CÚCUTA, COLOMBIA- “Nos engañaron. Nos usaron como títeres”, gritaba Grisel Miranda, de 65 años, sentada sobre un pequeño taburete en el puente Tienditas. De su frente caían sin parar gotas de transpiración. Su camisa rosa estaba empapada. Junto a su marido Mario habían estado todo el día bajo un calor sofocante y un sol rabioso formar parte de la caravana de voluntarios que debía ingresar la ayuda humanitaria a Venezuela. A la caída de la tarde estaban decepcionados. “Nos sentimos humillados”, bramaba la mujer rodeada de policías colombianos que la instaban a abandonar el puente donde ella estaba sentada en su banquito.
A unos metros de Grisel, Oscar Reyes, uno de los voluntarios, con una boina azul en su cabeza, gritaba que “el pueblo estuvo al rayo del sol y los políticos que no hicieron nada reunidos como parásitos con aire acondicionado”. Sus frases se orientaban al centro del puente donde Guaidó estuvo todo el día reunido con los presidentes de Colombia Iván Duque y de Chile Sebastián Piñera.
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La decepción para muchos voluntarios llegó cuando Guaidó, rodeado de los otros dos jefes de Estado, anunció que la ayuda humanitaria no iba a ingresar por el puente Tienditas. Dijo que sería un peligro para la gente que entrara la ayuda, cuando “los colectivos” -fuerzas parapoliciales chavistas- habían reprimido en los pasos fronterizos de Ureña y San Antonio, donde se quemaron tres camiones con ayuda humanitaria.
Esto le dio el pie a Guaidó para que afirmara que la quema de la ayuda para Venezuela es un “crimen de lesa humanidad”. Toda la semana el chavismo afirmó que la oposición planeaba “un falso positivo”. Es decir, que se armara un escenario de conflicto buscado con las víctimas ficticias.
La duda que ronda sobre esta cuestión es porqué ingresaron primero los camiones por los otros dos pasos como Ureña y San Antonio, donde se desataron incidentes y nunca se movieron los tráiler con ayuda humanitaria en el puente de Tienditas, otro paso fronterizo, donde se había convocado a la mayoría de los voluntarios.
La hipótesis que ronda durante las últimas horas es que a partir de ahora Guaidó tiene una justificación para que otros países pidan una intervención militar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde hasta la oposición venezolana no encontró respaldo a pleno del cuerpo, donde Rusia pisa fuerte.
Lejos de los voluntarios que desde hace días viajaron para respaldar al presidente encargado, Guaidó se mostró lejos de la gente. A las 9 de la mañana se subió a camión para que las cámaras lo tomaran. Pero los camiones nunca arrancaron.
Como adelantó Aire de Santa Fe desde hace más de tres días, cuando este periodista habló con los dirigentes chavistas del otro lado del puente, la posición del gobierno de Maduro era irreversible y no permitiría que Guaidó empezara a gobernar en un país, donde no tiene peso territorial.
Ante ese escenario, la tensión fue en crecimiento entre las propias filas del líder de la oposición. Unos 2000 voluntarios que se quedaron hasta el final del día fueron rodeados por la Policía Montada de Colombia y efectivos antimotines. El clima que se respiraba en el puente era espeso entre los voluntarios que reclamaban a Guaidó mayor decisión.
Los camiones con la ayuda alimentaria quedaron estacionados en un playón al costado del puente, junto a los contenedores refrigerados que contenían los medicamentos. “Todo fue un circo”, advirtió Juan Isola, un voluntario que cruzó hace tres días a Colombia y no sabe cómo podrá volver a su país. Las fronteras están cerradas y la Guardia Nacional Bolivariana desconfiará de los que regresen ahora, apunta el joven de 23 años.
Parece haber terminado el capítulo de la ayuda humanitaria y es probable que a partir de ahora se abra otro que parece transitar por el camino de la incursión militar en Venezuela. El lunes se reunirá en Bogotá el grupo Lima, que encabezado por países que respaldan a Guaidó y estará allí el vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence.
El único logro que sumó Guaidó este sábado, calificado por él mismo como el 23F, es que 23 militares y jefes de la Guardia Nacional Bolivariana decidieron saltar el alambrado y cruzar a la frontera con Colombia. Fueron recibidos por un capellán y juraron lealtad al presidente encargado Juan Guaidó, cuyo destino era incierto este sábado, un día después de cruzar la frontera desde Venezuela a Colombia.
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