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Internacionales Aire en Ecuador |

Sudamérica se transformó en un volcán y parece que nadie sabe cómo desactivarlo

Los casos de Ecuador y Chile marcan cómo las protestas rompen los moldes de la política, que no encuentra respuestas ante conflictos nuevos con viejas demandas.

Sudamérica parece un volcán que de golpe entró en erupción social, como si fuera una fuerza difícil de contener, con los protagonistas en la calle y en un escenario de protestas que se originaron por problemas muy puntuales y al que derramaron otras demandas. La clase política no logra sacar de las calles los reclamos y llevarlos a una mesa de negociación. El principal inconveniente es que no hay interlocutores con liderazgo para acordar algo, como sucede estos días en Chile, el volcán que explotó sin premeditación, pero que se sabía que en algún momento iba a detonar.

La erupción ocurrió tras la suba del precio del transporte, algo que es vital para la vida de ciudades, como Santiago, donde la clase trabajadora vive cada vez más alejada porque el costo de vivir cerca de los puntos neurálgicos es imposible, sólo para una élite. En Quito, Ecuador, donde fuimos enviados por Aire de Santa Fe, ocurrió algo similar un poco antes que en Chile, el 3 de octubre, el presidente Lenin Moreno, ex aliado de Rafael Correa, anunció la eliminación del subsidio a los combustibles a través de un decreto. El precio de las naftas y el gasoil trepó un 123 por ciento y todo se fue al demonio.

Los primeros que comenzaron a parar fueron los taxistas porque no podían asumir con las tarifas que tenían ese incremento del combustible. Aumentó el boleto de colectivo y en solo dos días la gente comenzó a protestar hasta que se sumó la dirigencia indígena y Ecuador explotó. Estuvo parado y en llamas 12 días. Y como publicamos en Aire de Santa Fe el estrago económico que provocó la protesta fue más del doble del ajuste que había lanzado el gobierno ecuatoriano, por insistencia del Fondo Monetario Internacional que le prestó 5.000 millones de dólares a Moreno en febrero pasado. Con la eliminación de los subsidios al combustible, que rigen desde hace 40 años en Ecuador, Lenin Moreno pensaba recaudar unos 1.200 millones de dólares.

El costo del conflicto fue de 2.800 millones de dólares. Más allá de la cuestión económica, Ecuador quedó mucho más frágil a nivel político e institucional, con un gobierno debilitado que debe juntar unos 4.000 millones de dólares antes de diciembre y no sabe dónde meter el cuchillo sin que el país sangre.

A diferencia de Chile, el movimiento indígena capitalizó el descontento y se posicionó como uno de los principales actores políticos emergentes en un país sacudido por casos de corrupción que no sólo afectan y mancharon los dos mandatos de Correa sino también al actual gobierno.

De los últimos seis presidentes ecuatorianos, sólo Correa pudo terminar su mandato constitucional: el resto debió salir antes de la casa de gobierno por golpes militares y manifestaciones indígenas. Nadie durante los últimos 20 años logró romper la fuerte desigualdad que existe en Ecuador, con una economía dolarizada desde hace dos décadas que se alimenta de las exportaciones de comodities, como petróleo, café, bananas y cacao. Mientras realizábamos el trabajo en Ecuador, estalló Chile.

El detonante de la protesta generalizada en ese país fue también el aumento del precio del transporte. Pero a diferencia de Ecuador, que el conflicto se calmó después de que Moreno dio marcha atrás con el decreto 883 que eliminaba el subsidio a los combustibles, en Chile la decisión de Piñera de retroceder con la medida no apaciguó un conflicto que despertó una bronca que parece incontenible, y con una represión que dejó 19 muertos hasta ahora.

La región transformada en ese volcán que lanza lava enciende nuevos conflictos con viejos problemas por resolver, como las brechas sociales que conviven en países en crisis, y con compromisos con los organismos de crédito, como el FMI, que tienen las mismas recetas de ajuste desde hace 30 años.

En todos los casos aparece otro componente novedoso, que genera preocupación, como la bronca hacia los medios de comunicación, que ya no son acusados de jugar para un sector del establishment sino de mentir y de ocultar información. Las redes sociales y las nuevas tecnologías de comunicación también provocaron cambios en momentos álgidos, como este. La viralización de información muchas veces falsa o acomodada a lo que cada uno quiere ver genera cada vez más tensiones no sólo con los medios sino también con los periodistas.

En Ecuador fueron incendiados el canal de TV Teleamazonas y el diario El Comercio y agredidos 137 periodistas, mientras que en Chile fue quemado en parte el edificio del periódico El Mercurio, en Valparaíso.

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