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Actualidad Monte Grande | Buenos Aires |

Cuatro hijos, una tragedia y un dolor que no cicatriza jamás: "Estoy muerta en vida"

Una historia marcada por el dolor, la resiliencia y una tragedia que lo cambió todo. Su testimonio sigue conmoviendo y buscando justicia.

Una noche calurosa del 8 de enero de 2023, la vida de Pamela Nisi cambió para siempre. Estaba en su casa de Monte Grande, Buenos Aires, junto a sus hijos, disfrutando de un domingo tranquilo. Cocinaron, jugaron y compartieron tiempo en familia. Pero a las 22:30, todo se convirtió en pesadilla: el techo de la habitación se desplomó y sepultó a cuatro de sus hijos.

Los niños —Santino, Lorenzo, Benicio y Noah— dormían cuando la losa cedió y cayó sobre ellos. Pamela corrió desesperada al escuchar el estruendo, pero la puerta se cerró en su cara. “Estoy muerta en vida”, repite desde entonces, porque aunque ella sobrevivió, la tragedia la marcó para siempre.

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Una casa precaria y una decisión fatal

La vivienda pertenecía a Daniel López, su pareja, quien la había recibido tras conflictos familiares en su anterior hogar. Según Pamela, ese mismo día él le pidió subir escombros a una losa falsa, como parte de una obra improvisada. Horas más tarde, esa estructura colapsó. Daniel está imputado por homicidio culposo agravado, y la causa avanza lentamente en la Justicia.

La casa donde ocurrió la tragedia quedó en ruinas.
La casa donde ocurrió la tragedia quedó en ruinas.

La casa donde ocurrió la tragedia quedó en ruinas.

El rescate que llegó tarde

Los vecinos intentaron ayudar, pero no pudieron hacer nada. Su hijo mayor, Valentín, cavaba con las manos entre los escombros. La ayuda oficial llegó tarde. Uno por uno, los cuerpos de los niños fueron rescatados sin vida. El último apareció cinco horas después. Pamela, en shock, fue sedada tras gritar que quería morirse con ellos.

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El dolor no se va", dice Pamela, mientras espera justicia.
El dolor no se va”, dice Pamela, mientras espera justicia.

El dolor no se va”, dice Pamela, mientras espera justicia.

Un duelo que no termina

Desde aquel día, Pamela no volvió a trabajar. Vive con ataques de ansiedad, duerme con la luz encendida y evita lugares con niños. Todos los años, camina sola hasta Luján llevando mochilas y fotos de sus hijos. En esa peregrinación, busca señales que le recuerdan que siguen con ella: una mariposa, un niño parecido, una canción.

La Justicia aún no resolvió el caso, pero Pamela no baja los brazos. Dice que no puede quedarse quieta porque es como volver a esa noche, la misma en la que perdió a sus cuatro hijos y empezó a cargar con un dolor que el tiempo no puede borrar.

Las mochilas de sus hijos, el recuerdo que siempre la acompaña.
Las mochilas de sus hijos, el recuerdo que siempre la acompaña.

Las mochilas de sus hijos, el recuerdo que siempre la acompaña.