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Paramotor en Santa Fe: cómo se ven los ríos y las islas de la cuenca del Paraná desde el aire

Un equipo de AIRE digital hizo un bautismo de vuelo en un paratrike, una variante del paramotor, con los pilotos de Pacará Eco Aventuras. Es una de las alternativas de turismo que se está explorando en la costa santafesina.

En la costa de Cayastá y Helvecia (Santa Fe), los pilotos de Pacará Eco Aventuras ofrecen una perspectiva única para mirar los ríos, arroyos e islas de la cuenca del río Paraná: subirse a un paratrike, una variante del paramotor que permite que una persona que no tiene experiencia pueda hacer un bautismo de vuelo junto a un piloto.

El paratrike es un parapente con motor y hélice, y un pequeño tren rodante para despegar y aterrizar. Vuela a una velocidad máxima de 50 kilómetros por hora y a una altura promedio de 150 metros, en los bautismos de vuelo. El paramotor, en cambio, no tiene ruedas: al parapente se le suma una mochila con motor y hélice. Se despega y aterriza al trote.

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¿Es seguro? Es un deporte de riesgo -para muchos extremo- y no es para todos, pero los pilotos de Pacará aseguran que sólo levantan vuelo si las condiciones son seguras, tienen equipos homologados y rindieron el examen de la Federación Argentina de Vuelo Libre, la entidad que agrupa a todos los clubes de vuelo libre -se explica en la web de la Administración Nacional de Aviación Civil- y regula la actividad.

“En la Argentina hay dos escuelas de vuelo de paramotor. Una está en la provincia de Buenos Aires y la otra es la nuestra, Pacará Escuela de Vuelo”, precisa Luis Bonazza, instructor de vuelo y referente de este centro de entrenamiento y capacitación, en una entrevista con AIRE.

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En Helvecia, Luis Bonazza dirige una de las dos escuelas de vuelo en paramotor que hay en la Argentina.

En Helvecia, Luis Bonazza dirige una de las dos escuelas de vuelo en paramotor que hay en la Argentina.

La costa de Santa Fe, el ecoturismo y el turismo aventura

Un equipo de AIRE viajes compartió una jornada de entrenamiento y vuelo con un grupo de pilotos de paramotor en Punta Arenas, un campo de 46 hectáreas en el que hace 30 años se sembraban y cosechaban lechugas, zapallos y berenjenas; y hoy es uno de los campings más lindos que tiene Santa Fe, con pileta, playa, jardín botánico y un rincón muy especial: la confluencia de la laguna Nieva y el río San Javier, en donde se puede mirar tanto el amanecer como el atardecer.

Desde allí, además, parte un sendero de trekking que recorre un bello tramo de bosque ribereño. “Lo hicimos y lo mantenemos para que lo pueda recorrer la gente que disfruta la naturaleza y los chicos que vienen de las escuelas”, explica Ignacio Dovis, administrador del camping.

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En la Argentina se estima que hay unos 3.000 pilotos de paramotor.

En la Argentina se estima que hay unos 3.000 pilotos de paramotor.

Cristian “Colo” Álvarez, que trabaja en la Secretaría de Turismo de Santa Fe y conoce a fondo la cadena turística de la provincia, destaca que este tipo de experiencias son interesantes porque comienzan a consolidarse alternativas de ecoturismo y aventura para las personas que vienen a pasar un fin de semana a los complejos de cabañas de la ruta provincial 1, un corredor que va desde Colastiné Norte y Rincón hasta Alejandra y Romang.

Al tradicional turismo vinculado a la pesca, se la suma la posibilidad de hacer recorridos guiados en kayaks, cicloturismo, trekking, observación de fauna y aves; y también experiencias más osadas, como subirse a un paratrike.

Paramotor: cuántos pilotos hay en la Argentina

Se estima que hay unos 3.000 pilotos de paramotor en Argentina. Córdoba, San Luis o Mendoza son buenos lugares para hacer parapente, por las montañas, pero Santa Fe y todo el Litoral es un lugar con muy buenas condiciones para el paramotor, una actividad que necesita que las rachas de viento no superen los 20 kilómetros por hora. “En un año tenemos unos 200 días en los que podemos salir a volar. En la Patagonia, en cambio, apenas tienen 10 o 15 días con condiciones seguras para despegar”, explica Bonazza.

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En la Argentina se estima que hay unos 3.000 pilotos de paramotor.

En la Argentina se estima que hay unos 3.000 pilotos de paramotor.

Hay alguien que aprovechó en serio las condiciones para volar que ofrece la provincia. Se llama Diego Suligoy, es de Reconquista y acaba de lograr el récord argentino de vuelo con un paramotor. El 19 de agosto de este año, despegó en Los Laureles (cerca de Romang) y aterrizó en Morteros, Córdoba. Es un vuelo de 260 kilómetros que le llevó cinco horas. “Me mantuve a una altura promedio de 400 a 600 metros -recordó- y fue todo un desafío, porque a lo largo de esas cinco horas me tuve que adaptar a diferentes condiciones, más allá de que había planificado bien el vuelo”.

Otro de los que está entrenando con el parapente es Aldo Ferrari. Tiene 68 años y es un docente jubilado de la Universidad Tecnológica Nacional en Santa Fe (enseñaba instalaciones eléctricas). Otro santafesino, Diego Más, hace un buen rato que está mirando el anemómetro, un instrumento que mide la velocidad del viento, para ver si puede despegar.

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Como es un deporte de riesgo, hay que respetar ciertos requisitos para despegar. Las rachas de viento, por ejemplo, no deben superar los 20 kilómetros por hora. Diego Más mide la velocidad del viento con un anemómetro.

Como es un deporte de riesgo, hay que respetar ciertos requisitos para despegar. Las rachas de viento, por ejemplo, no deben superar los 20 kilómetros por hora. Diego Más mide la velocidad del viento con un anemómetro.

¿Por qué vuelan? Todos dicen lo mismo. Desde que eran chicos querían “volar en lo que sea” y encontraron en el paramotor una alternativa flexible y viable. En la ciudad de Santa Fe, a veces se los ve volar por la costa de la laguna Setúbal y también en la zona del Chaquito, donde los ha grabado con su drone Hernán Retamoso (@obsesivamente). También hizo un hermoso video en este camping de Cayastá. Lo pueden ver acá.

Cómo es un bautismo de vuelo en paratrike

Lo primero que hay que decir, es que nadie puede garantizar que el vuelo se va a realizar. Si las condiciones no son seguras -sobre todo, la velocidad del viento-, no se puede despegar.

El equipo de AIRE lo vivió en primera persona. Hubo que esperar toda la tarde para poder volar apenas unos minutos en un paratrike biplaza, con los últimos rayos de luz.

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Diego Suligoy ayuda a preparar un paratrike. Hace un mes logró el récord argentino de vuelo con paramotor. Despegó en Los Laureles, cerca de Romang, cruzó toda la provincia de Santa Fe y aterrizó cinco horas después en Morteros (Córdoba).

Diego Suligoy ayuda a preparar un paratrike. Hace un mes logró el récord argentino de vuelo con paramotor. Despegó en Los Laureles, cerca de Romang, cruzó toda la provincia de Santa Fe y aterrizó cinco horas después en Morteros (Córdoba).

¿Qué se siente al despegar? Depende de cada uno. Adrenalina, emoción, vértigo, miedo. Es que a diferencia de un avión comercial, se siente el viento en la cara y el propio cuerpo está como “suspendido” en el aire.

Para las personas que les gusta volar, la experiencia es maravillosa, inolvidable, alucinante. Hay días, además, que se puede apagar el motor y quedarse flotando, como un cóndor, en las corrientes térmicas ascendentes, pero para que sea una buena experiencia siempre hay que respetar las condiciones de seguridad.

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Un bautismo de vuelo en paratrike dura unos diez minutos.

Un bautismo de vuelo en paratrike dura unos diez minutos.

“En los bautismos siempre se vuela al lado de un lugar en el que podamos aterrizar”, aclara Bonazza, que fue uno de los pilotos que llevó al equipo de AIRE junto a Ricardo “Pocho” Morán, que se hizo cargo del otro biplaza. Un bautismo de vuelo dura unos diez minutos y tiene un costo que oscila cerca de los $30.000.

Cómo se ve la cuenca del río Paraná desde un paramotor

Desde el paratrike, el mundo es distinto y se entiende la escala del laberinto de islas y arroyos que conforman la cuenca de uno de los ríos más extensos del mundo, un paisaje en constante transformación por los ciclos de sequía y creciente.

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Desde un paramotor, se tiene una mirada diferente del laberinto de arroyos, riachos e islas que conforman la enorme cuenca del río Paraná.

Desde un paramotor, se tiene una mirada diferente del laberinto de arroyos, riachos e islas que conforman la enorme cuenca del río Paraná.

También es diferente la perspectiva del atardecer “flotando” en el aire. El oeste se pinta de tonos anaranjados que cada vez son más oscuros y desde la primera fila del paratrike -el piloto está en el asiento de atrás, para manejar los comandos- la mirada es mucho más larga, abarca cientos de kilómetros y puede girar 360 grados.

Al aterrizar se siente alivio y la certeza de que uno acaba de vivir una de las experiencias más fuertes de su vida.

Los que quieran aprender un poco más de todo esto tienen una buena oportunidad el 6, 7 y 8 de octubre: en el camping Punta Arenas se hace el V Encuentro Nacional de Paramotor.

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