El científico estadounidense David Julius y el estadounidense de origen libanés y armenio Ardem Patapoutian ganaron este lunes el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre la forma en la que el sistema nervioso percibe la temperatura y el tacto.
Sus "descubrimientos revolucionarios" nos han "permitido comprender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden desencadenar impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo", informó el jurado del Nobel en Estocolmo.
Los galardonados se impusieron a los favoritos, la húngara Katalin Karico y el estadounidense Drew Weissman, pioneros de las vacunas ARN y profesores de la Universidad de Pensilvania.
A finales de los años 90, David Julius, de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), vio la posibilidad de realizar grandes avances al analizar cómo el compuesto químico capsaicina provoca la sensación de ardor que sentimos al entrar en contacto con el picante de los ajíes y chiles. ¡Se había encontrado el gen que detecta la capsaicina!
Cuando Julius investigó la capacidad de la proteína para responder al calor, se dio cuenta de que había descubierto un receptor sensor del calor que se activa a temperaturas percibidas como dolorosas.
Los galardonados se impusieron a los favoritos, la húngara Katalin Karico y el estadounidense Drew Weissman, pioneros de las vacunas ARN y profesores de la Universidad de Pensilvania.
Mientras se desarrollaban los mecanismos de la sensación de temperatura, seguía sin estar claro cómo los estímulos mecánicos podían convertirse en nuestros sentidos del tacto y la presión. Ardem Patapoutian, que trabaja en el Scripps Research de La Jolla (California, EEUU), quería identificar los esquivos receptores que se activan con los estímulos mecánicos.
Patapoutian y sus colaboradores identificaron por primera vez una línea celular que emitía una señal eléctrica medible cuando se pinchaban células individuales con una micropipeta. El equipo consiguió identificar un único gen cuyo silenciamiento hacía que las células fueran insensibles a los pinchazos con la micropipeta. Se había descubierto un nuevo canal iónico mecanosensible totalmente desconocido y se le dio el nombre de Piezo1.
“Los revolucionarios descubrimientos de los canales TRPV1 (receptor de capsaicina), TRPM8 (receptor activado por el frío) y Piezo (canal iónico mecanosensible) han permitido entender cómo el calor, el frío y la fuerza mecánica pueden iniciar los impulsos nerviosos que nos permiten percibir y adaptarnos al mundo que nos rodea”, explicó el comunicado de prensa.
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