Desde que comenzó a vivirse la pandemia en Argentina, las miradas estuvieron puestas sobre el sector de la salud y su rol social. Sin embargo, al hablar del funcionamiento de un hospital, hay que mencionar -además- el desempeño trabajadores que no atienden directamente a los pacientes pero se esfuerzan pensando en ellos y en sus comodidades.
En el hospital José María Cullen hay 43 trabajadores que se dedican a tres funciones en particular: confeccionar las prendas y artículos necesarios; lavar esas prendas y trasladar a los pacientes de sala en sala. Además hay otras áreas como cocina, admisión, limpieza.
Costurero: el sector formado por cinco mujeres que confecciona cada prenda y artículo que el Hospital Cullen necesita
Miryan, María Lorena, María de los Milagros, Esther y Ana María llegan a sus puestos de trabajo todos los días a las 8 de la mañana, preparan el mate y trabajan seis horas a todo vapor sin posibilidad de frenar. Son las encargadas de confeccionar todo lo que sea necesario para el funcionamiento del Hospital. Sin que nadie se los pida, abastecen todos los días un armario gigante con prendas que tienen que estar listas para cualquier emergencia que se presente: como por ejemplo abrir una nueva terapia intensiva.
Sus tareas consisten en cortar la tela, diseñar, confeccionar, organizar la materia prima que van a utilizar y guardar para su uso todas las prendas y artículos. “A veces viene alguien y nos dice: ‘necesito tal pieza para apoyar al paciente de esta manera’, y nosotras pedimos unos minutos, pensamos y lo resolvemos”, dice Miryan Berón, de 56 años, quien está a cargo del costurero. Además cada cama que se abre para una nueva Terapia Intensiva significa cuatro sábanas, dos fundas y un cubrecama nuevos. El desafío de este equipo, que trabaja "para y por el paciente" es que nunca falte lo necesario. “Trabajamos con todo nuestro amor, es la profesión que elegimos y lo hacemos con mucha responsabilidad y buscamos ayudar a los directivos. Estamos para ellos”, remarca Miryan.
Realizan cubrecamas, impermeables de colchones, apoya brazo para los que tiene fracturas; nylon cristal que funcionan tipo biombo para dividir sectores; correas del lavadero; bolsas para esterilizar; sujetadores para las muñequeras; barbijos; colchonetas para la guardia; cochecitos para bebe y hasta collarines para las traqueotomías.
Según relata Miryan ellas trabajan pensando en el paciente. "Ellos tienen que estar cómodos. No podemos añadir más sábanas con costuras. Trabajamos siempre pensando en el paciente".
Camilleros: los trabajadores que ven en primera persona el proceso de cada paciente
No hace falta circular mucho tiempo dentro del hospital para observarlos yendo y viniendo desde diferentes áreas. Siempre de a dos, siempre en movimiento, siempre atendiendo con amabilidad. En total, son 25 hombres, divididos en tres turnos, que se ocupan de trasladar internamente a cada paciente del Cullen que lo requiera. Sin formación académica aprenden en la cancha y reciben la capacitación de sus compañeros que tienen más antigüedad.
Los camilleros aseguran que su rutina se vio totalmente modificada a partir de la pandemia. “Antes trasladábamos a cien pacientes por mañana y ahora estamos trasladando entre 150 y 200 . Incluso se sumaron ocho compañeros al equipo de trabajo”, dice Ricardo Arredondo, subjefe del sector de camilleros.
“Es complicado lo que ves trabajando acá. Se ven cosas muy feas y te das cuenta de que las personas no toman conciencia con el uso del casco, con el traslado de los menores de edad. Es duro el trabajo porque vemos de todo: desde un bebé muerto hasta una persona accidentada que viene con el costado abierto", dice.
Lavandería: el sector que se ocupa de limpiar, planchar y doblar todas las prendas del Hospital José María Cullen
En el lavadero del Hospital José María Cullen funcionan sincronizadamente diez máquinas con diferentes funciones que se ocupan de dejar todas las prendas en condiciones para ser utilizadas. "No nos podemos equivocar en nada. Todo lo que llega tiene que devolverse blanco y bien presentado. Hay manchas que son rebeldes y no permiten el blanco deseado", afirma Raúl Fuenzalida, jefe del sector de Lavandería del Hospital José María Cullen.
El procedimiento de trabajo empieza con la llegada de las bolsas con prendas usadas que provienen del mismo hospital, del CEMAFE y del 107. A esas bolsas hay que vaciarlas y separar las prendas "limpias" de las "sucias". La diferencia entre una y otra es el nivel de suciedad que es más intenso en la segunda categoría y que demanda un lavado extra.
Luego se empieza con el primer lavado en agua caliente a 80 grados. Una vez que el agua de ese lavado sale blanca, comienza el proceso de lavado con jabón. Por último se realiza el oxigenado, que es una especie de blanqueador con oxígeno, y se aplica lavandina.
Después del lavado, se exprime y se chequea si quedó alguna mancha. Las prendas pasan por los tumbres y se supervisa qué manchas no pudieron salir. Luego se seca, se dobla y se embolsa. Una vez finalizado el proceso, se entregan. En total trabajan 13 personas para satisfacer las necesidades de todo el hospital.
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"Antes llegaban siete bolsas del 107 con 20 mamelucos cada una. Ahora estamos hablando de 15 bolsas por día. Además se suman todas las prendas que utilizan en el CEMAFE para hisopados. Hoy estamos lavando unos 70 mamelucos por día", dice Raúl Fuenzalida.
Los tres referentes de áreas dejan en claro dos cosas: el incremento del trabajo a partir de la pandemia y la camiseta puesta por la institución en la que trabajan. Saben que su función es crucial para el engranaje del hospital. Y aunque ellos no vean directamente a los pacientes, los tienen presente en cada jornada laboral.
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