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Redescubrir Santa Fe: ser turista en tu ciudad, que está llena de historias

El histórico barrio Sur, La Laguna Setúbal, el Puente Colgante, el alfajor santafesino y el liso son algunos de los íconos de la ciudad que tienen una historia detrás, que no todos conocen.

Vamos y venimos, cruzamos calles, pasamos por enfrente de edificios, casas y lugares observados una y mil veces, pero ¿sabés quién comió un alfajor santafesino ahí?, ¿conocías que Manuel Belgrano durmió por allá? La pregunta en realidad es: ¿conocemos a fondo la ciudad en la que vivimos? Santa Fe tiene tantas historias como el agua que la rodea y muchas veces pasan desapercibidas por el poder de la cotidianeidad. Nos movemos entre ellas. Están ahí, algunas las vemos todos los días y otras están un poco más resguardadas, pero la capital provincial rebalsa de anécdotas, relatos y hechos que si fuésemos turistas quisiéramos conocer. Y antes de hacer la pregunta, la respuesta es sí, se puede ser turista en nuestra propia Santa Fe durante los fines de semana. AIRE VIAJES hizo un recorrido abordo del bus turístico de la ciudad.

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Al subir las escaleras del colectivo descapotable con el cual se hará la travesía urbana hay que colocarse imaginariamente los lentes de turista y dejar de lado la santafesinidad por unas dos horas. Ahora la ciudad se ve distinta, con otra perspectiva y a una altura mayor que la habitual. Allí el viento despeina un poco. En plena mañana o con el sol cayendo, un guía te teletransporta a cientos y cientos de años atrás y del pasado te trae a la actualidad en cada uno de los relatos. Comienza por la zona del puerto y de ahí parte rumbo al sur de la capital. Claro, no solo hay santafesinos o santafesinas, sino que también gente de otras localidades cercanas, diferentes provincias y también han pasado personas de Italia, Polonia, Brasil, Uruguay, entre otros países.

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El sur, un barrio histórico de Santa Fe

Adentrándose a la parte sur de la ciudad, ocupa el horizonte un gran espejo de agua, lo que habitualmente conocemos como “Lago del Sur”, ¿sabían que no siempre fue un lago? Allí también aparece la importancia de un nadador récord como Pedro Candioti apodado “El Tiburón del Quillá”, no voy a spoilear la historia, pero puedo adelantar que no es porque tomaba mucha leche con chocolate. El colectivo avanza, y persigue el recorrido de las carretas que alguna vez circularon por allí, dicen que cuando hay algo de silencio aún se escucha el galope de los caballos. El casco histórico ya está ante nuestros ojos.

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El casco histórico de la ciudad tiene mucho para mostrar a los visitantes, como el museo Etnográfico.

El casco histórico de la ciudad tiene mucho para mostrar a los visitantes, como el museo Etnográfico.

El viaje no solo es por la capital sino también imaginariamente por Santa Fe la vieja, lugar donde originalmente se asentó y fundó la ciudad que posteriormente se terminó mudando al emplazamiento actual. Microhistorias y anécdotas del pasado fluyen por los parlantes mientras se observa la arquitectura de la Casa de Gobierno, se oyen los pájaros de Plaza de Mayo y se reedita el paso de los constituyentes que vinieron a nuestras tierras para redactar la primera Constitución Nacional. Pero entre todos esos hechos del pasado, se le van mechando anécdotas y datos de color como, por ejemplo, que hay un conjunto de calles que están ordenadas y dedicadas a quienes participaron de la elaboración de la Carta Magna.

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La Casa del Brigadier, uno de los íconos en la zona sur de Santa Fe.

La Casa del Brigadier, uno de los íconos en la zona sur de Santa Fe.

Obviamente no puede faltar el nacimiento de uno de los símbolos gastronómicos locales: el alfajor santafesino. “¡Trae alfajores!”, una frase que según relatan los guías tiene algunos cientos de años y no tiene desperdicio. Los museos y la Legislatura van quedando atrás, al igual que los edificios modernos del centro que se combinan con las construcciones coloniales. El colectivo redirige su rumbo y apunta directo al este: la brisa costera ya se puede sentir.

La Laguna Setúbal, el puente Colgante y el liso

En el trayecto hacia la costanera, Alem se transforma en una avenida de historias, el puerto y sus inicios, la terminal, el tren, los ferrocarriles. El aroma a cebada copa los aires, penetra los cuerpos y tienta a las gargantas sedientas, combinación perfecta para hablar de la historia de la bebida que es única en el mundo y se toma acá: el liso. Mientras en las mentes de quienes van en el bus se dibuja un vaso coloreado de amarillo y con dos dedos de espuma, empieza a asomar la Laguna Setúbal.

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El bus turístico recorre diferentes puntos de la ciudad para revivir sus historias.

El bus turístico recorre diferentes puntos de la ciudad para revivir sus historias.

El símbolo santafesino por excelencia aparece por completo y el puente Colgante empieza a derrochar relatos, desde su construcción hasta la caída, su arquitectura y el momento en que un hombre pasaba por allí. A su costado el viaducto Oroño, que guarda un pergamino de anécdotas sobre su surgimiento, la relación con las viejas balsas que cruzaban a Paraná y el túnel Subfluvial. El agua también inunda los recuerdos y muestra contratiempos de una ciudad que ha sabido levantarse en más de una ocasión.

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La imagen del puente Colgante, el símbolo que identifica a la ciudad de Santa Fe.

La imagen del puente Colgante, el símbolo que identifica a la ciudad de Santa Fe.

Mientras los pulmones se llenan de aire ribereño a lo lejos se ven los barrios de Alto Verde y El Pozo que sus orígenes y nombres también están íntimamente ligados a la laguna. Las personas corren por la costanera, pasean a sus mascotas, toman mate y de esa forma van modelando un paisaje capitalino que desde los dos metros de altura del colectivo y con la arena y la vegetación verde toma otro color. La última rotonda de Avenida Almirante Brown marca el retorno.

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La Plaza 25 de Mayo con sus dos imponentes mástiles y la Casa de Gobierno de Santa Fe.

La Plaza 25 de Mayo con sus dos imponentes mástiles y la Casa de Gobierno de Santa Fe.

La gastronomía se apropia de vuelta y el pescado toma protagonismo, las recomendaciones no solo son para saber dónde comer unas buenas empanadas o fritanga, sino también dónde degustar un liso helado o comprar un alfajor santafesino. Quien visita la ciudad, tras bajarse del bus la conoce un poco más y quién vive aquí e hizo el tour, a futuro podrá transitar sus días pensando en que dónde circula hay una anécdota por contar. Quizás así ir al trabajo, la escuela, universidad o gimnasio tenga otro color y nos haga consciente de que vivimos en un pedazo tierra que no solo está rodeado de ríos, sino repleto de historias.

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El viaducto Oroño y el puente Colgante cruzan la Laguna Setúbal.

El viaducto Oroño y el puente Colgante cruzan la Laguna Setúbal.