menu
search
Política

Hernán Lacunza, el elegido para aguantar una coyuntura imposible de cambiar en cuatro meses

El nuevo ministro de Hacienda asumió con el único propósito de que las llamas en que ardieron las chances del oficialismo no crezcan más. Su propósito es la estabilidad vía control del dólar para que no haya nuevas subas de precios. Pero el presidente del Banco Central, que sigue manejando las tasas, ya dijo que no hay plan B. El rumbo económico no se modificará.

Por Hernán Lascano

El escenario es parecido al último partido de la Selección Argentina en Sudáfrica 2010. Argentina perdía 4 a 0, no generaba ninguna jugada efectiva y Alemania se venía con todo en cada contra. En un contexto adverso por todos lados el único plan del entrenador era llegar al minuto 90 evitando un mayor desastre. 

La asunción de Hernán Lacunza como ministro de Hacienda tiene como único objetivo que pasen los minutos sin una goleada mayor. Ya no hay tiempo de otra cosa. En los cuatro meses que le restan al gobierno de Mauricio Macri el resultado del partido es irremontable. Al menos se trata de tener la pelota para llegar al vestuario sin un resultado más humillante.

La abstemia expresión de Lacunza en la ceremonia en que tomó el cargo lo marcaba todo. La presentación de sus propósitos fue de una sobriedad sensata pero previsible. Afirmó que su prioridad es mantener la estabilidad cambiaria de manera de no dañar más, con un salto del dólar, el poder adquisitivo de los argentinos, sobre todo los que viven de ingresos fijos. Era lo único que le quedaba en un contexto en que una nueva devaluación generará más pobreza. Hizo lo lógico. No tiene margen, ni tiempo, ni recursos para hacer los cuatro goles que en 2010 Argentina necesitaba para empatar un partido imposible. 

Leer también: Así es el plan de pagos de deudas a 10 años que la AFIP oficializó este miércoles

Macri se mueve a tientas en un presente que hasta el propio Alberto Fernández dijo no desearle a nadie. Va por detrás de los acontecimientos, se enfrenta a una derrota en primera vuelta con cifras más abrumadoras que las de las primarias de hace dos semanas y no tiene tiempo -aunque es más atinado decir ideas- para modificar la debacle económica en que sus políticas hundieron al país. Sin embargo tiene una elección por delante y un panorama donde al menos debería reducir daños.

Precisamente por eso cambió a su principal ministro. Dejar a Nicolás Dujovne en el Palacio de Hacienda habría sido lo mismo que persistir en el discurso que adoptó el lunes posterior a los comicios, cuando culpó a los votantes de la situación del país. 

El relevo de Dujovne era inevitable aunque no tenga más relevancia que simbólica. Macri terminará su gestión con cerca del triple de la inflación que recibió, con un desempleo de dos dígitos, con una pobreza que sobrepasa el 30 por ciento y con una deuda externa multiplicada por cuatro. La recesión que restringe el consumo y genera despidos se hará sentir aun cuando el presidente entregue el bastón a su sucesor. Pero entregar una pieza importante del tablero implica no promover una crisis mayor a la vigente. Y también para Cambiemos tratar de salvar la ropa en las pocas comarcas que puede conservar. El oficialismo perderá en todo el país pero puede que retenga algunos distritos significativos. Por ejemplo Ciudad de Buenos Aires, San Isidro, Olavarría.

Con los mercados explotados y el dólar en suba, un escenario que Dujovne demostró no poder controlar, las chances de retener esos territorios con peso declinarán. En estas condiciones de crisis no está garantizado que Horacio Rodríguez Larreta gane en primera vuelta en CABA. 

Cuando Hernán Lacunza dijo ayer que su prioridad es la estabilidad cambiaria apunta justamente a congelar un tiempo político para que la población no sufra más pero también para que el espacio político que llegó al poder hace cuatro años no se retire en una desbandada que no deje en pie siquiera algunos distritos. 

Leer también: El Gobierno seguirá buscando la estabilidad cambiaria a través de la intervención del Central

No es más que eso. Que no habrá cambios en lo sustancial lo marcaba desde el inicio la presencia del funcionario sentado a su derecha: el presidente del Banco Central, Guido Sandleris. Este dijo en la conferencia de presentación del flamante ministro que el rumbo no se torcerá. “No hay plan B”, fueron sus palabras. Un contrapeso fuerte para los audaces que conserven el optimismo. Sandleris es el artífice de tasas activas que llegaron al 74 por ciento. Eso que pretende ser un ancla para que los ahorristas no corran hacia el dólar es un yunque para la producción. No hay empresario ni emprendedor que si tiene un capital disponible sienta que es atractivo producir en lugar de poner la plata a plazo fijo.    

En su primer día Lacunza mandó el mensaje de que no hace falta tocar el valor del dólar. Con eso la divisa cerró en 57,39 en su jornada inaugural. Pero la dinámica declinante igualmente se mantuvo. Las reservas del BCRA cayeron 3.000 millones por préstamos pagados a bancos del exterior. Desde las elecciones primarias se habían ido 3.900 millones más lo que con las reservas vendidas ayer por 540 millones para sostener el dólar en las bóvedas del Central hay cerca de 8.000 millones de dólares menos en dos semanas

Las incógnitas perduran en números duros. Hay vencimientos de 12 mil millones de deuda de corto plazo en octubre. La salida de depósitos de posiciones de ahorristas de los bancos implicó un goteo de 1.100 millones de pesos. Cayeron 9 por ciento los bonos argentinos, el riesgo país superó los 1.900 puntos y las principales consultoras económicas pronostican una tasa de inflación de entre 4 a 7 por ciento en agosto. 

La remarcación por la devaluación es tan fuerte que el paliativo de la rebaja del IVA generalizada a los productos no alcanza para compensar la estabilidad de precios. Tanto la poda del IVA de 21 a 10,5 por ciento como la elevación del piso de ganancias dejarán algo más de dinero en los asalariados medios pero declinan la coparticipación a la provincia. Cuando conozca a los gobernadores como titular de Hacienda lo que encontrará Lacunza es un macizo planteo por la merma de fondos que afecta a la obra pública de todas las provincias.

El partido se sigue jugando en un terreno en que no hubo corridas pero donde el principal resultado es la derrota sin atenuantes del liberalismo ortodoxo en la gestión de un país. Es mucho más que el resultado de la pulseada entre doctrinas económicas. Es el derrumbe concreto en la vida cotidiana de la mayoría de los ciudadanos argentinos. Algo que determinó el veredicto de las urnas hace quince días y que volverá a hacerse sentir. 

Dejá tu comentario