Los amantes de las plantas siempre están buscando formas de que sus macetas luzcan mejor y duren más. En los últimos meses, poner piedras pequeñas sobre la tierra se volvió una tendencia que no solo suma estilo, sino que también trae beneficios concretos para la salud de las plantas.
Por qué poner piedras chicas en la tierra de las macetas
Aunque muchos eligen las piedras por una cuestión estética, lo cierto es que cumplen varias funciones clave. Forman una capa protectora que ayuda a mantener la humedad del sustrato por más tiempo, algo fundamental en verano, cuando el calor puede secar la tierra en pocas horas.
Además, las piedras evitan que el agua del riego se evapore tan rápido, lo que permite espaciar los riegos y cuidar mejor cada planta.
Otro de los grandes beneficios de este truco es que reduce la aparición de hongos y mosquitos. Al cubrir la superficie, la tierra no queda tan húmeda ni expuesta, y eso dificulta que se generen esos ambientes ideales para plagas molestas.
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Poner piedras pequeñas sobre la tierra de las macetas.
Más estabilidad y mejor drenaje
Las piedras también suman peso a la maceta, lo que le da más estabilidad. Esto es clave en plantas altas o con tallos finos, que suelen tambalearse o caerse con el viento. Además, favorecen el drenaje y ayudan a evitar el exceso de humedad, previniendo la pudrición de las raíces.
Más allá de lo práctico, las piedras chicas permiten personalizar cada maceta. Se pueden usar piedras blancas, de río, de colores o incluso recicladas, logrando un toque natural y rústico que combina con cualquier ambiente.
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Cómo colocar las piedras para aprovechar todos sus beneficios
El paso a paso es simple: primero, asegurate de que la tierra esté suelta y nivelada. Después, distribuí las piedras formando una capa pareja de uno a dos centímetros. No hace falta cubrir todo el borde, pero sí lo suficiente para proteger la superficie.