El informe Digital 2024 de DataReportal revela que los argentinos pasan más de 9 horas diarias en la red, posicionándose como uno de los países más conectados de Latinoamérica. Pero más allá del dato técnico, esta hiperconexión habla de una necesidad: pausar, aunque sea por un instante.
Escapismo digital: entre la rutina y el descanso mental
En un entorno donde el celular es una herramienta indispensable y el WiFi un servicio tan esencial como la electricidad, el entretenimiento digital se convirtió en el nuevo respiro diario. Ante el cansancio laboral, las exigencias económicas o la simple saturación de información, internet aparece como una vía de escape inmediata.
Este fenómeno, conocido como la economía de la distracción, se caracteriza por el consumo espontáneo de contenido breve y superficial, como videos, reels, o publicaciones virales, que permiten descomprimir la mente sin comprometerse emocionalmente. Por tanto, se trata de una evasión exprés, sin esfuerzo ni planificación.
conexion-usuario-argentino-celular.jpg
Scroll eterno: hábito, ansiedad o rutina inconsciente
Muchas veces, el usuario no entra a internet con un objetivo definido. El ‘scroll infinito’, ese desplazamiento sin rumbo por contenidos digitales, responde más a un reflejo que a un deseo. Es una forma de calmar la mente frente al aburrimiento, el estrés o la ansiedad.
Este comportamiento, que se acentuó tras la pandemia, tiene consecuencias:
- Reduce la calidad del descanso.
- Fragmenta la atención.
- Afecta el estado anímico.
Sin darnos cuenta, transformamos al celular en una compañía constante, incluso cuando no hay intención de interactuar.
Cómo y cuándo elegimos desconectarnos (sin soltar el celular)
Los celulares acaparan la escena: SE Argentina reporta que el 92,4% del tráfico proviene de dispositivos móviles, en su mayoría con sistema Android, que domina más del 85% del mercado nacional (StatCounter).
Las resoluciones de pantalla más frecuentes corresponden a teléfonos de gama media, lo que refuerza la idea de un consumo funcional y veloz. Además, Chrome lidera entre los navegadores, facilitando una experiencia directa.
Momentos clave de distracción: entre la siesta y la medianoche
Los datos sobre hábitos de navegación indican que los picos de uso ocurren entre las 15 y 16 h, y nuevamente entre las 23 y 00 h. Estos momentos coinciden con espacios de descanso: la pausa posalmuerzo y el ritual previo al sueño.
Los días más activos en términos de tráfico son los lunes, los martes y los viernes, con un repunte notable los domingos por la noche. Estos patrones sugieren que el usuario argentino acude a la red cuando necesita bajar un cambio, pero aún no puede (o no quiere) desconectarse por completo.
¿Qué consumimos cuando solo buscamos distraernos?
El contenido que elegimos en estos momentos responde a una lógica emocional. Entre lo más buscado están redes como Instagram y TikTok, plataformas de streaming, memes, astrología, juegos de simulación, servicios de entrega a domicilio y entretenimiento adulto.
La Fundación COLSECOR informa que el 90,8% de los argentinos accede a redes sociales a diario, destacando Tik Tok, mientras que un 71% escucha música online.
En el caso de simpleescorts, los datos confirman una pauta clara: búsquedas entre semana, en horarios nocturnos, desde móviles, y con intereses localizados, como acompañantes Santa Fe.
Asimismo, se trata de una tendencia que se repite en otras plataformas, como Google Trends, y en otros países de Latinoamérica, como México. En este caso, consultas sobre salud y bienestar y juegos en línea, hasta otras más localizadas, como chicas en Tijuana o take away en [barrio], son las más habituales. Lo que apunta a una necesidad de satisfacción inmediata, sin preámbulos.
Conectarse para no pensar: el nuevo refugio emocional
La economía de la distracción no es solo una tendencia digital, es el reflejo del agotamiento social. Los argentinos, al igual que la gran mayoría de ciudadanos del mundo, se conectan para entretenerse y evitar, así, el colapso mental. Frente a la incertidumbre económico-social y la exigencia de tener que estar siempre disponibles, encontrar un respiro virtual se vuelve necesario.
En ese acto de deslizar la pantalla, ver memes o mirar un video sin pensar demasiado, se esconde un mecanismo emocional complejo. No es simple ocio: es lidiar con la cotidianidad.