Say Sacayán es el hermano de Diana, es activista trans y conoció a Alejandra Ironici cuando ella vivió en La Matanza, donde comenzó su militancia en la organización Miser. “Es un golpe fuerte. Imagínate que vuelva a pasar. Todavía estamos como intentando caer en las realidades que nos atraviesan a nosotros, incluso como personas que tenemos las herramientas para evitar esto y además, con personas tan cercanas, con las que vos construiste”, dice Say a AIRE. Diana Sacayán fue una referente travesti asesinada en octubre de 2015. “El solo hecho de ser quienes somos y quienes elegimos ser, implica un pie de guerra”, dice hoy su hermano que lleva adelante, junto a la abogada Luli Sánchez, una lucha judicial para que se mantenga la figura de travesticidio en la causa de Diana.
-¿Por qué es necesaria la figura de transfemicidio?
-En principio, por todo el trabajo que implicó que hablemos de travesticidio y transfemicidios, por lo que significan las muertes evitables y las muertes violentas. Cuando nosotros lo nombramos, lo que hacemos es sacar a la luz la violencia estructural que sufre este colectivo travesti trans, el estado de vulnerabilidad. Son cosas que ya existían y fueron estadísticas construidas incluso por Diana misma. Y también logramos, en el caso de Diana, porque se trataba de una figura pública y de una militante social, que tenga mucha resonancia.
Say subraya que lo ocurrido con Diana demostró todo aquello que ella misma había denunciado. En un primer momento, quisieron atribuir el travesticidio a una “fiesta” que salió mal. Tuvieron que pelear, también, para que no se tergiversaran los hechos. “Eso habla de la magnitud de lo que estábamos diciendo, de lo que veníamos diciendo hace un montón de años, porque Diana escribía sobre cómo morían las travestis, cómo se archivaban las causas, cómo operaban los medios de comunicación sobre estas muertes, con títulos que las relacionaban con el narcotráfico. Pareciera ser que estaba relacionado con una banda de delincuencia, pareciera ser que se les fue la mano, pareciera ser que vendía drogas. Siempre alrededor de las muertes de las personas travestis trans, los medios de comunicación tenían esta forma, incluso nunca se respetaban nuestros nombres de la identidad. Había toda una dinámica sobre las muertes o incluso de las violencias que existen y que existían sobre sobre las personas travestis trans”, subraya Say.
Diana trabajó para develar lo que pasaba con las vidas travestis trans. “No podían decir que a una compañera se le había incendiado la casa si ella estaba maniatada y estaba toda lastimada, toda golpeada y se cerró la causa. ¿Por qué? Por no sé qué, porque la policía, porque la familia no estaba, por un montón de cosas que pasaban alrededor de todo eso, que eran puras falacias. Y nunca te hablaba, nunca se sacaban a la luz los verdaderos motivos por los que ocurrían estas muertes”.
El trabajo sobre la causa de Diana logró “sacar a luz no solo eso, sino además algo que ya existía, que eran unas estadísticas que decían que el promedio de vida de las personas travestis trans es de 35 años a 40 años, también hay una violencia estructural que viene cuando las personas travesti trans empiezan a sacar su identidad hacia afuera, entre la adolescencia y la preadolescencia, son expulsadas y expulsados de sus hogares, no tienen acceso a la educación, a los ámbitos de salud, son expulsadas de la escuela y una serie de expulsiones, de violencias que son responsabilidades de un Estado que estuvo ausente siempre”. Las estadísticas las había construido, junto a otras compañeras, Diana.
“Nosotros logramos hacer un trabajo con toda la comisión, crear el concepto de travesticidio, que discursivamente se hable de las muertes de las personas travestis trans como se tenía que hablar. Y por otro lado, es importante que se hable de travesticidio en el caso de Diana, porque Diana era travesti. No era mujer, no podemos hablar de femicidio, porque sino estamos borrando la identidad de Diana, todo lo que la atravesó en su vida de travesti”, plantea Say. Y cree que es importante que se reconozca la figura en la causa de Diana, porque es “el ícono”. De hecho, sentó precedentes en otros juicios.
“Después viene Casación (la Cámara de Casación desestimó la figura en 2020, y la querella presentó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación), dice otra cosa, pero hay algo que no se puede negar. No se puede volver atrás. Hasta hace siete años no hablábamos de travesticidios. Hoy estamos hablando de esto y estamos hablando de todas las violencias, y existe una ley de cupo laboral travesti trans y existe un montón de políticas públicas que en principio están pensadas para las personas trans específicamente. Y es importante para el resto de la población y de la comunidad trans travesti”, concluye el activista.