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Política Frente de Todos | Gobierno nacional | Cristina Fernández de Kirchner

Cristina presidenta: los gestos de Alberto para complacer a su aliada

Partidas presupuestarias y funcionarios leales en puestos claves, la clave de la buena relación que mantienen los Fernández en torno a la Casa Rosada.

Después de 1504 días, Cristina Fernández de Kirchner retomó las riendas de la Presidencia. Con Alberto Fernández en Israel, su primera visita al exterior, la vicepresidenta asumió formalmente la jefatura del Estado, aunque su decisión es mantener el mayor bajo perfil mientras el presidente permanezca de viaje; no quiere alimentar las suspicacias de quienes sostienen que el Gobierno se maneja bajo un doble comando. Fernández, agradecido.

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La relación entre ambos atraviesa por un período de armonía. Cristina no interfiere en las decisiones de Fernández, y éste sabe recompensar a su aliada. Antes de partir, por caso, firmó una decisión administrativa por la cual prorrogó el presupuesto de la administración: en el reparto, la partida correspondiente al Senado –presidido por Cristina– recibió un plus de 325 millones de pesos respecto del año pasado: tendrá un presupuesto total de $10.272 millones, según se precisó en un informe de la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP). Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados, no tuvo esa suerte: pese a que este cuerpo es tres veces más grande que el Senado, cuenta con un presupuesto menor. En efecto, según ASAP, tendrá una partida de $9.749 millones, con un aumento de $81 millones respecto de 2019. En rigor de verdad, esta diferencia presupuestaria entre ambas cámaras se remonta a la época de Cambiemos: Gabriela Michetti, la antecesora de Cristina, no pudo con la presión de los senadores, que actualmente cobran una dieta más abultada que los diputados.

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El refuerzo presupuestario no fue el único gesto de Fernández hacia su aliada. Esta semana confirmó que la expareja de Florencia Kirchner, Camilo Vaca Narvaja (padre de su nieta), se incorporará al staff del Gobierno, puntualmente a la Dirección General de Acción de Gobierno, que integra el organigrama de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Julio Vitobello. No fue el único nombramiento: Ricardo Nissen, apoderado de los hijos de Cristina Kirchner en Hotesur SA, asumirá en los próximos días como responsable de la Inspección General de Justicia (IGJ), el organismo que tiene a su cargo el control legal de empresas, fundaciones y asociaciones civiles.

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La influencia de la expresidenta se formalizó, además, en otros puestos clave, en este caso la AFIP: Virginia García, excuñada de Máximo Kirchner, quedó al frente de la Dirección General Impositiva (DGI), la principal oficina para recaudar y fiscalizar; el exdiputado Carlos Castagneto, apuntado por Cristina Kirchner para administrar los fondos electorales del Frente de Todos, fue nombrado responsable de la Dirección General de Recursos de Seguridad Social. Es decir, dos de las tres direcciones generales que escoltan a Marcó del Pont estarán en manos de dirigentes cristinistas.

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Con funcionarios leales sembrados en las segundas y terceras líneas de organismos clave de la administración nacional, Cristina Kirchner tiene motivos para sentirse conforme con el acuerdo político sellado con Fernández. No hará nada para torpedear la relación, aseveran en su entorno: de allí su compromiso de no levantar su perfil mientras el presidente esté ausente. En este compromiso se inscribe su decisión de no instalarse en un despacho en la Casa Rosada; de hecho, el traspaso de mando se realizó en sus oficinas del Instituto Patria, donde ella atiende sus asuntos y cumple su agenda, además del despacho en el Senado.

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Quien maneja en estos días los asuntos de la administración no es ella sino el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. “Si viaja Alberto, es Santiago quien cuida la casa”, decían la semana pasada cerca del presidente. El ministro coordinador no aceitó, en los 42 días que lleva como jefe de Gabinete, un canal de comunicación directo con la vicepresidenta. Sí habló en varias oportunidades con Máximo Kirchner y Axel Kicillof, dos figuras del riñón de la expresidenta. En la dinámica cotidiana, el trato frecuente del jefe de Gabinete es con el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro, que habita como él la Casa Rosada.+

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Ni en Balcarce 50 ni en el Instituto Patria tenían contemplado que la vicepresidenta y el jefe de Gabinete compartan una agenda de actividades en común mientras el Presidente permanezca en el exterior. Cristina se refugia en el más bajo perfil, mantiene reuniones reservadas –una de ellas con Eduardo Duhalde, el lunes pasado– en su departamento en el barrio de Recoleta o en el Senado. Habrá que ver si podrá mantener el silencio tanto tiempo: si bien Fernández regresará este fin de semana al país, a fin de mes retomará su periplo por el exterior con sendas visitas a Italia (donde se entrevistará con el papa Francisco), España, Francia y Alemania. En total, casi 15 días afuera de la Argentina.

La pregunta es casi inevitable. ¿Podrá Cristina esquivar a la tentación de mostrarse nuevamente como Presidenta mientras Fernández no esté?

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