Facundo Arana siempre ha logrado construir puentes con el público, ya sea por aquellas épocas de galán absoluto, como por sus actividades cotidianas, con ese aura que emana de hombre afable, cercano y solidario. Un multifacético que llega directo al corazón de las personas.
Además de su carrera de éxitos en la pantalla chica y teatro, el blondo dispone de diversas características que lo transforman en un ser especial. Como aquellas aventuras en las montañas, las que escaló, las que trepó en infinidad de oportunidades con los picos del Everest y el Aconcagua.
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Otros de sus rasgos se vinculan con la música, las melodías. De hecho, ese arte fue la puerta de entrada a la fama. ¿Cómo? Apenas salido de la adolescencia, Facundo se internó en los subtes a tocar el saxo y en ese ámbito fue descubierto por productores de televisión.
Justamente el instrumento se erige en una de sus mayores pasiones, a ese hermoso vehículo sonoro le dedicó muchos años de estudio cuando era joven, muy joven. Prácticamente, se transformó en una extensión de su cuerpo y en la actualidad continúa latente en su presente.
En cuanto a ese anhelo iniciático de expresarse con la música, Arana contó: "Me hice saxofonista para ir a tocar al subte y tomar distancia de algunas cosas difíciles que me habían pasado. Y para darme cuenta de que el mundo no era la olla de agua hirviendo donde me había metido."
Era otras épocas, donde las certezas escaseaban para ese Facundo. “Había algo de casualidad, y sobre todo, de aventura. En una edad -tenía 20 años, era 1992- en que la vida es una hoja en blanco. Sobre todo si no tenés un futuro. Decidí ser saxofonista y actor. Empecé a tocar fuerte a los 19, cuando pude comprarme el instrumento”, narró.
Toda una vida en conjunto. Claro que la pandemia, la merma en las producciones de ficción en la pantalla chica y otros factores impulsaron a Arana a virar su actividad económica. En 2020 abrió un bar social en Nordelta, al que bautizó como Vermú.
Ahí está con una propuesta de un lugar abierto, con contacto con la naturaleza, donde la música es el principal protagonista. Facundo se juntó con amigos para armar esta inversión y la disfruta, más allá de las complejidades que transitó esta industria durante la cuarentena más estricta.