La investigación penal preparatoria, a cargo de la fiscal Cristina Ferraro, de la división de homicidios del Ministerio Público de la Acusación, imputó por el hecho a dos personas: Miguel Angel Franco, el padrastro, un albañil de 24 años como autor de los golpes, y a la mamá de los pequeños, por haberlos desprotegido.
En la audiencia de prisión preventiva, celebrada el domingo 20 de noviembre del 2016, el joven acusó a la mujer de ser la autora de la fatal agresión. Ese día quedaron detenidos los dos imputados, pero con el correr de la investigación, especialmente tras la declaración de la hermanita de Nicolás en Cámara Gesell, la mujer quedó desvinculada de la causa y recuperó la libertad.
En la audiencia preliminar la fiscalía y la querella a cargo del Centro de Asistencia Judicial (en representación de la abuela paterna de los pequeños víctimas) confirmaron ante el juez Jorge Patrizi la acusación por homicidio calificado por alevosía (con una pena de prisión perpetua) y una acusación subsidiaria de homicidio simple por la que se solicitó el máximo de pena posible, 26 años de prisión para Franco.
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Rápidamente surgieron los antecedentes de violencia que padeció el pequeño cuando a los 5 años -octubre del 2015- su caso tomó estado público por la situación de abandono y las lesiones que merecieron su internación. En ese entonces la responsabilidad fue achacada a la madre, de 28 años, y el niño fue separado del grupo familiar por decisión de la Subsecretaría de la Niñez de la provincia.
Sus maestras, familiares y conocidos lo recuerdan como un chico cariñoso, dulce y extrovertido. El sólo traer su nombre a la memoria arrastra lágrimas y quiebra las voces de ese puñado de mujeres que acompañaron durante los últimos siete meses el proceso de formación de Nicolás Almada. Como el resto de los santafesinos, se enteraron por los medios que el chico de 6 años y de apariencia feliz, había sido muerto a golpes.
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