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Sociedad sexo | sexualidad | cuarentena

Pasión, miedo y aburrimiento: las contradicciones del sexo en cuarentena

En una entrevista con Aire Digital, los sexólogos Ana Blanc y Federico Andrek cuentan cuáles fueron las consultas más frecuentes durante el aislamiento y también revelan que emergieron nuevas experiencias, como el sexting entre los adultos mayores.

Con el decreto de la cuarentena obligatoria en todo el país por la pandemia del coronavirus, las personas tuvieron que quedarse en casa con sus parejas y la sexualidad -como todos los demás aspectos de la vida- sufrió modificaciones: hubo etapas de pasión y mucho sexo y otras de aburrimiento y conflictos. Para analizar esta cuestión se puede separar a las personas en tres grupos: parejas que conviven con hijos, las que lo hacen sin hijos y quienes están en pareja pero no conviven o están solteros y tuvieron que hacer el aislamiento en soledad.

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Ana Blanc es sexóloga, atiende a parejas o personas interesadas en trabajar la sexualidad en clínica y por la cuarentena empezó a hacerlo por videollamada. Asegura que las primeras semanas, las personas estaban muy interesadas y motivadas sobre cómo trabajar la sexualidad para reencontrarse, cómo generar los espacios porque tenían mucho más tiempo dentro de la casa y querían experimentar nuevas sensaciones en el sexo.

"Los que más consultaban eran las personas que conviven, qué cosas nuevas hacer y probar, ya que en algunos casos se generaban temas de sexualidad o charlas íntimas que quizás nunca se habían hablado antes", manifestó Blanc en una entrevista con Aire Digital, y agregó que "el aislamiento posibilitó más el contacto con la otra persona y las relaciones sexuales".

Transcurridas varias semanas de aislamiento, los sexólogos esperaban y preveían que esa pasión y ese deseo sexual, que estuvo tan encendido, se apagara. En esa segunda etapa, las consultas cambiaron: "Las inquietudes tenían que ver entonces con la baja de deseo, con que la pareja no quería tener relaciones sexuales o no sabían cómo buscarlo. Además aparecieron los conflictos de pareja, donde el sexo pasó a otro plano", aseguró.

El hecho de estar tantas horas con alguien, no trabajar, no compartir momentos con amigos, pone a las personas más susceptible a los conflictos y hace que se enfoquen más en ellos. Cuando se convive se apaga el deseo sexual, porque se enseña culturalmente a que así sea y son prácticas tan arraigadas que ni siquiera se intentan cambiar. "Tenemos padecimientos de pareja por nuestra forma social y cultural de vivirlas. ¿Alguna vez alguien se preguntó porqué cuando vamos a convivir con nuestras parejas tenemos que compartir la cama y la habitación?", se cuestionó Blanc.

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Por su parte, el sexólogo Federico Andrek le contó a Aire Digital que en sus pacientes notó los mismos aspectos de aburrimiento a partir del sobrecontacto en algunos, autodescubrimiento personal y redescubrimiento de pareja en otros y mucho sexting en los que estaban solos, pero no lo definió en etapas, sino que consideró que "depende mucho más de cada pareja, en el caso de mi pacientes, al principio estaban más pendientes del miedo de qué va a pasar al estar encerrados tanto tiempo".

Según Andrek, cuando las personas fueron relajándose y acostumbrándose a la cuarentena, dejaron de verlo como una cuestión paranoica y catastrófica, y se dieron cuenta de que era una posibilidad de descubrir nuevas prácticas como los juguetes, el sexting, otras formas de ir planteando el escenario sexual a través del deseo, de fantasías y los relatos.

El profesional asegura que a la hora de pensar la sexualidad hay que contemplar el encuadre, que fue distinto al que sus pacientes estaban acostumbrados. "Por lo general, en la dinámica de cualquier pareja siempre hay un tiempo de estar juntos y también de estar solos. En este contexto, el contacto está forzado, no hay tiempo para el retiro, entonces puede ser frustrante y tornarse tedioso", consideró.

El deseo sexual funciona con la novedad, si siempre se mantienen relaciones sexuales con la misma persona no hay novedad. Pero Blanc asegura que si en cambio, la persona aplica cosas diferentes en el encuentro sexual y previamente, en la cena, durante la tarde, manda un mensajito, una foto hot, se hacen cosas diferentes con la misma persona, y ahí si se sostiene el deseo sexual o se puede encender más fácil.

"No invertimos en la pareja, no nos enseñaron a hacerlo. El deseo sexual espontáneo no existe en parejas convivientes, eso sucede con suerte los primeros seis meses, algunos llegan al año, porque se pierde la novedad", pero explicó que sí se puede trabajar para que la pasión no se apague. "A los hombres les pasa que como no hay novedad no tienen deseo. Pueden estimularse más rápido que las mujeres, pero es un mito que los hombres siempre tienen ganas", aseguró.

La forma en que ambos profesionales abordaron el tema fue en el trabajo de hacerse esos espacios personales para después poder ir al encuentro desde otro lugar, con otra energía, otras ganas. La sexóloga explicó que cuando extrañas el deseo sexual se activa mucho más y aconsejó que se deben generar "espacios de novedad", donde -aunque se viva en un departamento pequeño-, cada uno tenga su espacio individual, aunque sea una o dos horas. "Cuando terminas de hacer lo que quieras en ese espacio, vas a tener ganas de ver a esa persona y se transforma en una novedad, porque no estuvo al lado tuyo siempre", explicó.

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El aislamiento puso en relevancia más que nunca la importancia de extrañarse con el otro, de darse el espacio para uno y respetarlos. También habitó también la posibilidad de una sexualidad más tierna, manifestada desde otro lugar, que no tenía que ver con la penetración sino con la contención, la sensibilidad por la situación.

Las consultas de los solteros

Para los que lo pasan solos, ya sea con una pareja separados físicamente o solteros, y querían generar algún tipo de encuentro, tuvieron que acudir a la masturbación y al sexting, que consiste en enviar mensajes, fotos o vídeos de contenido erótico y sexual personal a través del móvil, mediante aplicaciones de mensajería instantánea o redes sociales, correos electrónicos u otro tipo de herramienta de comunicación. "Las consultas eran sobre sexo virtual, cuáles eran las recomendaciones, y la formas de hacerlo más seguro en cuestiones de informática y protección de datos", aseguró Blanc.

El hecho de que el gobierno haya recomendado la masturbación, tiene un peso social, cultural y político porque nombraron la palabra, que siempre fue tabú. "Venimos de una herencia histórica que prohibía la masturbación hace 200 años atrás -recordó la sexóloga-. Se decía que si lo hacías te salían pelos en las manos, te quedabas ciega, y que ahora digan que lo recomiendan desde el ámbito de la salud, significa que estamos hablando de un tema que no se habla en casa. Los niños escuchan esto en la televisión y van a preguntar, y eso nos lleva a sacarlo del closet y visibilizarlo".

Para Andrek, fue muy interesante que desde el gobierno hablen de sexualidad. Porque no solamente recomendaron la masturbación como una conducta sexual muy normal, sino que también hablaron del sexting, de mandar nudes, del uso de juguetes. "Lo más interesante a mi gusto es que visualizaron, humanizaron, hablaron de sexualidad, que también es una parte importante a cuidar en el transcurso de la cuarentena", expresó.

Por lo general queda en el tabú, o relegado a un lugar de poca importancia. Cuando no se nombra algo queda a libre interpretación de quien lo puede tomar, y al haber hablado sobre eso se lo reconoció como importante en la vida de las personas.

Descubrir el sexting

Según la experiencia de Andrek en su consultorio, la población que más descubrió esta práctica como algo nuevo fue la población de gente grande, de adultos mayores, donde se dieron el permiso de llevarlo a cabo. El adolescente o un adulto joven quizás está más acostumbrado, habilitado al acceso a la pornografía, a pasarse fotos, "pero el adulto mayor, en el caso de mis pacientes, nunca lo había probado ni se lo habían permitido, y para ellos fue ir Disney, eran niños descubriendo algo nuevo", bromeó.

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El hallazgo estuvo en el sentido de que antes no se lo permitían, porque les parecía que era algo para más gente joven, "mirá si yo lo voy a hacer a esta edad, que van a pensar si se enteran mis amigos", pensaban, y esta fue la oportunidad de hacerlo, porque no había otra forma de sexualidad. Con el adicional de que estaba avalado y recomendado por el gobierno, "con ese permiso del 'papá gobierno' que te incitaba a hacerlo". Como decía Kafka, fueron cuerpos sin edad y mentes sin tiempo.

El sexólogo remarcó la importancia que tuvo la ayuda profesional en cada caso, donde "fue fundamental poder acompañarlos en esto de redescubrir la sexualidad a cualquier edad, sugerirles cómo mandar un foto, explicarles los cuidados respecto de la sobreexposición, del alcance, con quién hacerlo y ciertas cuestiones propias de la práctica en sí", indicó.

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De la experiencia al aprendizaje

Este cambio paradigmático de la cuarentena y cómo cada uno lo pudo afrontar, da indicios de cómo cada uno va a utilizar los recursos disponibles cuando se vuelva la normalidad. "Si uno sabe aprovechar los recursos y las formas nuevas que aparecieron para poder adaptarse a estos cambios a nivel general, tanto psicológicos, emocionales, afectivos, sexuales y económicos, podrá incorporar estas herramientas para la nueva normalidad, posterior a este encierro", manifestó.

Andrek valoró que el adulto o la pareja que se permitió explorar la sexualidad desde otro lado, si puede guardar y capitalizar este aprendizaje de "me dio miedo, me dio vergüenza, pero después me animé y lo disfruté", seguramente se va a poder seguir abriéndose a formas nuevas prácticas, y va a cambiar la forma de relacionarse con su sexualidad, independientemente si continúan con el sexting o no.