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A 48 años de Ali-Frazier 3, la pelea más brutal en la historia de los pesos pesados

El 30 de septiembre de 1975, El Más Grande expuso en Filipinas sus coronas AMB-CMB ante Smokin' Joe, a quien enfrentó por tercera vez, en la recordada Thrilla in Manila. El combate fue tan duro e intercambiaron tantos golpes que, agotados y doloridos al extremo, antes del comienzo del 15º y último asalto ninguno de los dos quería salir a pelear. Finalmente, Ali cerró la trilogía 2-1 a su favor y, tras esta guerra, le dijo a su rival: "Con vos nunca más, Joe. Esto fue lo más parecido a la muerte".

Siempre fueron el agua y el aceite, pero Muhammad Ali y Joe Frazier -dos de los mejores pesados de todos los tiempos-, conformaron una trilogía de peleas que, por lejos, es recordada y reconocida como uno de los duelos más duros de toda la historia del boxeo, independientemente de la categoría que se trate.

Tres veces se vieron las caras sobre un ring. La primera fue el lunes 8 de marzo de 1971 y Frazier, además de GPP 15 (unánime) y retener sus coronas AMB-CMB pesadas, se dio un gusto único: le sacó el invicto como profesional a Ali -casi nada-, tras derribarlo en el 15º y último round con una durísima izquierda.

La segunda oportunidad en la que se enfrentaron fue el lunes 28 de enero de 1974, y Ali se tomó revancha al GPP 12 (unánime) y conservó así la corona estadounidense de la máxima división. Estas dos primeras peleas tuvieron lugar en el Madison Square Garden de Nueva York.

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La tapa de la edición del 15 de septiembre de 1975 de la revista Sports Illustrated reunió a los boxeadores y al promotor Don King. El estado filipino se hizo cargo de la bolsa de Ali, que fue de 4.500.00 dólares, y de varios gastos organizativos más. Por eso Manila fue la sede del choque, ya que, inicialmente, King había considerado como escenario del mismo al Estadio Nasser, de El Cairo, Egipto.

La tapa de la edición del 15 de septiembre de 1975 de la revista Sports Illustrated reunió a los boxeadores y al promotor Don King. El estado filipino se hizo cargo de la bolsa de Ali, que fue de 4.500.00 dólares, y de varios gastos organizativos más. Por eso Manila fue la sede del choque, ya que, inicialmente, King había considerado como escenario del mismo al Estadio Nasser, de El Cairo, Egipto.

Pero la tercera y última ocasión en que chocaron estos formidables trenes expresos, fue el 30 de septiembre de 1975. A 48 años de este combate -que se cumplen hoy-, aún se lo recuerda como uno de los más brutales -sin duda alguna- que sostuvieran jamás dos pesos pesados, ya que intercambiaron durísimos golpes durante 14 rounds, en una guerra legendaria que se extendió 42 minutos.

Muhammad Ali tenía 33 años. Vino al mundo el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky. Tras alzarse con el oro olímpico en mediopesado en los Juegos de Roma 1960, ganó su primer cetro pesado -con solo 22 años y en la 20ª pelea- el 25 de febrero de 1964, cuando le GKO 7 a Sonny Liston en Miami.

Por su parte, Joe Frazier tenía 31 años. Nació en Beaufort, Carolina del Sur, el 12 de enero de 1944. Ganador de la medalla de oro en pesado en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, conquistó el título de la máxima división (no unificado) el 4 de marzo de 1968 (le GKOT 11 a Buster Mathis) y, el absoluto, el 16 de febrero de 1970 al GKOT 5 a Jimmy Ellis.

La guerra de Thrilla in Manila

Don King (¿quién otro podía organizarlo?) promocionó el festival con este nombre (cuya traducción sería Emoción en Manila), que tuvo como escenario al Coliseo Araneta, en Quezón City, en la Gran Manila, que estuvo colmado por 26.000 espectadores.

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El 18 de septiembre de 1975, 12 días antes de la pelea, el dictador Ferdinando Marcos (izquierda) recibió a Muhammad Ali y a Joe Frazier en el palacio presidencial de Malacañang, en Manila, acompañado por su esposa, Imelda (en el centro). En dicho encuentro, cada boxeador apostó un millón de dólares a que ganaría el combate.

El 18 de septiembre de 1975, 12 días antes de la pelea, el dictador Ferdinando Marcos (izquierda) recibió a Muhammad Ali y a Joe Frazier en el palacio presidencial de Malacañang, en Manila, acompañado por su esposa, Imelda (en el centro). En dicho encuentro, cada boxeador apostó un millón de dólares a que ganaría el combate.

¿Por qué acá? Por los graves problemas sociales, políticos y económicos que atravesaba el país, el dictador Ferdinando Marcos quiso mostrarle al mundo que en Filipinas reinaba la paz, no había conflictos ni marchas de protesta y, la población, estaba contenta a más poder, a pesar de la ley marcial que imperaba desde el 23 de septiembre de 1972.

Nada nuevo que muchos otros dictadores hicieron para intentar lavar su imagen. Por caso, Marcos había organizado en 1974 un certamen de Miss Universo. Es más: el estado filipino se hizo cargo de la bolsa de Ali, que fue de 4.500.00 dólares, y de varios gastos organizativos más. Por eso Manila fue la sede del choque, ya que, inicialmente, King había considerado como escenario del mismo al Estadio Nasser, de El Cairo, Egipto.

King, un ex convicto, y celebérrimo por sus pelos parados, se aseguró los derechos del combate y, a cambio de excelentes ganancias televisivas, llegó a un rápido acuerdo con Marcos y programó la pelea en Asia.

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Para que se viera en horario central en los Estados Unidos, la pelea empezó a las 10.45 de la mañana –hora filipina– del miércoles 1 de octubre de 1975. En territorio estadounidense, se desarrolló el martes 30 de septiembre, y comenzó a las 21.45 en Nueva York, a las 20.45 en Chicago, y a las 18.45 en Los Ángeles. Por eso, al combate se lo recuerda con las dos fechas.

Para que se viera en horario central en los Estados Unidos, la pelea empezó a las 10.45 de la mañana –hora filipina– del miércoles 1 de octubre de 1975. En territorio estadounidense, se desarrolló el martes 30 de septiembre, y comenzó a las 21.45 en Nueva York, a las 20.45 en Chicago, y a las 18.45 en Los Ángeles. Por eso, al combate se lo recuerda con las dos fechas.

Tal es así que, entre los 62 países que recibieron la transmisión en directo, por primera vez fue incluida la por entonces Unión Soviética. Sin contar otros ingresos, la recaudación de la pelea ascendió a 1.520.000 dólares.

Para que se viera en horario central en los Estados Unidos, la misma empezó a las 10.45 de la mañana –hora filipina– del miércoles 1 de octubre. En territorio estadounidense, se desarrolló el martes 30 de septiembre, y comenzó a las 21.45 en Nueva York, a las 20.45 en Chicago, y a las 18.45 en Los Ángeles. Por eso, a la pelea se la recuerda con las dos fechas.

¿Y cómo llegaban ambos a este combate en Manila? George Foreman, dueño de una de las pegadas más devastadoras de la historia, había aplastado a Frazier el 22 de enero de 1973 (le GKO 2 en Kingston, Jamaica, y se alzó con los títulos AMB-CMB).

Por su parte, Ali, en su obra maestra –también organizada por Don King, apoyado económicamente por el dictador local Mobutu Sese Seko– se los arrebató a Big George el 30 de octubre de 1974, en Kinshasa, Zaire (le GKO 8, y recuperó los cetros que le sacaron el 28 de abril de 1967, cuando se negó a ir a la guerra de Vietnam).

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La pelea tuvo como escenario al Coliseo Araneta, en Quezón City, en la Gran Manila, que estuvo colmado por 26.000 espectadores. Entre los 62 países que recibieron la transmisión televisiva en directo, por primera vez fue incluida la por entonces Unión Soviética y, sin contar otros ingresos, la recaudación total ascendió a 1.520.000 dólares.

La pelea tuvo como escenario al Coliseo Araneta, en Quezón City, en la Gran Manila, que estuvo colmado por 26.000 espectadores. Entre los 62 países que recibieron la transmisión televisiva en directo, por primera vez fue incluida la por entonces Unión Soviética y, sin contar otros ingresos, la recaudación total ascendió a 1.520.000 dólares.

En la previa, la lengua de Ali funcionó a la perfección, como en toda su carrera (por caso, predijo 17 veces cuándo noquearía a sus rivales, y acertó en 13). Pero en esta ocasión, su inspiración fue aún mayor. Hasta llevó un gorila de peluche, al que golpeaba una y otra vez en las conferencias de prensa.

"¡Vamos, gorila, estamos en Manila!", ante el profundo enojo de Smokin’ Joe, quien había llegado a pedirle al presidente Richard Nixon que le permitiera pelear a Ali y hasta le prestó dinero cuando este se encontraba suspendido. Por eso, ante tanto maltrato juró venganza cuando se encontraran sobre el ring filipino.

“Él no sabe hablar, él no sabe boxear, él no sabe bailar”, disparó El Más Grande en la ceremonia del pesaje, que se realizó cinco días antes del combate. Ali acusó en la balanza 101 kilos; su retador, 97,300 y, a partir de allí, solo restaba esperar que chocaran los planetas. Y vaya que chocaron.

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La pelea fue de toma y daca permanente y, ninguno, dio ni un paso atrás. Frazier, con su clásico juego de cintura, acortó distancias y con sus devastadores ganchos de izquierda impactó en el cuerpo de un Ali quien, con sus jabs quirúrgicos y derechazos a fondo, golpeó a su retador con fiereza una y otra vez, sobre todo en la cabeza.

La pelea fue de toma y daca permanente y, ninguno, dio ni un paso atrás. Frazier, con su clásico juego de cintura, acortó distancias y con sus devastadores ganchos de izquierda impactó en el cuerpo de un Ali quien, con sus jabs quirúrgicos y derechazos a fondo, golpeó a su retador con fiereza una y otra vez, sobre todo en la cabeza.

Dos duros de verdad

Con la presencia en el ringside preferencial de Marcos y su esposa Imelda, la pelea fue de toma y daca permanente y, ninguno, dio ni un paso atrás. Frazier, con su clásico juego de cintura, acortó distancias y con sus devastadores ganchos de izquierda –una verdadera marca registrada– impactó en el cuerpo de un Ali quien, con sus jabs quirúrgicos y derechazos a fondo –también patentados–, golpeó a su retador con fiereza una y otra vez, sobre todo en la cabeza.

Pero el duelo también fue dialéctico, ya que Ali provocó a su archirrival durante toda la pelea: “¿Esto es todo lo que sabés, gorila?”, fue una de las frases que más repitió.

Aunque resulte absolutamente increíble, Frazier peleó durante toda su carrera con su ojo izquierdo prácticamente sin visión, porque padecía de cataratas, de las que recién se operó tras su retiro: por eso, Ali concentró ahí su ataque.

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La pelea fue tan dura y dramática, que solo los boxeadores y sus almas saben cómo aguantaron el esfuerzo sobrehumano de golpearse sin tregua desde la campana inicial, y bajo un calor sofocante de más de 40º en un estadio cerrado. Por eso, en el descanso entre el 14º y 15º y último round, estaban –en el estricto sentido del término– al borde del desmayo.

La pelea fue tan dura y dramática, que solo los boxeadores y sus almas saben cómo aguantaron el esfuerzo sobrehumano de golpearse sin tregua desde la campana inicial, y bajo un calor sofocante de más de 40º en un estadio cerrado. Por eso, en el descanso entre el 14º y 15º y último round, estaban –en el estricto sentido del término– al borde del desmayo.

"No podía ver y, la Mariposa (así lo llamaba Smokin' Joe a Ali), me cerró el derecho. Estuve casi ciego toda la pelea", recordaría años después. Así y todo y, en una canto a la bravura y el coraje ilimitado, jamás dejó de ir al frente, y nada menos que ante un portento como El Más Grande.

En este dramático escenario, solo ellos y sus almas saben cómo aguantaron el esfuerzo sobrehumano de golpearse sin tregua desde la campana inicial, y bajo un calor sofocante de más de 40º en un estadio cerrado.

En el descanso entre el 14º y 15º y último round, estaban –en el estricto sentido del término– al borde del desmayo. Eddie Futch, el DT de Frazier, decidió que el combate terminara y, a pesar de la protesta de Smokin' Joe, quien quería continuar, le dijo: No one will ever forget what you did here today” ("Nadie olvidará lo que hiciste aquí hoy"), y le indicó al árbitro local, Carlos Padilla, que su pupilo, que había sobrepasado el límite de sus fuerzas, no seguiría peleando.

Pero lo que Futch y Frazier desconocían era que el mismísimo Ali –quien tampoco daba más–, le había pedido al término del 14º round a su técnico, Angelo Dundee, que le cortara las cintas adhesivas y le sacara los guantes por el dolor insoportable que sentía en sus puños, lo que sería corroborado años después por Thomas Hauser, el biógrafo personal de El Más Grande.

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Mientras Eddie Futch, el DT de Frazier, le indicaba en el descanso entre el 14º y 15º y último round al árbitro, Carlos Padilla, que su pupilo, que había sobrepasado el límite de sus fuerzas, no seguiría peleando, el propio Ali –quien tampoco daba más–, le había pedido a su técnico, Angelo Dundee, que le cortara las cintas adhesivas y le sacara los guantes por el dolor insoportable que sentía en sus puños.

Mientras Eddie Futch, el DT de Frazier, le indicaba en el descanso entre el 14º y 15º y último round al árbitro, Carlos Padilla, que su pupilo, que había sobrepasado el límite de sus fuerzas, no seguiría peleando, el propio Ali –quien tampoco daba más–, le había pedido a su técnico, Angelo Dundee, que le cortara las cintas adhesivas y le sacara los guantes por el dolor insoportable que sentía en sus puños.

Entonces, sorprendido por el abandono de su rival, Dundee le pidió a Ali que se parara: por el solo hecho de hacerlo y levantar su brazo en señal de victoria, se llevó el triunfo por KOT 14 y, de este modo, el oriundo de Louisville cerró 2-1 a su favor esta inolvidable trilogía entre dos verdaderos guerreros en la cual, en total, a lo largo de sus trayectorias se fajaron durante ¡41 rounds!

Al momento de la definición, el campeón estaba arriba en las tarjetas de las autoridades de la pelea, todas filipinas: 66-62 y 67-62 (los jueces Larry Nadayag y Alfredo Quiazón, respectivamente), y 66-60 (el árbitro Carlos Padilla). Estos guarismos se deben a que al ganador de cada round se le otorgaban 5 puntos, y no 10 como en la actualidad.

El Más Grande –que así retuvo por cuarta vez sus coronas AMB-CMB en su segundo reinado– estaba tan cansado, que ni tuvo fuerzas para festejar y se desplomó sobre la lona del ring, tras decirle a Frazier: "Con vos nunca más, Joe. Esto fue lo más parecido a la muerte". Poco después, se lo repetiría en un hospital de Manila, donde ambos fueron trasladados ese inolvidable día.

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Sorprendido por el abandono de su rival, Angelo Dundee le pidió a Ali que se parara: por el solo hecho de hacerlo y levantar su brazo en señal de victoria, se llevó el triunfo por KOT 14. El Más Grande (en la foto, sostenido por su médico personal, el doctor Ferdie Pacheco, de anteojos) no tuvo fuerzas para festejar y se desplomó sobre la lona del ring.

Sorprendido por el abandono de su rival, Angelo Dundee le pidió a Ali que se parara: por el solo hecho de hacerlo y levantar su brazo en señal de victoria, se llevó el triunfo por KOT 14. El Más Grande (en la foto, sostenido por su médico personal, el doctor Ferdie Pacheco, de anteojos) no tuvo fuerzas para festejar y se desplomó sobre la lona del ring.

El combate fue elegido como "Pelea del Año" de 1975 por la afamada revista The Ring y, la cadena ESPN, lo nombró el quinto mayor evento deportivo del Siglo XX.

Reconociendo su valentía, el oriundo de Louisville elogió públicamente a su dignísimo rival: “Si Dios me eligiera para una guerra santa, pediría combatir al lado de Joe Frazier”, resaltó. Incluso, afirmó: “He is the greatest fighter of all times, next to me" ("Es el mejor boxeador de todos los tiempos, después de mí").

Y, en el libro autobiográfico de Ali, se recuerda otra muy curiosa anécdota. Esa noche, en una cena de gala que ofreció Ferdinando Marcos en su palacio presidencial, Frazier se excusó de asistir pero, no obstante, le mandó una nota a su rival: “Te di golpes que derribarían paredes, y te mantuviste firme. Sos un gran campeón”, destacó.

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El rostro de Smokin’ Joe muestra las huellas de la durísima batalla que libró con Ali en Manila. Reconociendo su valentía, el Más Grande elogió públicamente a su rival: “Si Dios me eligiera para una guerra santa, pediría combatir al lado de Joe Frazier”, resaltó.

El rostro de Smokin’ Joe muestra las huellas de la durísima batalla que libró con Ali en Manila. Reconociendo su valentía, el Más Grande elogió públicamente a su rival: “Si Dios me eligiera para una guerra santa, pediría combatir al lado de Joe Frazier”, resaltó. "Con vos nunca más, Joe. Esto fue lo más parecido a la muerte", remató.

Entonces, Marcos le recordó a Ali la apuesta de un millón de dólares pactada previamente entre ambos púgiles. “No, Joe no me debe nada. Y yo tampoco le debo nada. Nos pagamos todas las deudas que teníamos y que jamás tendremos el uno con el otro. Ahora, los dos quedamos liberados”, respondió El Más Grande.

Un legado imborrable

Durante muchos años, Frazier jamás olvidaría las hirientes y ofensivas palabras con las que Ali lo descalificó antes de Thrilla in Manila. Por su parte, Ali mostraría su arrepentimiento en varias ocasiones: "Dije muchas cosas en el calor del momento... Lo llamé por nombres que nunca debí haberlo llamado. Pido disculpas por eso. Lo siento mucho. Todo tuvo el propósito de promover la pelea", reconocería con sinceridad.

El lunes 7 de noviembre de 2011, Smokin’ Joe –quien pasó la última etapa de su vida sumido en la pobreza– falleció en Filadelfia, a los 67 años, debido a un cáncer de hígado, y fue sepultado en el Ivy Hill Cemetery de Alexandria, Virginia.

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Tras interminables desencuentros, Ali y Frazier dejaron atrás sus diferencias. Esta foto fue tomada el 10 de julio de 2002 en el ingreso al teatro Kodak de Los Ángeles, en el marco de la 10ª edición de entrega de los Premios ESPY. Ambos ya nos dejaron: Joe murió el 7 de noviembre de 2011, a los 67 años y, Muhammad, el 3 de junio de 2016, a los 74.

Tras interminables desencuentros, Ali y Frazier dejaron atrás sus diferencias. Esta foto fue tomada el 10 de julio de 2002 en el ingreso al teatro Kodak de Los Ángeles, en el marco de la 10ª edición de entrega de los Premios ESPY. Ambos ya nos dejaron: Joe murió el 7 de noviembre de 2011, a los 67 años y, Muhammad, el 3 de junio de 2016, a los 74.

Ali, quien luchaba estoicamente contra el Parkinson desde 1984, asistió a su funeral y, al referirse a su archirrival, dijo emocionado: “El mundo perdió a un gran campeón. Siempre recordaré a Joe con respeto y admiración”.

Dos años antes de su muerte, Frazier había declarado, en una entrevista a la revista Sports Illustrated, que ya había dejado atrás su resentimiento contra El Más Grande, quien nos dejó el viernes 3 de junio de 2016, a los 74 años, en Scottsdale, Arizona y, sus restos, descansan en el Cave Hill Cemetery de Louisville, Kentucky, su ciudad natal.

Eso sí: es altamente probable que, cuando ambos recuerden un nuevo aniversario de la guerra sin cuartel que sostuvieron en Manila hace 48 años, hagan gala del corazón de guerrero de raza que siempre los animó y hoy terminen guanteando en el cielo.

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