La presión de los neumáticos se mide en PSI (libras por pulgada cuadrada) o en bares, y cada vehículo tiene un rango específico recomendado por el fabricante. Cuando se excede ese nivel, la llanta se deforma y la banda de rodamiento comienza a desgastarse de manera irregular.
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Entre las consecuencias más comunes de circular con neumáticos sobreinflados se encuentran:
- Menor área de contacto con el asfalto, lo que reduce la adherencia y estabilidad.
- Mayor distancia de frenado, ya que se pierde tracción.
- Mayor vulnerabilidad a pinchaduras o roturas en el caucho.
- Deformación de los materiales internos de la llanta.
- Poca capacidad de absorción de impactos, por ejemplo, al pasar sobre un bache.
Fabricantes como Firestone advierten que una presión incorrecta aumenta la probabilidad de sufrir un accidente, mientras que Michelin recalca que el vehículo puede necesitar más metros para detenerse, comprometiendo la seguridad en situaciones de emergencia.
neumaticos llantas
Tener los niveles elevados puede provocar un desgaste irregular en los neumáticos.
El mito del ahorro de combustible
Un mito muy extendido en internet asegura que inflar de más los neumáticos reduce el consumo de nafta. Esto es falso. En realidad, al perder tracción y agarre, el vehículo necesita más energía para desplazarse, lo que incrementa la resistencia al rodamiento y, en consecuencia, aumenta el gasto de combustible.
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¿Cómo evitar el error?
La presión correcta de los neumáticos se encuentra en el manual del propietario del vehículo o en una etiqueta adherida a la puerta del conductor. Lo recomendable es:
- Revisar la presión al menos una vez al mes y antes de viajes largos.
- Realizar la medición con los neumáticos fríos para obtener datos precisos.
- No dejarse guiar por “consejos populares” y siempre respetar las indicaciones del fabricante.