Monseñor Marco Agostini, ceremoniero pontificio, explicó a Vatican News que ese ambiente tiene una carga emocional profunda: “Allí, el Papa toma conciencia de lo que ha llegado a ser, de lo que es a partir de ese momento”.
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Según Agostini, el nombre de la sala proviene del momento exacto en que el nuevo Pontífice comprende que “el oficio es más grande que la persona”, lo que suele provocar un llanto de emoción, humildad y responsabilidad.
El lugar es reducido, incluso angosto. Tiene dos escaleras, una que sube y otra que baja, y una única ventana. En sus paredes hay una lápida empotrada que recuerda un hecho histórico: el 5 de diciembre de 1590, el papa Gregorio XIV lloró allí tras ser elegido. Desde entonces, el recinto quedó bautizado popularmente como la Sala de las Lágrimas.
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“En esta sala, denominada ‘del llanto’ desde Gregorio XIV, quien aquí, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción, el nuevo Ponífice, después de aceptar la elección, se viste con los atuendos propios”.
Además del cambio de vestidura, el momento tiene un fuerte contenido espiritual. “El nuevo Papa entiende que, bajo ese rol, deberá morir cada día para que no sobresalga su persona, sino el oficio”, remarcó Agostini. Es decir, se trata de un espacio donde el hombre deja de ser solo un hombre para convertirse, simbólicamente, en el Vicario de Cristo.
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El lugar donde se cambia el nuevo Papa pero antes de ese acto toma conciencia de lo que "ha llegado a ser", según la explicación de un monseñor.
Este rincón oculto del Vaticano no solo forma parte del protocolo papal, sino que también es el primer escenario donde el peso del Papado se vuelve real.
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Allí se visten con atuendos litúrgicos preparados en tres talles distintos, ya que hasta último momento se desconoce quién será el elegido. Es, quizás, el lugar más humano del ceremonial, donde un hombre llora antes de aparecer ante el mundo como Papa.
