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La impotencia de un productor de Tostado víctima de abigeato: "Es un delito que está socialmente aceptado"

Le robaron 86 animales y fue a la Justicia porque quiere sentar precedente. Esta es la historia del primer juicio oral por abigeato que se realiza en Tostado.

“Es un delito que está socialmente aceptado”. Esa es la amarga reflexión de José Aníbal Asán, productor agropecuario y veterinario de Tostado, víctima y querellante del primer juicio oral por abigeato que se realiza en la localidad cabecera del departamento 9 de Julio y que ya entró en la etapa de alegatos. Este jueves se dictará sentencia y el querellante tiene la expectativa de que se pueda sentar un precedente.

En diálogo con el programa Ahora Vengo, por AIRE, el productor rural del norte santafesino contó el largo proceso que llevó adelante después de que le robaran 86 animales de su campo: un daño estipulado por la Justicia de entre 200 y 275 millones de pesos.

Lo que más le molesta a Asán es el nivel de impunidad con el que se manejaron las personas que hoy están sentadas en el banquillo de los acusados: “Esta misma gente a los tres meses volvió a robar un lote de 90 animales. Los agarran, están presos uno o dos meses, después salen y les queda un patrimonio inmenso”.

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En el caso particular que llegó a juicio, el robo ocurrió en un momento muy particular: “Está todo tan perfectamente planeado que se hizo en la madrugada de un 25 de diciembre, cuando hay menos vigilancia y la gente está relajada. Está absolutamente bien planeado”.

Abigeato: un delito “socialmente aceptado”

En la extensa entrevista que mantuvo con AIRE, José Aníbal Asán sostuvo que “si bien (el abigeato) es un atentado contra la propiedad privada, trasciende el delito y se transforma en un problema socioeconómico importantísimo. Los tres departamentos del norte están muy poco poblados y tienen características muy particulares”.

“Nuestros departamentos –continuó– tienen pocos caminos y esos caminos no son transitables. En 9 de Julio tenemos solo dos rutas pavimentadas, en uno de los extremos del departamento, en una región donde tenemos lluvias de entre 800 y 1.200 milímetros anuales, la mayor parte en primavera y veranos. Así que están la mayor parte del tiempo incomunicados”.

La falta de conectividad es una dificultad extra para lograr mejores niveles de seguridad: “Saliendo de los ejidos urbanos, no hay señal de celular y muy poca señal de internet. Todo esto es un caldo de cultivo para que se desarrolle este tipo de delito, que, por otro lado, es un delito que está socialmente aceptado. Esto es increíble”.

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“Está socialmente aceptado –siguió Asán– porque tiene una tremenda impunidad. Un gran porcentaje de los delitos de abigeato no son denunciados y, cuando son denunciados, no se descubre nada. Y no se denuncian porque el productor, cuando le roban animales, son tan pocas las probabilidades de que los descubran y es tan grande el gasto que prácticamente se revierte la carga de la prueba. El productor pasa a ser sospechosos de falsas denuncias, de tratar de evadir a la AFIP, lo estigmatizan; toda una serie de circunstancias que hacen que el productor, si hace la denuncia, no consigue nada”.

“En los pocos casos que se descubre al delincuente, va preso un mes, dos meses como máximo, y sale en libertad. Teóricamente, la investigación sigue. Pero todos sabemos que no pasa nada, el delito prescribe y el delincuente pasa a no tener antecedentes. Es un delito que paga muy bien”, agregó el veterinario y productor agropecuario de Tostado.

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Cómo es el negocio detrás del abigeato

Consultado sobre el negocio detrás del abigeato, puntualmente qué hacen los delincuentes con los animales robados, Asán respondió: “Los venden como animales en pie. Hay que considerar que, los que están en esto, son empresarios. No son peones”.

—¿Quiénes son los imputados?

—Es una familia que tiene más de 1.000 cabezas propias, eso surge de los datos de Senasa en el juicio. Tienen dos establecimientos: uno propio de más de 1.000 hectáreas y otro arrendado. Estamos hablando de empresarios. Camionetas de alta gama, no una: camionetas. Muchas de ellas modelo 2024. No estamos hablando de pobre gente que roba para vivir. Son bandas delictivas abocadas a un negocio muy rentable. En estos departamentos donde el abigeato es una explotación económica, casi una industria, jamás se había dado un juicio oral. Este es el primero.

—¿Y cómo funciona ese mercado negro?

—Pueden agarrar a alguien desprevenido, pero en este caso es imposible porque la adulteración de marcas y señales es tan evidente que es imposible pensar que ese sea un animal bien habido. Es decir, para qué pase este tipo de delitos, tiene que haber partícipes necesarios que reduzcan la mercadería. Imagínense que, si los ladrones son empresarios, el nivel empresarial de las otras personas: dueños de feedlots (establecimientos de engorde), de supermercados, etcétera. Y tenemos otro agravante, porque en la provincia de Santa Fe, desde hace un tiempo, no es necesario el visto bueno para trasladar animales. No es necesario que los animales sean revisados por la policía.

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Por qué no quiso aceptar un juicio abreviado

El abogado de la defensa le ofreció a la víctima hacer un juicio abreviado, pero no lo aceptó. “Nosotros hay dos cosas que no buscamos: ni la venganza personal, porque no me interesa gastar tiempo y energía en eso, y tampoco una retribución económica”, explicó Asán.

“Lo que pretendo es sentar precedente de que no es lo mismo hacer dinero o capital trabajando y produciendo honestamente, que hacer una fortuna con dinero mal habido. Si nosotros aceptamos dinero de esta gente, después salen, no pasa nada y sigue la fiesta. Porque para los ojos de una parte de la sociedad estos caballeros son exitosos”, concluyó.