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“Locomotora” Oliveras, la campeona que sigue cumpliendo sueños

Por Coni Cherep

Llueve en Santo Tomé. Es la mañana de la inauguración del Gimnasio de la “Locomotora Oliveras”, y se huele en el aire que se trata de un día especial. Ya está pintado el portón con el logo de la quíntuple campeona, ya están las fotos y los afiches que invitan a sumarse a una nueva aventura. Que se inicia en las cercanías del emblemático Tanque de agua de Santo Tomé. Allí, a pocas cuadras de la ruta 19, frente a un descampado, está la campeona esperando que se haga de noche y que las luces se enciendan. Como esperando la campana.

Alejandra tiene la edad que quiere tener. Aunque no niega que ya cumplió 40, la energía que transmite parece salida de una fuente de juventud eterna. Habla con alegría, sentada al lado de sus cinco cinturones de campeona del mundo y, aunque asegura que volverá a boxear porque sigue con ganas de “cagar a trompadas a alguna que me queda por ahí”, sus ilusiones hoy están concentradas en ese tinglado que se prepara para la fiesta de la noche.

Y entonces, cuando recibe a Aire de Santa Fe, se encarga de mostrarnos cada detalle de lo que ella denomina “un sueño”. Varias bolsas prolijamente colgadas y revestidas en azul y negro, un ring al fondo y un gran espacio donde uno se imagina que pronto, muy pronto, entrenarán decenas de santotomesinos, de todas las edades y condiciones.

Porque ella dice eso: “yo quiero ayudar a la gente a salir adelante. Quiero ayudarlos a recuperar la autoestima, a que adelgacen, a que se sepan defender. Quiero que vengan los chicos con síndrome de Down, quiero que vengan los que tengan problemas, los que tienen capacidades diferentes, quiero ayudarlos a vivir mejor. Y claro, quiero que de acá salgan campeones. Vamos a sacar campeones y campeonas”

Y entonces, le preguntamos a la jujeña de nacimiento -criada en el campo de General Lavalle- y santafesina por adopción si ella tuvo algún gimnasio desde donde comenzar a concretar sus sueños. Y por primera vez en la conversación, se le nublan un poco los ojos:

– Yo era muy chiquita y vivía en una casa muy pobre. Yo dormí en la misma cama con mis dos hermanas mujeres hasta los 14 años. Eramos siete hermanos y vivíamos en una casa muy pobre. Íbamos a la escuela, pero después trabajábamos en el campo con mis viejos, para poder ayudarlos… Y aunque siempre fui así, siempre me rebelaban las injusticias, y era muy diferente a todas las chicas de mi grado… Yo nunca había pensado en boxear… Pero algo tenía ya. Imaginate que había un flaco en la escuela, que le decián “Pirulín” por lo flaquito que era y todos se le burlaban, le bajaban los pantalones. Y yo salí a defenderlo sola. Me la banqué contra todos los varones y no sólo lo defendí al flaquito sino que les peleaba todos.

– ¿Y cuando empezaste a boxear?

Mirá… Fue de casualidad. Porque yo a los 15 tuve que empezar a trabajar y me la rebuscaba como podía. Y como yo leía bien, entonces me llamaron para que sea una especie de locutora en una FM de la zona. Y un día, me toca leer una noticia sobre Mike Tyson, que era mi ídolo. Imagínate que yo dejaba de ir a los cumpleaños de 15 si él peleaba. Era lo único que miraba. Yo adoraba a Tyson, me impresionaba su fuerza. Era una bestia salvaje, y yo sentía que tenía a la misma bestia adentro mío…

-¿Y entonces?

Y bueno, yo fui mamá muy chiquita, hice de todo para poder ganarme la vida. estaba leyendo una noticia que contaba que Tyson salía de la cárcel o algo así, y me sale decir: “Yo quiero ser boxeadora, la Tyson mujer” pero lo dije como diciendo: “yo quiero llegar a la Luna” y todos se rieron. Imagínate, en mi pueblo no había ni gimnasio, nadie boxeaba. ¡Menos una mujer! Y al rato que dije eso, aparece en la puerta de la radio un señor que era de Córdoba capital y estaba visitando a la familia y era entrenador de boxeo… y pregunta: “¿cuál es la que quiere ser Tyson?”. Levanté la mano y al otro día empecé a entrenar para un festival que organizó el mismo señor en mi pueblo y ahí debuté. Yo entrené sin saber nada, no sabía como defenderme, como pegar. Pero esa noche, sonó la campana y yo sentí un click en mi cuerpo y mi cabeza y dije: ‘esto es lo mío’. Ese era el lugar que quería habitar en el mundo. Ese día descubrí que era  Y desde ese día no paré más.

 

-Eso pasó hace 20 años… y aún hoy miran raras a las mujeres boxeadoras, ¿ cómo fue afrontar eso?

Uhh me decían de todo. Travesti, lesbiana, fue tremendo. Yo siempre estaba en los camarines con hombres, porque eramos muy pocas las que peleábamos. Y ellos se burlaban de mi, me provocaban. Pero como a mi lo único que me interesaba era boxear, nunca me importó nada de lo que decían. Nadie quería que las mujeres boxéaramos, decían que era sólo para hombres. Y esa fue otra pelea. Y yo lo terminé demostrando. Tengo cinco títulos del mundo, todos ganados por K.O. Y salvo Maywheater, nadie lo consiguió.  Ahí entendí muy bien todo lo que se habla ahora. Los problemas de la cultura machista. Yo nunca quise ser más que nadie, pero siempre quise ser igual.

 

-¿ Cuando descubriste que eras la mejor?

Siempre supe que era la mejor. Me tomé tan en serio mi carrera que no brillaba sólo en las peleas, sino en cada entrenamiento. Me levantaba a las 4 de la mañana, mientras trabajaba. Nunca me sentí menos que nadie, siempre confié en mí. Y eso es muy importante, para lograr cualquier cosa en la vida. Ya sea en el boxeo o en cualquier profesión. Dios me iluminó con un don de fortaleza. Y me la creo, porque me lo demostré, se lo demostré a todos.

-Seguís siendo la mejor o ya empezaste a sentirte exboxeadora…

No, yo voy a volver a pelear. No estuve peleando porque me dediqué a salvar vidas. Doy charlas motivacionales por todo el país, ayudo a los chicos a salir de la droga. Ayudo a las mujeres que sufren violencia. Cuando me escuchan se alientan a salir… ¡Yo pasé hambre, yo sufrí violencia de género, estuve en alpargatas hasta los 15 años! Y a mi la lucha me ayudó a salir. La lucha en la vida. Hay que pelear contra los otros, pero sobre todo contra uno mismo. Y mucha gente que me escucha, encuentra ahí un ejemplo. Y salen a pelear, y eso es salvar vidas.

– Y ahora a seguirla en el gimnasio.. se te nota el entusiasmo en la mirada… ¿Qué soñás que pase acá?

Quiero ayudar a la gente a que sea feliz. Si yo pude, cómo no van a poder los demás. Y quiero ayudarlos a que sean fuertes. En lo físico, pero sobre todo en lo mental. Porque uno es feliz cuando sabe que puede cagar a trompadas a los problemas, a las dificultades. Y no es un mensaje violento. Hay que cagar a trompadas a la angustia, al dolor, a la mala onda. Hay que ganarle a lo malo. Y así conseguís cumplir tus sueños. Yo lo sé por experiencia y quiero multiplicarla. En este gimnasio va a haber lugar para todos. Para la gente con sobrepeso. Recién vinieron dos chicos que apenas pueden caminar por el peso y vinieron a pedir ayuda. Ahí empieza todo. Yo les voy a enseñar a quererse, a cuidarse y a fortalecerse.

-¿Y recomendás el boxeo?

A todos, porque es un deporte completo. Trabaja todos los músculos, la agilidad, pegarle a la bolsa te saca el dolor, la angustia del día. Y en vez de pegarle a la vecina, a la mujer, al marido, al que te cagó… le pegás a la bolsa y te sacás de encima toda la violencia contenida…

-Fijate que parece un mensaje violento y resulta todo lo contrario

Pero claro… ¿Sabés que distinta sería la gente si boxeara? Si se sacara la bronca en un gimnasio y no en la calle, en la casa… Y encima te cargás de energía positiva. Te levanta la autoestima, te ayuda a defenderte. El boxeo debería ser obligatorio

 

-Pero me imagino que querés preparar campeones, también..

Si, obvio… Quiero sacar campeones, pero antes de campeones quiero salvar vidas, sacar a los chicos de la calle, de la droga. Acá vienen los pibes que tienen hambre.

-Este gimnasio viene a hacer historia

Este lugar va a ser una cuna de campeones, siguiendo el legado del maestro Brusa, y la historia de Santa Fe, que es el lugar que elegí para vivir. Acá vendrán chicos con los sueños de ser campeones y yo los voy a ayudar a cumplirlos. Yo quiero ser la continuadora de don Amilcar, quiero escribir más páginas de gloria del boxeo santafesino.

Fotos: Gonza Gorosito

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