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Sonia Tessa | Censo 2022 | No binario | Identidad

Censo e identidad de género: los números son la punta del iceberg

Por primera vez, el Censo 2022 incluyó la pregunta sobre el género autopercibido, con 8.293 personas (y 644 en Santa Fe) que se consideraron por fuera del binomio hombre-mujer. Sin embargo, activistas no binaries aseguran que no todas las personas fueron preguntadas porque "faltó capacitación".

Consultades por censistas, el 18 de mayo de 2022, en la provincia de Santa Fe, 644 personas no se catalogaron como hombre ni mujer. Los datos del Indec afirman que el 51,76% se identificó como “mujeres/femenino”, el 48,22% como “varones/masculino” y el 0,02% “ninguna de las anteriores”.

Según se publicó esta semana, en todo el país hubo 8.293 personas que no se incluyeron en el binomio masculino/femenino. Eso que algunos sectores aprovecharon a calificar como “un fiasco”, tiene múltiples lecturas. “Algunes censistas ni siquiera preguntaron, pusieron lo que consideraron por cómo veían a la persona”, puntualizó Noah Pellegrini, activista independiente trans no binarie. “No le di mucha importancia el censo, mi tía –que vive en el mismo terreno que yo, en la casa de adelante– contestó, pero no sé qué contestó. Supongo que me habrá percibido como mujer. Debo figurar como mujer”, apuntó Mandio, activista autoconvocade.

El censo dio una foto de la ciudadanía y este año, por primera vez, adecuó sus preguntas a la ley de identidad de género vigente en la Argentina desde 2012. Es un avance, si se mira en función de lo que había. Pero hay activismos que lo consideran insuficiente.

“Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo”, dice el texto de la ley, que fue modelo para otras legislaciones del mundo.

Por primera vez en un censo (el último se había realizado en 2010, antes de la ley), el cuestionario incluía las opciones de mujeres trans, varones trans, “no binarie” y “ninguna de las anteriores”. El Indec lo explicó así: “Para que toda la población pueda responder sobre la autopercepción de la identidad de género”.

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A partir de los datos que arroja un censo, se pueden establecer políticas públicas para diferentes sectores, en especial para los colectivos vulnerados. Y lo que propone el Estado casi nunca coincide con los reclamos de la población. “¿Qué es todo lo otro? ¿Para qué sirve ese otro? ¿Qué política pública podés sacar si no se sabe absolutamente nada? No importa cuáles son tus problemáticas, tus necesidades porque va a ir todo junto en lo que no sea hombre/mujer. Es seguir con la jerarquía del binarismo, como el DNI con la letra X significa meter allí todo lo que sale de la lógica binaria en esa letra”, plantea su disconformidad Noah Pellegrini.

Desde su experiencia, y por lo que le han relatado, asegura que “muchísimas personas no fueron censadas, no pasaron por sus casas”. Además de esa falencia, señala otra: “No hubo una capacitación previa a censistas, me han contado que han preguntado cualquier cosa, a algunas personas les dijeron ‘disculpame, te tengo que hacer esta pregunta' para referirse al género. Y otras personas a las que ni siquiera les han preguntado, se ponía hombre/mujer de acuerdo a lo que presuponía quien censaba, de acuerdo a cómo consideró a esa persona”.

Quienes se autoperciben no binaries no tienen, necesariamente, una apariencia diferente a las personas que se identifican como hombre o mujer. Se trata de la vivencia íntima del género y de la decisión –política– de cuestionar el paradigma binario que asimila sexo con género.

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En el Censo 2022, por primera vez el Estado preguntó por las identidades no binarias.

En el Censo 2022, por primera vez el Estado preguntó por las identidades no binarias.

“Lo que hizo el censo fue dejar muy claras las falencias del Estado para contemplar esas experiencias por fuera del binario. Si las personas censistas hubiesen estado capacitades, los resultados serían otros. Y si el censo hubiese sido un poco más específico, también”, considera Noah, quien señala, por ejemplo, que "en la provincia de La Pampa sólo seis personas respondieron que no eran varones ni mujeres. ¿Qué política pública se puede sacar de eso? Nada. Es un número que no sirve para nada porque tampoco se sabe qué significa”, planteó.

Pese a sus reparos, Noah hizo el cambio registral a un DNI con la X, pero eso no allanó sus problemas, justamente, porque no está incluida en el binomio tradicional. “No podía facturar, la AFIP no me recibía el monotributo, no podía ingresar en programas del Ansés”, enumera. Y relata una anécdota que le contaron: en una casa, el censista encontró un varón trans que estaba en pareja con una mujer trans. “En ningún momento se hizo la pregunta, entonces, se dio por sentado que allí había dos personas cis. Eso pasa porque la gente que censó no estaba capacitada”, enfatiza Noah.

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También Mandio tiene una mirada crítica sobre el censo. “No recaba ningún tipo de información que pueda darnos herramientas para ser más partícipes de la sociedad. Los censistas no estaban ni capacitades para sacar una información más fehaciente de las personas”, considera el activista.

No está contemplado nuestro existir, ni el de discas (discapacitados), ni de pobres, entre otras cuestiones. Las políticas se suelen hacer desde un lugar ajeno, por fuera de nuestras existencias”. Para Mandio, que la pregunta sobre les hijes haya sido “sólo a los cuerpos gestantes” (o sea, a las mujeres, en los términos binarios), es otra muestra de una mirada tradicional.

Por primera vez, el Estado reconoce las existencias de personas no binarias. Más allá de los números y las críticas, es un acontecimiento histórico.