"Si no llovía ahora, yo no llegaba más”, cuenta José "Titino" Ramos, productor ganadero de Fortín Olmos. Es que la escasez de lluvias en todo el territorio santafesino golpeó fuerte al productor que había puesto fecha de vencimiento en caso de que la situación no se revirtiera.
La llegada de las últimas precipitaciones alivió no solo a los productores, sino también a los animales que ya no contaban con alimento para sobrevivir. “Era una situación que ya lo tenía decidida, si no llovía tenía que vender todo, el animal estaba muy débil, era un desastre", agrega Ramos, más conocido por los vecinos como "Titino".
Las primeras lluvias llegaron a Fortín Olmos a finales de agosto, esa tarde los productores salieron a la calle y festejaron a los gritos. "El día que llovió, llovió 20 milímetros", recuerda "Titino" que desde diciembre del año pasado volvió a Fortín Olmos luego de 25 años de trabajar en Sunchales.
Todos sus ahorros se destinaron a la compra de 120 animales de los cuales hoy quedan 85. El productor asegura que en los últimos ocho meses perdió un total de 35 cabezas. "Si no llovía para el 10 de septiembre, yo tenía que vender todo lo que pisaba", el relato de un producto de Fortín Olmos.
“A mí me duele mucho porque lo que hice fue ahorrar con los animales. Cada cual lo siente a su manera a la situación. Es muy difícil que uno venga y me diga 'vende tu animal', 'deshacerte de lo tuyo'”, recuerda Titino sobre las escenas que se hicieron habituales entre los productores que se vieron obligados a decidir entre retener y aguantar o malvender para evitar que estos murieran en pie.
“Me tocó la mala, la plata la ahorré en animales”, agrega el productor que hoy respira más aliviado que un mes atrás.
Una ayuda que duró muy poco
El productor aseguró que las donaciones y los recursos llegaron a la región, pero duraron muy poco. “No sirvió para nada. Fue un alivio momentáneo, nada más. No tuvo continuidad”, enumera.
Por la falta de agua en todo el territorio, "Titino" arrastraba todos los días un tanque de agua al campo en donde estaban sus animales. Con caminos en mal estado, largas colas de espera para poder cargar el tanque y un mínimo de diez horas de trabajo.
En más de una oportunidad realizó el trayecto de 18 kilómetros que separaban su casa del campo en el que estaban sus animales para trasladar 8.000 litros de agua. Y la situación le pasó factura a su salud. “En marzo me agarró presión ocular, perdí la visión de un ojo. La locura, el nervio. Fue todo muy traumático”, cuenta.
El arranque de las lluvias es un pronóstico auspicioso para el sector que todavía tendrá que esperar para que la tierra se recupere y el pasto necesario para alimentar a los animales crezca.
Hoy la preocupación se traslada a la salud de los animales que también sufrieron las consecuencias. “El animal está débil, no va a tener servicio. Porque si no se recupera la vaca, no va a haber preñas. Y el ternero que nace hoy es débil”, sostiene el productor que estima que la recuperación demandará dos años en condiciones normales.
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