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Espectáculos Carlos Reutemann |

Verónica Ghio, la esposa de Reutemann desde 2006

Se conocieron en 2002 y no se separaron más. Verónica Ghio, desde aquel momento, además de convertirse en su mujer, fue su mano derecha, su asistente personal y la mayor influencia en Carlos "Lole" Reutemann.

Verónica Ghio es rubia, de pelo muy largo, ojos verdes, look atlético y tiene 52 años. Con Carlos Reutemann contrajeron matrimonio el 16 de diciembre de 2006, pero convivían desde 2004 cuando ella en la casona de techo de tejas que da a las barrancas de la laguna Setúbal, en el barrio Guadalupe de Santa Fe.

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Así comienza su relato la periodista Daniela Fajardo en Para Ti. Desde chica la llaman "la Vero", y dicen que es muy apegada a su familia. Siempre se la ve arreglada, y según dicen, es muy dulce. Nunca va sola a lugares públicos ni a espacios que haya prensa, porque prefiere mantener el perfil bajo. Razón por la cual hay muy pocas fotos de ella sola o con él.

Los presentó una amiga en común. Verónica Ghio es muy buena nadadora, visita a su madre, Mirtha Lássaga, casi todos los días, estudió Comercio Exterior, y cuando su vida se cruzó con el preciso piloto de Fórmula 1 (volante exquisito, según los que más saben de ese mundo), trabajaba en la casa de fotos Mundo & Color, otro tiempo en una escribanía y, tras comenzar su relación con el actual senador, abrió Benedetta, un negocio de ropa femenina en el centro de la ciudad que cerró tras casarse con Reutemann.

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El casamiento de Reutemann y Verónica Ghio

Días antes de casarse en segundas nupcias, Lole le contó a la prensa que se sentía feliz y anunció que se iba a casar el 22 de diciembre en el country El Paso. Siin embargo, se adelantó la boda al 16 de diciembre, se casó en su casa y solamente con la presencia de los testigos y el juez. Esto pudo hacerlo después de la división de bienes y la sentencia de divorcio que lo terminó de separar legal y definitivamente de Mimicha Bobbio, su primera esposa y la madre de sus dos hijas, Cora y Mariana.

Junto con el Lole y su flamante esposa se encontraban únicamente los testigos de la boda: Enrique Reutemann, hermano del ex piloto de automovilismo, y Mirta, la madre de la novia. La concreción de la ceremonia se mantuvo en absoluta reserva, a tal punto que las amigas más cercanas a la novia lo supieron el sábado por la noche, cuando se disponían a concurrir a la despedida de soltera y se vieron sorprendidas por el adelantamiento de la boda.

"Los declaro marido y mujer”. Hubo beso… sí, pero no arroz, ni vivas a los flamantes consortes. Cuando el juez de paz, Alberto Llorente, llamado por el novio ese mismo sábado 16 a la mañana, cumplió con el riguroso trámite civil al mediodía.

"Eramos siete personas. Además de Carlos, Verónica y el funcionario del Registro Civil que los casó, estaban mi otro hijo con su mujer y su hijo, y yo", contaba en ese momento Mirta Lássaga, madre de Verónica.

"Muy al estilo Lole –sobriedad, discreción, cero nivel mediático–, ni siquiera se sirvió un módico almuerzo celebratorio, sin duda necesario considerando la hora… Por la noche, María Verónica fue el centro de una reunión con amigas, espontánea aunque tardía despedida de soltera", contaba en aquel momento GENTE.

"¿En serio te casaste y no nos dijiste nada?", reprocharon unas. "¿Pero cómo que te casaste hoy, si el diario dijo que te casabas el 22?", se desconcertaron otras.

Muy a su estilo, don Carlos Alberto ocultó su pasión por María Verónica bajo un hermético manto de silencio. “Pocos, muy pocos conocían esa relación”, se oye decir en las esquinas de Santa Fe de la Vera Cruz…

"Me caso porque tengo una muy buena relación desde hace muchos años y estoy muy bien”, confesaba emocionado este hombre de pocas palabras en aquel entonces. Verónica se transformó en su mano derecha. Era la encargada de mantener actualizadas las páginas web oficiales, se encarga de su logística y de manejarla la agenda. Dicen que Reutemann la escucha sólo a ella... El escándalo tras la denuncia de sus hijas, sería la prueba más cabal de esto.