Desde mayo de 2024, el licenciado Pablo Benseñor, kinesiólogo y fisiatra, asumió la dirección de este hospital con una visión clara: trabajar en equipo para afrontar las crecientes demandas y brindar una atención humanizada y de excelencia.
Un hospital al servicio de la esperanza
“Cuando asumí como director, comprendí de inmediato la magnitud del desafío. Este es un hospital de segundo nivel con pacientes de alta complejidad, muchos de ellos con historias impactantes. Aquí no solo se rehabilita el cuerpo, también se trabaja con la mente, las emociones y el entorno social de cada persona”, explica Benseñor en diálogo con AIRE.
El hospital cuenta con 32 camas para internación, donde pacientes clínicamente estables inician el largo camino hacia su recuperación. Sin embargo, este proceso no está exento de complicaciones. “Algunos pacientes llegan con traqueotomías, sondas o infecciones recurrentes, y es fundamental mantener un monitoreo constante para evitar desestabilizaciones que puedan retrasar su progreso”, agrega el director.
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Desde mayo de 2024, el licenciado Pablo Benseñor, kinesiólogo y fisiatra, asumió la dirección del hospital Vera Candioti.
Maiquel Torcatt / Aire Digital
Pacientes jóvenes: las víctimas invisibles de la imprudencia
Entre los casos que más conmueven al equipo del hospital, destacan los jóvenes afectados por accidentes de tránsito y heridas de armas de fuego. “Tenemos un promedio de edad de 25 años en estos pacientes. Ver cómo un accidente cambia la vida de alguien tan joven y afecta a toda su familia es desgarrador. Pero aquí luchamos para que esa discapacidad no sea una sentencia, sino un nuevo comienzo”, reflexiona Benseñor.
Por otro lado, los pacientes mayores, en su mayoría con accidentes cerebrovasculares (ACV), representan otro grupo importante. Este contraste etario, con jóvenes y adultos mayores conviviendo en el mismo espacio, refleja la diversidad y complejidad de los casos que atiende el hospital.
Un trabajo interdisciplinario único
El éxito del Vera Candioti radica en su enfoque integral e interdisciplinario. Desde el momento en que un paciente es evaluado por primera vez por un médico fisiatra, comienza un proceso que puede incluir kinesiología, terapia ocupacional, psicología, psicopedagogía, fonoaudiología y asistencia social, entre otras disciplinas.
Una de las áreas más destacadas es el taller de órtesis y prótesis, único en la provincia. Allí se confeccionan prótesis personalizadas que devuelven la autonomía a los pacientes. “Este año (por 2024) confeccionamos prótesis para cuatro pacientes amputados en apenas seis meses. Es un proceso largo y complejo, pero la recompensa es enorme: verlos volver a caminar y recuperar independencia”, afirma Benseñor.
Además, el hospital cuenta con un área de recreación que funciona como puente entre la rehabilitación y la reinserción social. “Allí, los pacientes trabajan con médicos, kinesiólogos y profesores de educación física en actividades que les ayudan a cerrar su proceso de terapia de manera más autónoma”, detalla.
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Una de las áreas más destacadas es el taller de órtesis y prótesis, único en la provincia de Santa Fe.
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El pie diabético: una batalla silenciosa
Otro servicio esencial es el departamento de pie diabético, que trabaja con aproximadamente 700 pacientes al año. Este equipo no solo se dedica a tratar las complicaciones de la diabetes, sino también a prevenir amputaciones mediante la educación y el cuidado preventivo.
“Este es un problema que afecta profundamente la calidad de vida de las personas. Por eso, nuestro equipo incluso realiza capacitaciones itinerantes en localidades cercanas, como Sauce Viejo, para enseñar a prevenir estas complicaciones”, resalta el director del hospital.
El desafío del Centro Infantil de Rehabilitación
A 14 kilómetros de distancia, el Centro Infantil de Rehabilitación (CIR), otra sede del Vera Candioti, se especializa en la atención de niños de 0 a 15 años. Con áreas de estimulación temprana y neurorehabilitación, el centro atiende a más de 135 pacientes en promedio, trabajando tanto en la recuperación neuromotora como en la reinserción escolar y social.
“El CIR es un espacio que inspira. Ver a los profesionales detectar trastornos a los seis meses de vida y comenzar una intervención temprana marca una gran diferencia en el desarrollo de los niños. Pero, como en el hospital principal, la demanda supera nuestra capacidad. Es un objetivo pendiente ampliar los recursos y los espacios para poder atender a más pacientes”, admite Benseñor.
Un desafío constante: la casa queda chica
A pesar de los avances, la creciente demanda pone a prueba los límites del hospital y el CIR. “La lista de espera para una primera evaluación ha bajado de tres meses a tres semanas, pero seguimos trabajando para que nadie quede fuera”.
“Sin embargo, la realidad es que ambas sedes nos están quedando chicas. Necesitamos más espacios, más recursos y más profesionales para poder cubrir las necesidades de la población”, enfatiza Benseñor.
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La lista de espera para una primera evaluación en el Vera Candioti bajó de tres meses a tres semanas.
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El trabajo en el Vera Candioti no es fácil. Los tiempos de la rehabilitación neuromotriz son largos, y los profesionales enfrentan desafíos tanto físicos como emocionales. Sin embargo, cada pequeño logro es una fuente de motivación. “Ver a un paciente dar su primer paso con una prótesis o recuperar un movimiento perdido nos recuerda por qué hacemos esto. Aquí no solo se rehabilitan cuerpos, se transforman vidas. Y eso hace que todo el esfuerzo valga la pena”, concluye Pablo Benseñor.
El Hospital Vera Candioti y su CIR son mucho más que centros de rehabilitación: son lugares donde las segundas oportunidades se convierten en realidades, y donde el trabajo en equipo y la dedicación de sus profesionales hacen posible lo imposible.