Tras la primera semana del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa, las palabras del ex capitán de la Selección argentina de Rugby, Agustín Pichot, aportaron una mirada crítica sobre la cultura de la violencia, especialmente a través de las masculinidades y sus resortes en algunas disciplinas deportivas.
"Naturalizamos que en un bautismo te caguen a trompadas, que te muerdan hasta que no te puedas sentar, a mí me pasó, les hablo de la experiencia mía. Me mordieron la cola, un cachete. No me pude sentar por cuatro días, no tiene nada de gracioso”, expresó.
Además, Pichot relató que después del crimen de Báez Sosa, golpeado por un grupo de rugbiers, le preguntó a su hija qué opinaba de los jugadores de rugby. “Son unos patoteros, quilomberos, agresivos”, fue la respuesta.
El secretario de Formación y Capacitación para la Igualdad de la provincia de Santa Fe, Luciano Fabbri, habló con AIRE sobre esta problemática desde una perspectiva de género.
"El testimonio de Pichot es interesante, es bueno escuchar voces que se animan a problematizar las lógicas de ese universo, las violencias que se han naturalizado. Pero Pichot puede hacer esto públicamente ahora, ya retirado del rugby profesional y habiendo pasado por el rol de capitán. Esos rituales de bautismo los pudo empezar a cuestionar en ese momento", aclara.
Fabbri entiende que eso se debe al lugar de jerarquía que construyen los varones dentro de sus grupos.
"Tienen que ver con ciertos valores que se promueven en el rugby pero se moderan con reglas claras dentro de la cancha. Sin embargo, fuera de la cancha se les da rienda suelta y tienen que ver con la construcción de la masculinidad. Todas esas reglas de contacto, de roce, están claras dentro de la cancha, pero toda esa construcción corporal que no es individual sino con la idea de espíritu colectivo que se fomenta en la disciplina se desata fuera del estadio en muchos casos hacia personas que no comparten esas reglas", explicó.
Para el funcionario, hay una dinámica sostenida por todos los mandatos que los varones deben seguir para ser reconocidos por sus pares como verdaderos hombres, masculinos, viriles, y que sólo se puede dar a través de posiciones de reconocimiento o jerarquía.
"En las clases altas el reconocimiento pasa por éxito económico, laboral o profesional; pero en la esquina del barrio va a pasar por otras variables que quizás tienen que ver con la cultura del aguante, factores relacionados con el reconocimiento de tus pares, que en general son varones", indicó en una charla con el programa 7AM.
Sostiene Fabbri que el ritual de la violencia callejera y las peleas en la puerta de los boliches es un ritual en el que se demuestra masculinidad ante los otros: "Se demuestra una jerarquía al destinatario de esa violencia, al que está en la posición de víctima, se le muestra al grupo y a los espectadores".
Y asegura que situaciones extremas como la del asesinato del joven en la puerta de un boliche en Villa Gesell nos tienen que llevar a pensar que esto pasa todos los días y en todos los grupos de varones.
"La lógica de tener que demostrar hombría ante el grupo de pares es cotidiana en los grupos de varones. El tener sexo cuando no querés hacerlo porque tal chica demuestra interés en vos y tenés que tener relaciones para demostrarle al resto que sos heterosexual; enfrentarse a situaciones de riesgo corriendo picadas cuando uno te torea en una bocacalle de la esquina; o teniendo que consumir más alcohol o drogas de lo que tu cuerpo puede sin hacerse daño", enumera.
Explicó que, cuando no se aceptan esas reglas de juego, los varones se enfrentan a la posibilidad de ser tildados como el chivo expiatorio del grupo por sacar los pies del plato y quedan como blanco de humillaciones, burlas o la exclusión del grupo.
"Es por eso que tenemos que buscar más estrategias comunicacionales y pedagógicas para trabajar con los varones desde temprano, cuestionando esas presiones de tener que demostrar. Esto tiene consecuencias para toda la comunidad; por eso es importante promover políticas públicas desde el enfoque de masculinidades, porque la construcción de las masculinidades también son una cuestión de género", completó.
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