Talentoso como pocos, el Toro marcó una época en la popular categoría, en la que se coronó con Dodge en 1983, 1984 y 1985 y fue un ídolo indiscutido y, su trágica desaparición, que se produjo el 22 de noviembre de 1992 —mientras lideraba la Vuelta de Lobos, que finalmente se adjudicaría tras la suspensión de la misma por su accidente fatal—, lo convirtió en leyenda.