingresó a la cancha con una bandera croata. Al ver esto, el pivote serbio Vlade Divac forcejeó con el mismo, tratando de quitársela, mientras le decía que “había ganado Yugoslavia, no Croacia”, lo que molestó mucho a Petrovic y, lo que pareció un incidente menor, los volvería enemigos irreconciliables.

¿Cómo se llegó a esto? Petrovic y Divac eran íntimos amigos y, en la cancha, conformaron una de las mejores sociedades de la década de 1980 en el básquet europeo y mundial. Pero, el motivo de la pelea fue un conflicto que estaba latente y que, al año siguiente, desembocaría en una sangrienta guerra con más de 130.000 muertos y millones de desplazados en la región de los Balcanes, que se convirtió en la mayor masacre europea después de la Segunda Guerra Mundial.

En 1990, las disputas entre las repúblicas que conformaban Yugoslavia (Serbia, más las regiones de Kosovo y Vojvodina, y Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Bosnia-Herzegovina) se agravaban cada vez más.

Siglos de diferencias étnicas, religiosas y políticas estaban a punto de eclosionar, lo que se produjo cuando Croacia declaró su independencia de Yugoslavia el 25 de junio de 1991, lo que desencadenó el conflicto bélico que se extendería hasta 1995, donde los croatas enfrentarían al Ejército Popular Yugoslavo, conducido por los serbios.

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En el funeral de Drazen, su ataúd fue portado por sus compañeros de la Selección croata, y fue realmente conmovedor ver a gigantes de 2,10 metros llorando como chicos, como Stojko Vrankovic y Franjo Arapovic, sus mejores amigos (ambos en primer plano).

En el funeral de Drazen, su ataúd fue portado por sus compañeros de la Selección croata, y fue realmente conmovedor ver a gigantes de 2,10 metros llorando como chicos, como Stojko Vrankovic y Franjo Arapovic, sus mejores amigos (ambos en primer plano).

Cuando regresaron tras el Mundial, Divac fue considerado un “héroe” por los serbios, y un “guerrillero” por los croatas, quienes le prohibieron el ingreso al país. El marcado nacionalismo de ambos provocó que Drazen y Vlade jamás volvieran a dirigirse la palabra.

Merced a su labor investigativa, el periodista Andrés Burgo, de Página/12, reveló en diciembre de 2017 quién ingresó con la bandera tras la final del Mundial 1990: fue el profesor de Historia rosarino Tomás Sakic, hijo de croatas y que actualmente reside en Santa Teresita, provincia de Buenos Aires.

“Divac me arrancó la bandera y yo después la recuperé, pero no la escupió ni la pisoteó. Que haya tironeado la bandera era una ofensa, claro, una actitud irrespetuosa, pero no la escupió. Ahí se produjo el quiebre de la amistad entre Divac y Petrovic”, le contaría a Burgo.

El magnífico documental Once Brothers (Una vez Hermanos), producido en 2010 por la NBA para la serie 30 x 30 de ESPN, estrenado el 12 de octubre del mismo año, y que dura 81 minutos, muestra los grandes éxitos deportivos de ambos –campeones mundiales y figuras de la NBA– y de cómo la guerra que desmembró Yugoslavia arrasó con la relación entre estos dos amigos.

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Petrovic fue sepultado en el cementerio parque de Mirogoj, el principal de Zagreb, ubicado al norte de la ciudad. En la ceremonia hubo casi 10.000 personas (asistió hasta el presidente de Croacia) y, el obispo auxiliar de Zagreb, monseñor Marko Culej, ofició un responso. En el centro de la foto y, a continuación de los jugadores de la Selección, está Biserka, su madre, sostenida por Aleksandar, el hermano mayor de Drazen.

Petrovic fue sepultado en el cementerio parque de Mirogoj, el principal de Zagreb, ubicado al norte de la ciudad. En la ceremonia hubo casi 10.000 personas (asistió hasta el presidente de Croacia) y, el obispo auxiliar de Zagreb, monseñor Marko Culej, ofició un responso. En el centro de la foto y, a continuación de los jugadores de la Selección, está Biserka, su madre, sostenida por Aleksandar, el hermano mayor de Drazen.

Su pase a los New Jersey Nets

Petrovic había dicho que, el único obstáculo posible para su éxito en la NBA, sería la falta de minutos de juego. Tal cual: fue lo que debió soportar. "Ya no tengo nada que decirle a (el entrenador Rick) Adelman y viceversa. Pasaron 18 meses, demasiado tiempo. Tengo que irme para demostrar cuánto valgo. Nunca en mi vida me senté en el banco y no tengo la intención de hacer eso en Portland", tiró poco antes de pedir el traspaso de franquicia.

El 23 de enero de 1991, Drazen se sumó a los New Jersey Nets y, en este equipo, encontró lo que buscaba. Junto con los jóvenes y talentosos Kenny Anderson y Derrick Coleman, comenzó a mostrar su real nivel: desde el inicio, pasó a jugar 20,5 minutos por partido y, su promedio de anotación en los 43 partidos restantes, aumentó a 12,6 puntos por encuentro.

La temporada 1991-1992 fue su primera completa con los Nets, y no se perdió ningún partido. Los estadounidenses comenzaron a llamarlo Petro y, con la llegada de Chuck Daly, quien había sido entrenador del Dream Team, el croata fue siempre titular y explotó: su promedio de puntos se elevó a 20,6, con un 45% en triples y, tras seis años, New Jersey alcanzó los playoffs.

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La tumba de Petrovic, en el cementerio parque de Mirogoj de Zagreb, es muy visitada por quienes llegan a la ciudad. Hasta Diego Armando Maradona –confeso admirador del Genio de Sibenik– lo hizo: fue el 4 de junio de 1994, el mismo día que la Argentina jugó un amistoso contra Croacia en Zagreb, preparatorio para el Mundial de los Estados Unidos.

La tumba de Petrovic, en el cementerio parque de Mirogoj de Zagreb, es muy visitada por quienes llegan a la ciudad. Hasta Diego Armando Maradona –confeso admirador del Genio de Sibenik– lo hizo: fue el 4 de junio de 1994, el mismo día que la Argentina jugó un amistoso contra Croacia en Zagreb, preparatorio para el Mundial de los Estados Unidos. "Diego me dijo que el genio de mi hijo Drazen seguirá siempre vivo", contó Biserka, su madre, quien recibió de regalo una camiseta del Diez.

Su determinación, trabajo sin descanso –realizó una dura rutina en el gimnasio, que le permitió contar con una excelente condición física– y su actitud ganadora y agresiva en la cancha lo establecieron como líder indiscutido del equipo.

La temporada 1992-1993 de Drazen fue una de las mejores que haya tenido un extranjero en la historia de la NBA. El formidable tirador croata terminó la fase regular con 22,3 puntos, 52% de efectividad en los tiros de campo y una de 45% en triples. Y, su futuro, asomaba como muy promisorio, donde podría crecer más y más.

En su paso por la liga más importante del mundo, Drazen marcó en total 4461 puntos (15,4 por partido), tomó 669 rebotes (2,3), y brindó 701 asistencias (2,4).

Como los Nets fueron eliminados en la primera ronda de los playoffs por los Cleveland Cavaliers, Petro se trasladó a Polonia, donde Croacia –con su activa y decisiva participación goleadora– se clasificó al campeonato Europeo que se disputaría en Munich y comenzaría dos semanas después.

Con el objetivo cumplido, el equipo voló desde Varsovia aFrankfurt y, en vez de continuar con sus compañeros hacia Zagreb por vía aérea, el Genio de Sibenik decidió completar el viaje en auto, acompañado por su novia, Klara Szalantzy, y una amiga de esta, Hilal Ebedel.

Era el lunes 7 de junio de 1993…

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El 7 de junio de 2006, en el 13° aniversario de su muerte, se inauguró en Zagreb el Centro Conmemorativo Drazen Petrovic, dedicado a su vida y sus logros, con diez galerías temáticas de contenido multimedia, que describe toda su carrera y, frente al mismo, se encuentra una estatua del jugador, de 4 metros de alto, y en posición de tiro.

El 7 de junio de 2006, en el 13° aniversario de su muerte, se inauguró en Zagreb el Centro Conmemorativo Drazen Petrovic, dedicado a su vida y sus logros, con diez galerías temáticas de contenido multimedia, que describe toda su carrera y, frente al mismo, se encuentra una estatua del jugador, de 4 metros de alto, y en posición de tiro.

Su trágica muerte, e inmenso legado

El lugar en el que se produjo el siniestro en el que el sensacional escolta perdió la vida, dista 891 kilómetros de su Sibenik natal y, la noticia de su muerte, provocó un tremendo impacto en el básquet mundial. Nadie podía creer la trágica desaparición de este crack irrepetible, estrella consagrada en Europa y figura de la NBA.

Para la Selección croata que, el año anterior –y en su primera competencia tras su independencia–, había logrado la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona tras caer en la final con el Dream Team de los Estados Unidos, su pérdida dejó un vacío absolutamente irremplazable.

“Era verano y había un sol resplandeciente desde el avión, pero, por debajo, un montón de nubes. Recuerdo cuando el piloto nos dijo que estábamos sobrevolando Munich, que había una gran tormenta y que nos abrochásemos el cinturón. Eran las 17. Él estaba justo debajo de nosotros”, contó en el documental Once Brothers su compañero Dino Radja al recordar el vuelo de la Selección de Frankfurt a Zagreb, y que Petrovic no abordó.

Vlade Divac también lloró amargamente una pérdida que, hasta hoy, lamenta profundamente al no haber podido lograr una reconciliación con Petro. “Construir una amistad lleva años, pero, destruirla, solo un segundo. Pensaba que llegaría el día en el que Drazen y yo nos sentaríamos a charlar. Pero ese día nunca llegó. No pude hablar con él y, desde entonces, llevo ese peso encima", reconoció en el documental Once Brothers.

Los restos de Petrovic fueron velados a partir del miércoles 9 en el estadio del Cibona de Zagreb y, hasta su inhumación, más de 100.000 personas pasaron por la capilla ardiente para brindarle sus respetos al mejor basquetbolista croata de la historia quien, con su infinito talento, les hizo olvidar la fragmentación y las muertes provocadas por la guerra civil que devastó lo que fue Yugoslavia.

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El 22 de octubre de 2011 (cuando hubiera cumplido 47 años), en su Sibenik natal, fue inaugurado un monumento, obra del artista local Kazimir Hraste, y que muestra a Petrovic sentado en un banco, con una pelota de básquet. Se erigió junto a la cancha en la que el inolvidable escolta comenzó a jugar siendo un niño en el club de la ciudad.

El 22 de octubre de 2011 (cuando hubiera cumplido 47 años), en su Sibenik natal, fue inaugurado un monumento, obra del artista local Kazimir Hraste, y que muestra a Petrovic sentado en un banco, con una pelota de básquet. Se erigió junto a la cancha en la que el inolvidable escolta comenzó a jugar siendo un niño en el club de la ciudad.

Un hecho sin parangón se produjo entre las 20.40 y las 21.02 de ese día cuando, tras dirigirse a los presentes, Mirko Novosel –su entrenador en el Cibona– pidió “un aplauso en memoria de Drazen”: los presentes lo hicieron ininterrumpidamente durante ¡22 minutos!

El jueves 10 de junio de 1993, Petrovic fue sepultado en el cementerio parque de Mirogoj, el principal de Zagreb, ubicado al norte de la ciudad y, en la ceremonia, hubo casi 10.000 personas.

Su ataúd fue portado por sus compañeros de la Selección (fue realmente conmovedor ver a gigantes de 2,10 metros llorando como chicos) y, entre otras personalidades, contó con la presencia del por entonces presidente de Croacia, Franjo Tudjman, y la del Jefe de Gabinete, Jure Radic; en representación de los New Jersey Nets –que el 11 de noviembre siguiente retirarían la camiseta N° 3, con la que Drazen jugaba–, lo hicieron el vicepresidente y gerente General de la franquicia, Willis Reed, y los jugadores Chris Dudley y Clyde Drexler y, por el Real Madrid, asistió el pivote Rafael Rullán.

Pocos días después del entierro, un anciano se acercó a la madre de Drazen, y le dijo: “Usted trajo a Petrovic al mundo, pero ya no le pertenece; ahora nos pertenece a todos nosotros, los croatas”. Ambos se fundieron en un abrazo, bañados en lágrimas.

“Fue un jugador extraordinario, un pionero. Abrió el camino del éxito a los jugadores internacionales”, dijo David Stern, que al año siguiente se convertiría en el comisionado de la NBA donde, con esfuerzo y dedicación plena, Petrovic había roto todos los moldes y demostró que un extranjero podía triunfar en la poderosa liga estadounidense.

A partir de su muerte, los reconocimientos a su figura fueron (y son) interminables. El 4 de octubre de 1993, el estadio del Cibona pasó a llamarse Drazen Petrovic Basketball Hall y, las ciudades de Zagreb, Sibenik y Vukovar, inauguraron plazas con su nombre, mientras que Petrinja se lo puso a una calle.

En 2002, Petrovic ingresó póstumamente en el Basketball Hall of Fame, sito en Springfield, Massachusetts y, el 7 de junio de 2006, en el 13° aniversario de su muerte, se inauguró en Zagreb el Centro Conmemorativo Drazen Petrovic, dedicado a su vida y sus logros, con diez galerías temáticas de contenido multimedia, que describe toda su carrera y, frente al mismo, se encuentra una estatua del jugador, de 4 metros de alto, y en posición de tiro.

También, Petrovic integra desde 2007 el FIBA Hall of Fame, que se encuentra en Alcobendas, comunidad de Madrid.

El 22 de octubre de 2011, en su Sibenik natal, fue inaugurado un monumento, obra del artista local Kazimir Hraste, y que muestra a Petrovic sentado en un banco, con una pelota de básquet. Se erigió junto a la cancha en la que el inolvidable escolta comenzó a jugar siendo un niño en el club de la ciudad, y donde se destacan dos fotos gigantes del mismo.

Además, en Sibenik se inauguró el Museo Memorial en su honor, que está lleno de pelotas de básquet, fotos, trofeos y una camiseta original de cada uno de los equipos donde jugó (excepto la de la Selección de Yugoslavia): Sibenka, Cibona Zagreb, Real Madrid, la Selección de Croacia, los Portland Trail Blazers y los New Jersey Nets.

Petrovic representó a la Selección de Yugoslavia en 155 partidos, en los que anotó 3258 puntos (21 por cotejo) y, con la Selección de Croacia (entre 1992 y 1993), disputó 40 encuentros y marcó 1002 puntos (25,1 de promedio).

Así, contando los partidos con las Selecciones de Yugoslavia y de Croacia, el Genio de Sibenik marcó 4260 tantos en 195 partidos (21,8 de media).

A más de 31 años de su trágico adiós, su legado se agiganta cada vez más y, aunque hagamos el ejercicio mental de preguntarnos “¿qué hubiera pasado si…?”, o “¿hasta dónde habría llegado?”, arribaremos a la conclusión de que solo son supuestos y conjeturas que jamás encontrarán respuestas.

Pero eso sí: la huella que dejó es tan profunda que lo elevó a la categoría de mito, ese reconocimiento que muy, muy pocos pueden alcanzar.

Como lo alcanzó el Genio de Sibenik, uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos de este maravilloso deporte llamado básquet.

Hvala ti puno, Draen (Muchas gracias, Drazen).