En sólo 72 horas en Rosario se produjeron ocho crímenes, la misma cantidad de asesinatos que se cometieron durante todo octubre, un mes atípico en la línea de tiempo de la violencia de esta ciudad por el descenso de los hechos sangrientos en medio de la puja electoral. Más allá de la cantidad de homicidios, este martes a la noche ocurrió uno de los episodios más preocupantes de los últimos tiempos: fue asesinado un policía de 42 años por cuatro sicarios que iban a rescatar o a ejecutar –son las dos hipótesis que se manejan- a un preso que había sido trasladado al hospital Provincial, ubicado en pleno centro de la ciudad, desde la cárcel de Piñero. La situación de extrema violencia marca la profundidad del problema: no hay límites para los grupos criminales.
El subinspector Leoncio Bermúdez murió cerca de las 22, minutos después de recibir un balazo en la cabeza. El policía hacía tareas de adicionales en la guardia del Hospital Provincial, que se encuentra en Alem y 9 de Julio, cuando cuatro sicarios entraron al centro asistencial y se dirigieron a la sala de internación Nº2, donde estaba internado Gabriel Lencina con un cuadro de tuberculosis. El recluso está acusado de tres homicidios y pertenece al clan Romero, cuyos miembros estuvieron detrás del asesinato de Mauricio Cordara, el chofer del dirigente de UATRE Pablo Ansaloni.
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Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran que los sicarios matan a Bermúdez en la puerta del hospital, cuando salen corriendo y el policía se topa con ellos. Uno de los atacantes parece sorprenderse ante la aparición del efectivo y le dispara en la cabeza mientras sale corriendo hacia el auto que los esperaban y huyen por calle Zevallos. En la puerta del hospital, cuando se produce el crimen, había una mujer en silla de ruedas que esperaba ingresar junto a una ambulancia.
Según relató el ministro de Seguridad Claudio Brilloni, los sicarios ingresaron al hospital y se dirigieron a la sala de internación donde estaba internado el integrante del clan Romero. Los atacantes no lograron su cometido porque se “trenzaron” con los efectivos del Servicio Penitenciario. Para el funcionario aún no está claro “si lo iban a matar o a rescatar”. Estaba previsto que a Gabriel Lencina, condenado a 22 años, le dieran el alta este miércoles, tras ingresar el lunes en el hospital con un cuadro de tuberculosis. También resultó herida de bala una enfermera, por lo que el gremio médico de AMRA decidió realizar una medida de fuerza y el hospital permanecerá cerrado. Bermúdez hizo parte de su carrera en Casilda, y hace seis años fue trasladado a Rosario, donde realizaba tareas de adicionales en el hospital. Allí también estaba su hija, que acompañaba a su padre porque su madre trabaja en un supermercado y no tenía nadie con quien quedarse en su casa.
En setiembre pasado, fue asesinado en policía César Carmona, que fue ejecutado de ocho balazos frente a la sede de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). Unos días después fueron detenidos en una serie de allanamientos Agustín Alfredo Almirón, sicario al que apodan Calamar, que está acusado de ser el asesino de Cordara, quien fue acribillado el 18 de noviembre pasado en Colón, provincia de Buenos Aires, en la puerta de la casa del exdiputado Ansaloni. Calamar estaba con pedido de captura desde esa fecha. Por este hecho hay varios integrantes del clan Romero detenidos.
Este nuevo crimen en el hospital Provincial se produjo en un contexto de recrudecimiento de la violencia tras un mes de octubre donde se produjo una pronunciada baja de los homicidios. Pero durante los últimos días la sangre volvió a correr.
El departamento Rosario acumula en lo que va de este año 229 asesinatos. El año pasado esta ciudad rompió el récord de 288 crímenes. La violencia recrudeció en noviembre, cuando se cometieron 14 asesinatos, casi uno por día.
El lunes a la noche dos sicarios ejecutaron a un hombre desde una moto en ese barrio donde repentinamente la violencia se adueñó de la situación. El crimen ocurrió cuando estaba en el lugar el ministro de Seguridad de Santa Fe Claudio Brilloni, que se movilizó al vecindario para tratar de calmar a los vecinos, que estaban consternados.
El homicidio se produjo cerca de las 21 horas, en Juan B. Justo al 8100, a siete cuadras del centro de salud Ceferino Namuncurá que reabrió el lunes, luego de que suspendiera la atención al público por los reiterados hechos de violencia en la zona, incluyendo dos asesinatos.
La víctima fue identificada como Alejandro Marcelo Palial, de 58 años. Fue acribillado cuando circulaba en camioneta Ford Ranger por el barrio y fue abordado por dos sicarios que se desplazaban en moto. Vecinos aseguraron haber escuchado ocho disparos. La víctima murió en el acto, dentro de su vehículo.
El barrio Stella Maris es blanco de hechos sangrientos desde el fin de semana, cuando se rompió la paz aparente que parecía reinar en Rosario.
El lunes de la semana pasada mataron en la puerta de su casa a Sofía Archilasqui, de 29 años, en un ataque que fue ejecutado por sicarios. Dos días después, cerca de la medianoche los vecinos escucharon varias balaceras en la zona. Dos hombres resultaron heridos de bala. El viernes se decidió el cierre del centro de salud de José Ingenieros 8590, que fue reabierto después del asesinato de Lorena Itatí Vega, de 42 años, baleada este domingo en Juan B. Justo al 8600 y fallecida en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.
Vega fue asesinada frente a su hijo. La mujer de 42 años murió cuando fue alcanzada por las balas cuando dos jovenes dispararon contra su casa en el barrio Stella Maris. Uno de sus hijos posteó en Facebook una despedida a su mamá que vio morir en la puerta de su casa.
“¿Por qué a mí mamá, por qué? Dios, sí a ella la conocía todo el mundo, todos la querían, no se metía con nadie por qué es tan injusto este mundo, porque a vos viejita que eras todo lo bueno de este mundo”. Álvaro, el hijo de la víctima dejó en claro que el crimen no quedará ahí. “Esta no se la llevan de arriba. En este barrio no se mueve una piedra sin que yo me entere”, escribió el joven y abandonó en su texto toda melancolía hacia su mamá para expresar su sed de venganza. “Esto no va a quedar así”, amenazó desde las redes sociales.
La casa de Vega ya había sido baleada el 22 de julio pasado, cuando desde una moto dispararon seis tiros contra la propiedad, donde se sospecha que podría funcionar un búnker de venta de droga.
Una de los posibles detonantes de la violencia en el barrio Stella Maris es un reacomodamiento de grupos pequeños que se dedican al narcomenudeo y que pretenden ocupar un lugar vacante que dejó el clan Villalba, diezmado en los últimos años tanto por crímenes contra sus integrantes como también porque los mayores protagonistas están en la cárcel.
En setiembre de 2021 el ministro de Seguridad de Buenos Aires, Sergio Berni, irrumpió sin avisar a nadie en el gobierno santafesino con una tropa de elite en el barrio Gráfico para detener a gente de esta banda por tráfico de cocaína. La policía bonaerense secuestró 12 kilos de cocaína y fueron detenidos los hermanos Julio y Gonzalo Villalba. Como detalló el diario La Capital, después de ese golpe contra el clan cuatro integrantes de la familia asesinados. Martín Villalba, que tenía 35 años y se movía en silla de ruedas, ejecutado en marzo de 2022, en el barrio Gráfico. Marlén Villalba, de 15 años, y su madre Carmen, de 53, acribilladas en la misma zona en junio de ese año. Finalmente, Jeremías Villalba, de 21 años, a quien mataron en febrero pasado también en la zona oeste. Fuentes policiales señalaron que el remanente del clan Villalba decidió mudarse al barrio Stella Maris, donde ahora empezaron los problemas de violencia con tres crímenes en pocos días. Los Villalba tenían relación de parentesco con Sofía Archilasqui, que fue asesinada el fin de semana. La hipótesis que maneja la policía es que la violencia contra este sector que se dedica al narcomenudeo podría haber surgido por una deuda con uno de los proveedores más importantes de Rosario, el expiloto Julio Rodríguez Granthon, de nacionalidad peruana, que está siendo juzgado por segunda vez en los tribunales federales de Rosario.
El clan Villalba está en el negocio de la droga desde hace más de una década. Y desde hace diez años distintos miembros enfrentan causas en la justicia federal. Nunca abandonaron la producción y venta de drogas. Lo extraño es que nadie puede cortar ese brazo de una economía ilegal que irradia en esa zona.
Este grupo narco, que tiene varios líderes, entre ellas a Marcela Villalba, conocida como Colorada, nunca puede ser desmantelado. Es un ejemplo del llamado efecto hidra, como llaman los especialistas a la capacidad por sobrevivir. Si cortan de un lado de la enredadera crecen por otro. Siempre se sospecha que lo hacen con la complicidad de sectores de la policía. En 2022 la justicia provincial ordenó más de 20 allanamientos contra personas vinculadas a esta banda. Y no pudieron secuestrar ni un gramo de droga ni una sola arma. La sospecha que surgió en ese momento fue que la propia policía había “vendido” los allanamientos.
El crimen de Martín Villalba, que se movía en silla de ruedas, también es parte de uno de los mitos en el mundo narco. Dos jóvenes en moto le asestaron siete tiros. Una versión que manejan investigadores judiciales es que a este hombre lo mataron para robarle un bolso con más de 100.000 dólares, y se sospecha que sectores de la policía participaron del plan.