“Lo primero que vincula a la gente cuando le dan este diagnóstico en términos de impacto es: de esto me puedo morir”, explica a AIRE la psico oncóloga Patricia Libedinsky.
Cada paciente reacciona en función de los recursos que posee y va a afrontar el impacto, de un modo distinto, de cualquier enfermedad amenazante para la vida.
Algunos pacientes relatan que luego de recibir el diagnóstico no pueden escuchar más nada. La persona se inhibe, entran en shock y se les derrumba el mundo. En otros episodios, incluso no creen lo que les están diciendo o tratan de negarlo.
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Un diagnóstico de cáncer impacta en todas las dimensiones de la vida de la persona.
En el caso de los cuadros de cáncer de mama, lo que complica la situación, no es solo la palabra cáncer que duele y produce sufrimiento. Si no que la enfermedad en sí misma y los tratamientos que hay que llevar adelante para afrontar la enfermedad, implican un cambio absoluto en todo lo que es calidad de vida a nivel multidimensional.
Esto implica una dimensión física, cambios en el cuerpo, una dimensión psicológica, a nivel subjetivo y social.
En el caso de las mujeres, muchas pasan de comandar su casa y a su familia a de golpe, focalizarse en lo que las atraviesa y en todo lo que la enfermedad implica para la nueva realidad que tienen que afrontar.
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En ocasiones el malestar es tan profundo que puede derivar en cuadros de tristeza, depresión y ansiedad. Por otro lado, hay personas que pueden afrontarlo sin recurrir a ningún tipo de intervención.
“El cáncer va a impactar a cada uno en función de la singularidad con la que cada uno logre poner en marcha los recursos con los que cuenta para salir adelante y adaptarse.— detalló Libedinsky— Calidad de vida es poder adaptarse a las situaciones disruptivas que la vida presenta y transitarlas contenidos, tranquilos de la mejor manera posible”.
Hay pacientes que llegan a un estadio grave de la enfermedad retrasando todo lo que tiene que ver con su atención médica porque no pueden dejar de cumplir con la responsabilidad de vivir para con sus hijos, su familia y su vida cotidiana, y no logran consultar a tiempo.
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“Lo primero que vincula a la gente cuando le dan este diagnóstico en términos de impacto es: de esto me puedo morir”, explica la psico oncóloga Patricia Libedinsky.
Maiquel Torcatt / Aire Digital
“Es importante poder hacer los controles a tiempo, poder consultar ante el más mínimo cambio”, advierte la médica.
Ya sea por ignorancia o miedo en ocasiones, hay mucha gente que no puede decir la palabra cáncer hasta después de haber iniciado el tratamiento de quimio,
“Son palabras difíciles de nombrar por el sufrimiento tan profundo que conlleva”, te vuelvo a repetir, no solo en términos subjetivos”, agrega la psico oncóloga.
Los desafíos que conllevan la enfermedad y el tratamiento
Uno de los tratamientos posibles en las pacientes que son diagnosticadas con cáncer de mama es el quirúrgico. La cirugía es el procedimiento más invasivo que las pacientes padecen cuando se trata de una mastectomía y es recomendable abordarlo desde lo emocional, cognitivo y conductual.
“La sensación es “esa parte de mí se fue en esa operación"”, sostiene la especialista en torno al efecto y las emociones que genera en las mujeres.
El hecho de tener que despojarse de esa parte del cuerpo implica un proceso en el que intervienen factores emocionales, cognitivos, culturales y sexo afectivos.
Desde lo emocional se puede sentir mucha vergüenza porque el cuerpo con el que están acostumbradas a lidiar desde que nacieron es un cuerpo nuevo, que hay que aprender a conocer, que hay que aprender a mirar, que hay que aprender a querer.
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La cirugía es el procedimiento más invasivo que las pacientes padecen cuando se trata de una mastectomía.
En términos cognitivos tiene que ver con las creencias. “A quién le puedo llegar a gustar ahora que estoy entre comillas “distinta”, o defectuosa, sin una parte en términos sensuales a nivel cultural tan importante”, describe la psico oncóloga.
Hay pacientes que no pueden volver a tener un vínculo sexual con sus compañeros sin tener puestas remeras o sin camisones, otras que no pueden volver a verse al espejo.
“A mí nadie me avisó cómo iba a quedar la cicatriz”, le dijo una paciente a la especialista. Una simple oración que refleja el nivel de afectación que genera una operación de ese nivel.
“Atravesar una mastectomía es perder una imagen que uno construyó durante toda la vida y hay que volver a construir. Esa imagen corporal, aceptar este nuevo cuerpo que aunque no sea el de antes, es su cuerpo y hay que amarlo, hay que quererlo, hay que sanarlo. En eso hay un trabajo muy importante desde lo subjetivo”, sostuvo Libedinsky.
Los pensamientos y las emociones que la paciente atraviesa muchas veces generan conductas de aislamiento. Esto se replica en cambios en el modo de vestirse e incluso a nivel vincular. “Prefieren no salir, si están casadas hace muchos años y los maridos insisten a lo mejor dicen, hay algo del orden de la sexualidad posible, pero con ocultamiento”, describe la especialista.
En ese sentido, aconseja que la vergüenza es algo con lo que hay que aprender a convivir, a elaborar y en el mejor de los casos aceptar para volver a tener una vida sexual plena (que se puede).
“No se puede volver a lo anterior, pero se puede salir fortalecido de una situación de sufrimiento donde nos sentimos muy vulnerables. Es posible", afirma Libedinsky que reiteró del cuidado y la prevención.