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Estrés y vacaciones: consejos para poder disfrutar mejor de los días de descanso

La tensión y el agotamiento generados por la vida cotidiana muchas veces frustran la experiencia durante los días libres. La respuesta más importante no está en cómo actuar en vacaciones, sino en cómo actuar el resto del año.

"El estrés es un tren que a veces no llega a frenar en vacaciones" es una metáfora que ayuda a responder esta pregunta: "¿Por qué sigo estresado en vacaciones o siento que los días de descanso no son suficientes?".

La cantidad de vagones y el estrés que pueden contener son empujados por la locomotora de neuronas. La mayoría de las veces el cerebro no puede simplemente desengancharse, porque significa correr el riesgo de perder todo lo que se consiguió. Por otro lado, si activara un freno de mano, la carga con su inercia podría pasarle por arriba.

La respuesta más importante no está en cómo actuar en vacaciones, sino en cómo actuar el resto del año. Abarquemos ambas.

Respecto a las vacaciones, el tiempo que duran es un factor interviniente, pero aún más el destino. Si parte cargado de ansiedad y recorre un turismo con vías de montaña rusa, es probable que descarrile.

La intensidad del viaje, el desconocimiento en el lugar elegido, la velocidad y las exigencias para recorrerlo, deben ser tomados en cuenta. La elección de “relax” vs. “turismo activo”, dependen de cómo venimos “viajando en la vida”. “Tengo que tomarme vacaciones de mis vacaciones”, es indicio de no haber realizado una correcta elección.

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¿Y el resto de los 350 días, cómo disminuyo el estrés?

La representación en nuestro cerebro, del significado o importancia de una amenaza, tiene un entramado neuronal tan complejo como la vida misma. Pero existe una base de hábitos reduccionistas, que no por reduccionistas, dejan de ser la base para disminuir niveles de estrés.

Quizás piense que estos hábitos no son para usted. No cambiará el hecho que proviene evolutivamente de un ameba. Desde que la primera ameba se comió a otra hace 500 millones de años, el sistema de detección y reacción a las amenazas, modificó los comandos de los distintos seres vivos. Las redes neuronales que se ocupan de ello, son llamadas primitivas. Pero no olvidemos, tan primitivas como el cuerpo de carne y huesos, al cual deben proteger.

Si nuestro cerebro tensiona y prepara nuestro cuerpo para el ejercicio físico de atacar o huir, simplemente hay que realizar el ejercicio físico, pero sin atacar o huir de nadie. Si medimos en sangre neurotransmisores, pre y post ejercicios aeróbicos, los relacionados al estrés como adrenérgicos y corticoides, disminuirán.

“Bien, pero al otro día la amenaza sigue!”. Vuelva hacer ejercicio. Por ello es más eficiente, 20 minutos de ejercicios que consuma oxígeno todos los días (bailar, saltar soga, bicicleta fija, mover miembros superiores si está impedido en inferiores, etc.), que una hora dos días a la semana.

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Aquí otros hábitos que también son base, de más simples a más complejos:

-“Higiene” del sueño: un adulto debe dormir entre 7 u 8 horas en horarios regulares. Evitar cafeína, alcohol y tabaco cuatro horas antes de acostarse. La habitación debe estar sin luz y es recomendable no usarla para trabajar.

-Realice actividades que desvíen la atención de los factores estresantes: participar de reuniones sociales saludables, o realizar técnicas de meditación, caminatas, arte, música, lectura, cine, etc.

-Evaluar las amenazas según el contexto y de manera evolutiva: no anclarse sólo en los hechos del día, sino analizar la información actual pero en contexto histórico. Esto implica “intentar no ver sólo la foto, sino la película”.

-Destacar lo que sí se tiene, no sólo lo que no: esto permite comprender y administrar el nivel individual real del impacto, como las posibilidades aún presentes en el “vaso poco lleno”.

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